Relatos Dreamers

Mi mundo es bastante simple. Me paso el día comiendo, rascándome, curioseando de un lado a otro... En determinadas ocasiones encuentro otros perros: juego con algunos, me peleo con otros, y a la gran mayoría les olisqueo el trasero para saber de qué van. La verdad, me lo paso bastante bien. Duermo mucho, pero antes de hacerlo no puedo evitar dar unas cuantas vueltas. A veces me tumbo sólo porque estoy aburrida, y entonces me quedo mirando con mis tiernos ojillos las cosas que me llaman la atención. Pero algo en mi vida sobresale. Hay algo a lo que no suelo quitar la vista de encima: tú. Tú eres diferente a todo. Puedo prescindir de todo lo anterior, pero no de ti. Dependo de ti, dependo de tus caricias, de que cuides de mí. El vínculo que tengo contigo, no lo tengo con nada ni nadie más. Es como si mi mundo fuese un plano al que únicamente tú le das sentido. Eres mi dueño, mi señor, quien posee mi vida en su mano. No entiendo porqué eres tan importante, sólo sé que lo eres, sé que debo seguirte allá donde vayas, sé que debo cuidarte y protegerte. Sé que te importo más de lo que el resto de perros o personas puedan llegar a comprender nunca. Pero eso da igual, es nuestro vínculo secreto, que sólo tú y yo conocemos. Sé que necesitas de mi fuerza, de mi lealtad, mi cariño incondicional. Y yo el tuyo. Necesito pasar el día sabiendo que andas cerca, o al menos que volverás en no demasiado tiempo. Sólo así mi existencia tiene sentido: a tu alrededor.

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