Introducción La cultura japonesa abarca muchos aspectos como la religión, las fiestas, las costumbres, la gastronomía, en cierta manera la filosofía, el arte y como no dentro de ella, las artes marciales. Pues bien hoy empezaremos con una pequeña introducción a la religión y explicando un mito, el de la diosa del Sol.
Adentrándonos en la cultura La cultura japonesa posee una religión autóctona, el shintoismo. Destaca por ser pan- teísta y más concretamente, animista, es decir, se identifican espíritus con fuerzas naturales. Pues bien, los japoneses los conocen como kamis y se caracterizan por disponer de un poder limitado y en no gozar de la inmortalidad. El shinto cuenta como la religión que más dioses tiene del mundo, un ocho millones.
Aportación de una cultura milenaria Como la cultura japonesa heredó gran parte de la china, el shinto convive desde hace siglos con el budismo. También identifican los elementos principales con los planetas e incluso con los días de la semana (aunque también aceptan la concepción occidental: aire, agua, tierra y fuego, como lo demuestra Miyamoto Musashi en “El libro de los cinco anillos” o la pagoda de Nara, que con sus cinco plantas pretende simbolizar a éstos más el éter).
Luna -> tsuki -> getsuyobi (lunes) Fuego (hi) -> kasei (Marte) -> kayobi (martes) Agua (mizu) -> suisei (Mercurio) -> suiyobi (miércoles) Madera (mokuzen) -> mokusei (Júpiter) -> mokuyobi (jueves) Metal/oro (kin/ kane) -> kinsei (Venus) -> kinyobi (viernes) Tierra (chi) -> dosei (Saturno) -> doyobi (sábado) Sol -> hi -> nichiyobi (domingo)
El mito de Amaterasu y de la creación Aunque gran variedad de kamis pueblan alegremente las leyendas y mitos japoneses, también hay una serie de dioses conocidos por los iniciados en el tema, como la gran Amaterasu, diosa del sol. Así pues, el nacimiento de esta diosa corresponde al mito de la creación del mundo, que a pesar de no afectar directamente a esta diosa, su nacimiento en parte lo condicionan los orígenes del mundo, así como también el de sus hermanos y las posteriores discrepancias entre ellos. El mito dice así:
>>Al principio había una vasta extensión de tierra sobre la cual se cernía el cielo y vinculados estaban por una escalera que servía como mediadora para el paso de los dioses hacia el mundo terrenal. Pero no podía faltar un Hades, como lo llamaríamos los occidentales, para ellos era el País Profundo o de las Raíces, a su alrededor fluían los mares para el día de la Gran Purificación.
>>Captando este fresco de la creación, en él moran siete divinidades invisibles, que darían lugar más tarde a cinco parejas de dioses, y cuya última pareja reunía al principio masculino Izanagi y al femenino Izanami. Las otras parejas les regalaron una lanza y acto seguido, se precipitaron contra el caos acumulado y en el fango con aquélla crearon su primera isla para residir y procrear. Los hijos no fueron del agrado de la pareja y tales infortunios se debían a la intervención precipitada de Izanami. Por consiguiente, al intervenir en su lugar Izanagi, crearon las ocho islas de Japón y engendraron a los dioses del mar, el viento, las montañas, los árboles y el fuego. Éste último supuso la perdición de la madre, ya que a causa de las quemaduras fue destinada a los Infiernos.
>>Así como Orfeo buscó a Eurídice en el Hades, Izanagi deseaba volver a ver a su es-posa. Le hicieron prometer que ella volvería a su lado si él esperaba que saliera sin ver- la. La impaciencia se adueñó de él y al ver a su mujer, corrupta y putrefacta, acompaña- da de las horrendas hembras infernales, huyó presuroso de la cueva.
>>Aludiendo al tópico de las aguas sagradas, Izanagi se bañó en ellas y nacieron los gran- des dioses de la mitología japonesa: al lavarse el ojo derecho, nace Tsuki-yomi, dios de la Luna, relegado posteriormente a un segundo plano en cuanto a disputas fa- miliares se refiere; y dejando en un primero a sus hermanos, al lavarse el izquierdo nace nuestra querida Amaterasu y el belicoso y temperamental Susa-no-wo, engendrado al lavarse Izanagi la nariz. Son la diosa del Sol y el dios de las Tormentas respectivamente. Durante siglos, los divinos hermanos llevaran a cabo infinidad de enfrentamientos para hacerse con el control de Japón.
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