CONFESIÓN DE ADRIAN TOOMES
Empiezo este escrito para dejar constancia de mis últimos actos en esta vida. Mi nombre es Adrian Toomes pero soy más conocido como el Buitre. Esta doble personalidad me ha traído más quebraderos de cabeza que ventajas, ya que la mayoría de mi vida en estos últimos años la he pasado en prisión, casi siempre vencido por mi mayor enemigo, el superhéroe llamado Spiderman.
Hace poco estuve un tiempo más o menos rehabilitado. Me decidí a acompañar a mi ahijado Alyosha a Hollywood, en una experiencia que no le fue del todo bien. Al volver nos pusimos los dos a “cazar” criminales. Nos fue bien hasta que un día me dijo que fuera al médico, ya que me veía mala cara. Al principio pensé que mentía, ya que al chaval le gusta mucho meterse conmigo, pero viendo que lo decía bastante serio me di cuenta de que algo debía de pasar. Me fui a visitar a un especialista conocido de la novia de Al.
A partir de ahí fue cuando se hundió mi vida. Me dijo que tenía cáncer. En sí yo ya he tenido cáncer, pero lo superé debido a que ciertas circunstancias me provocaron un proceso de rejuvenecimiento que me “curó” de dicho mal. Pero según me dijo el médico, dicha curación nunca tuvo lugar, sino que más bien se había quedado en letargo. Y dicho letargo se había acabado hacía ya tiempo, porque el médico fue radical en eso. Me dijo: “Señor Toomes, más le vale que arregle sus asuntos en este mundo lo antes posible. La metástasis está afectando a su cortex cerebral, y en cualquier momento puede sufrir un ataque final que lo fulmine instantáneamente”.
¡Dios Mío! Voy a morir siendo un fracasado, un jodido fracasado que no ha conseguido hacer nada de provecho en su vida en estos últimos años, viviendo a fin de cuentas como el animal del que tomo el nombre, viviendo como un maldito buitre.
Entonces me recordé del padre de Al. Si alguna vez alguien lee este escrito también se recordaran de él. Sergei Kravinoff, más conocido como Kraven el cazador. Se suicidó hace unos años, después de hacer pasar al odiado Spiderman por una de las mayores torturas a las que se ha visto sometido en su vida. Lo enterró vivo durante dos semanas. Estoy seguro que después de aquella experiencia quedó tan “tocado” que aún actualmente no la habrá podido olvidar.
Y tras eso mi pensamiento fue: “Ojalá pudiese yo hacer algo contra Spiderman de la misma envergadura, para poder morir sabiendo que mi muerte será tan recordada como la de Kraven”. Lamentablemente no se me ocurría ninguna forma de llevar a cabo nada medianamente igual a aquello. Pero pensé que quizás podría conseguir la información, tenía buenos contactos y podrían decirme algo, y tenía acumulada una pequeña cantidad de dinero suficiente como para poder pagar cualquier tipo de información de utilidad.
Norman Osborn. Enseguida pensé que él debería de saber algo, y más cuando en el bar donde nos reunimos los super-villanos había reconocido, más o menos claramente, que él había sido el Duende Verde (y seguro que aún lo sigue siendo). Aquel día había comentado que mató a la novia de Spiderman. ¿A quien se referiría? Me puse a investigarlo y enseguida me di cuenta de que tenía que ser Gwen Stacy, la hija de un poli, que murió a manos del Duende Verde justo antes de que Spiderman acabara (o eso se pensó) con él.
Podía seguir esa línea de investigación, en los bajos fondos el dinero abre muchas bocas, pero pensé en dirigirme al propio Osborn. Lo que yo necesitaba era información privilegiada, que me permitiera dañar a Spiderman ahora.
Como Adrian Toomes solicité visita, la cual me fue concedida al cabo de pocos días. Cuando entré en el despacho de Norman, me esperaba y me invitó a sentarme:
- ¿Qué quieres Buitre?
- Osborn, me estoy muriendo. En cualquier momento puedo tener un ataque que me fulmine en el acto.
- Personalmente, ¿a mí que me importa?
- Sé que eres el Duende Verde. Lo reconocistes aquel día en el bar.
- No recuerdo yo que aquel día te dijese mi nombre.
- Pero ví tu cara. Y no es que sea precisamente desconocida.
- Bueno, me da igual, ¿QUÉ QUIERES?
- No sé si te recordarás del asunto de Kraven, hace unos años. Me refiero al primer Kraven, Sergei.
- La última cacería de Kraven.
- Correcto. Bueno, tras aquello Kraven se suicidó.
- ¿Y pretendes hacer lo mismo?
- No, tengo que reconocer que yo soy demasiado cobarde para matarme, pero al mismo tiempo tengo mucho miedo de morir.
- Eres viejo, Toomes. Te tienes que morir, quieras o no.
- Sí, pero quiero que me mate Spiderman. Y que tras matarme sufra por no saber algo que yo sabía. Y es por eso que he venido a ti. Te compraré información, sea la que sea, que pueda permitirme torturar a Spiderman y obligarlo a que me ataque.
Norman se sonrió y me dijo:
- Das buen nombre a tu doble identidad, ¡Maldito buitre carroñero! Ni siquiera tienes valor para acabar tu mismo con tu miserable vida. Pero me has dado una gran idea, y te ayudaré. No te voy a decir quien es Spiderman bajo la máscara, yo si lo sé pero me guardo esa información. Pero esa persona, que está casada, tuvo una vez una hija, y yo sé lo que le pasó. ¿Cuánto dinero me dijistes que darías por esa información?
- Lo que sea.
- ¿Cuánto?
- En este maletín traigo tres millones de dólares.
- Acepto.
Fue sorprendente lo que me contó. Sorprendente y aterrador. Pero aquello era cuanto necesitaba. Esta mañana he llamado al “Daily Bugle”, tal y como él me comentó. He retado a Spiderman a un encuentro en el puente de Queensboro. Al que me cogió el teléfono, un tal Ben Urich, le dije: “dígale a Spiderman que venga, y sabrá que le pasó a su hija”. Tras escribir esto, que guardaré en una caja de seguridad por si acaso Osborn me ha mentido o me traiciona, voy a ir a su encuentro. Si muero nadie verá estas últimas notas nunca, y eso me permitirá que Spiderman sufra tal y como yo quiero que lo haga. Si no... bueno, espero que me salga bien. Es lo mínimo que me merezco antes de morir.
¿FIN?
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