No todo está perdido en el cine español
Salvador
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Título original | Salvador (Puig Antich) |
Nacionalidad | España |
Año | 2006 |
Género | Drama |
Formato | Color |
Duración | 134 |
Director | Manuel Huerga |
Guión | Lluís Arcarazo |
Fotografía | David Omedes |
Música | Lluís Llach |
Producción | MediaPro |
Reparto | Daniel Brühl, Tristán Ulloa, Leonardo Sbaraglia, Leonor Watling, Ingrid Rubio, Celso Bugallo, Mercedes Sampietro, Olalla Escribano, Carlota Olcina, Joel Joan, Bea Segura, Aida Folch, Biel Durán |
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Sinopsis | Narra los últimos días de Salvador Puig Antich, joven anarquista de veinticinco años, último ejecutado de la dictadura franquista.
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Crítica | Puntuación del crítico: 9 | Salvador es lo que yo entiendo por cine bien hecho, en todos los sentidos. En primer lugar, unos personajes bien definidos, especialmente el central; unos diálogos verosímiles y precisos; un estilo visual personal (más allá del clásico filtro que tanto se estila últimamente para películas ambientadas en los 60-70) y trabajado y una dirección de actores excelente. Salvador, a pesar de dejar muy clara su posición política desde los primeros minutos de la película (Su llamamiento a la lucha contra la injusticia, su visión del compromiso como un deber de todo hombre), es una película que se centra más en lo emocional que en discutir de manera directa sobre política. Eso sí, en las palabras del protagonista (Sobre todo en los diálogos con el carcelero y en la parte final) quedan muy bien definida una visión del mundo y de las cosas, expuesta con sinceridad, pero sin imponer las ideas como un dogma. Porque para eso ya están las imágenes: la vida de un chico que ha elegido un camino, quizás abordado de una manera errónea o no, pero una senda de valentía, de lucha contra lo que una mayoría de la sociedad ha aceptado como el pan de cada día. Pero aparte de eso, un muchacho como cualquier otro, en toda su complejidad. Y es ahí donde deja que el espectador juzgue. La postura del cineasta es clara, pero lo que cuentan son las imágenes. Como en esa escalofriante escena del garrote vil, larga y angustiosa como pocas, que hace verdad indiscutible eso de que una imagen vale más que mil palabras. Me conmovió mucho la relación del protagonista con sus hermanas y su padre, con el abogado, la amistad que traba poco a poco con el carcelero (Qué emocionante cuando Sbaraglia lee la carta, pensando probablemente en su propio hijo) y la única escena erótica de la película, que contrapone la visión de dos soñadores en un mundo que naufraga. Todo ello contribuye a darle relieve y realismo a un personaje muy bien escrito y colosalmente interpretado por un Daniel Brühl titánico, que hace inolvidable a su Salvador. Me gusta también cómo está construida la peli, mezclando el drama del protagonista en la cárcel con las andanzas ya terminadas entre él y sus compañeros ideológicos (por momentos, estas últimas, recuerdan mucho al thriller de acción made in USA). Salvador Puig Antich no es una película perfecta, pero tiene tanta fuerza, hay tanta sinceridad y verosimilitud en sus imágenes, en sus diálogos, en sus personajes que hace que el conjunto resulte aplastantemente bueno, y que redima todo lo que de sensiblero o "fácil" pueda presentar la película en diversas escenas. Dicho de otra manera: el todo es tan bueno que los fallos puntuales (y no es que sean pocos) acaban por no importar (como esa efectista escena de la moto o alguna escena de protesta del final). Una película hecha de emoción pura y dura, de esas que te dejan una sensación que te acompaña durante días. Es triste, por momentos angustiosa, pero Huerga sabe también hallar el humor en medio de la tragedia. Por otra parte, es una de las películas sociales de mensaje más contundente que haya visto en años, que por cierto, va más allá de la simple diatriba contra la pena de muerte. Emotiva y terrible, pero también esperanzadora y necesaria.
PD: Atentos a la presentación del verdugo.
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Waster | |
Ficha de Película enviada por Waster el 16 de Septiembre de 2006 |
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