Brilla en la lejanía, es mi dolor. No se trata ni de amor, ni de cosa semejante, se trata de la duda. Y yo no se que es lo que me sucede, no sé si amo o si he amado nunca, y si es por no saber, no sé ni quien soy. Emprendo un viaje, un viaje que puede ser infinito, tanto, que puede perdurar una vez muerta. Viajaré por el interior de mi misma.
Empezé hurgando por mis pies, entre nerviós, tendones, músculos y huesos, encontré allí un pequeño diamante en el que decía : "Estos pies no han tocado nunca la faz de la Tierra." Me guardé el tesoro en mi bolsillo y ascendí hacia el tobillo. Nada. Seguí subiendo, hasta llegar a la rodilla, allí me encontré el siguiente escrito: "El momento en que ésta doble será porque se ha dado en el lugar preciso con mucha fuerza." De esta forma fui continuando mi escalada encontrándome por el camino trozos de mi personalidad:"Voraz comedora de conceptos.", en el estómago, "miles de gélidas armaduras cubren el corazón." y "Habladora de lo que no tiene que hablar, a la vez que calla lo que debe decir.", en la boca. Entonces llegué a la parte de la cabeza habitada por el cerebro. Busqué y busqué pero no encontraba nada, ¡Con semejante maraña de pensamientos!, la verdad es que era un poco complicado encontrar nada, así que busqué mucho tiempo, me senté y medité algún plan de búsqueda, pensé también en lo poco que sabía de mí... lo probé todo.
Ahora ya estoy muerta, desde hace miles de años, pero no duermo en paz porque aún me busco a mi misma. Pero ya sé donde encontrarme, he dejado de pensar como si yo fuera otra persona, y he empezado a pensar en yo. Lo tengo clarísimo, yo, estoy a las afueras del cerebro porque aquí hay mucho caos y mucha agitación, prisas, rutina... Y ahora, ya me he encontrado.
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