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El secreto de Jonas Denver contado por su esposa Lucía

Relatos Dreamers



«Jamás olvidaré la primera vez que sucedió.»

Éstas fueron, más o menos, las palabras con las que Lucía comenzó a contarme lo que nadie más que ella sabía, incluido el propio Jonas, su marido.

Y digo “más o menos” porque Lucía no habría utilizado una expresión algo altisonante como ésta, que oímos en las películas o leemos en los libros. Ella habría hablado en el castellano de terciopelo de las mujeres mejicanas. Mi habilidad como narrador y mi memoria no son lo suficientemente buenas como para intentar reproducir la intensidad y la calidez de sus palabras. De todas formas, querido lector, trataré de ser fiel a la historia que Lucía me contó. Creo que es una gran historia.Añadir Anotación

«Aquella tarde entró en la tienda por la puerta principal, no por la parte de atrás, atravesando el corral, como acostumbraba a hacerlo. Este hecho no habría sido más que una anécdota si no fuera porque, desde que Jonas hizo el gesto de retirar las cortinas, supe que el que cruzaba por delante de mí era un hombre al que yo no conocía.Añadir Anotación

«Sin duda, era en apariencia mi querido esposo. Tenía su cara, la cicatriz en la frente, su mismo olor, y vestía la ropa que yo había colocado sobre la silla junto a la cama aquella misma mañana. Sin embargo se movía de una forma distinta, no reconocía su andar ni sus gestos. Dio los buenos días sin mirarme siquiera.Añadir Anotación

«Estuvo dando vueltas por la tienda, curioseando, mientras yo atendía a algunas clientas. Se acercó a la caja con una lata de tomate en la mano. La depositó suavemente sobre el mostrador y me miró a los ojos. Suspiré de puro asombro.

«El hombre que me sostenía la mirada tenía sin duda los ojos grises de Jonas, pero las profundas arrugas como grietas en la tierra reseca alrededor de ellos casi habían desaparecido. Sus labios parecían más carnosos porque no estaban apretados como de costumbre, y la comisura de la boca ya no se curvaba hacia abajo. Todos esos cambios hacían que aquel rostro pareciera otro completamente distinto, el de una persona serena y despreocupada. Se había esfumado el característico gesto de concentración y de esfuerzo de Jonas, reflejo de su entrega al trabajo y su fuerte sentido del deber. Aunque quizá lo que más me sorprendió fue que no tuve que escudriñar su cara como de costumbre para adivinar sus pensamientos. Aquel hombre tenía la mirada limpia y sincera y transmitía una ternura que me turbó profundamente. Cuando intento describir aquella sensación me viene a la mente la imagen de una casa amplia en una mañana soleada con las puertas y ventanas abiertas de par en par, y una brisa fresca que entra y sale libremente.Añadir Anotación

«No recuerdo muy bien lo que sucedió a continuación. Supongo que pagó y se marchó. Tampoco recuerdo lo que hice después. El resto del día tuve la sensación de estar dentro de una campana hecha de un material sedoso. El ajetreo del trabajo apenas hacía mella en mí, estaba como acolchada. Yo sabía lo que era aquello, pero jamás lo había sentido antes, creía que eran cosas de las damas de las novelas. Era, sencillamente, amor.Añadir Anotación

«Por la noche, en casa, todo fue igual que de costumbre. Jonas era Jonas, con su aire reservado de hombre siempre atareado, su mirada huidiza y su hermetismo. Suspiré aliviada. No sabía si lo de aquella tarde había sido un sueño, pero me alegré de que mi vida siguiera siendo tal y como yo la conocía. Me gustaba vivir con Jonas, lo quería a pesar de que no fuera lo cariñoso que a mí me habría gustado, pero era un buen hombre con corazón de contable, amante de la rutina y las cosas bien hechas, y yo lo sabía llevar. En casa no faltaba el pan y nuestros hijos eran unos buenos muchachos. Jonas los adoraba y yo admiraba la rectitud con que los educaba, aunque a veces tuviera que suavizar sus formas.Añadir Anotación

«Pasaron las semanas sin que ningún otro incidente turbara la mi rutina entre la tienda y la casa. Llegué a convencerme de que el fogonazo de aquella tarde había existido sólo en mi imaginación. Deseé que fuera así. Pero aquel hombre volvió.

«Aparecía cada cierto tiempo y al principio todo lo que hacía era pasear por la tienda y mirarme de aquella manera suya que me hacía temblar las rodillas. A nadie le extrañaba su presencia, por supuesto, todo el mundo veía a Jonas Denver en su tienda, algo completamente normal. Algunas personas que lo conocían bien le notaban algo extraño, pero aquello también concordaba con su personalidad, ya que Jonas tenía fama de ser un tanto raro.Añadir Anotación

«Entre una visita y otra podían pasar semanas, y yo siempre tenía la impresión de que cada vez era la primera para él. Parecía no recordarme. Por suerte no era muy hablador, ya que de haberme preguntado, qué sé yo, el nombre, por ejemplo, la gente se habría extrañado.

«Cada vez que se acercaba al mostrador lo sentía más cerca que la anterior. Al principio, rozaba con la punta de sus dedos el dorso de mi mano, lo que desataba en mí una descarga eléctrica que bajaba desde la nuca hasta el final de mi espina dorsal. Después empezó a coger mi mano entre las suyas antes de marcharse. Un día, casi sin darme cuenta, lo tenía detrás de mí, al otro lado del mostrador, agarrándome la cintura con firme dulzura. Me dejé llevar, sin pensar, dejándome arrastrar por aquella cálida corriente. Al cabo de unos meses colgábamos en la puerta el cartel de “Vuelvo enseguida” mientras hacíamos el amor en la trastienda con una pasión que desconocía hasta ese momento y que nos dejaba exhaustos.Añadir Anotación

Lucía me contó todo esto de manera vertiginosa, y al llegar a este punto se detuvo. Estaba estudiando mi reacción. Mi cara debía de expresar el más completo asombro, creo que incluso tuve que cerrar la boca. Quizá temió algún reproche por mi parte, porque preguntó “¿Qué habrías hecho tú?”. Disfrutar del momento, pensé. “Disfrutar del momento”, dije.Añadir Anotación

Docenas de preguntas se agolparon en mi mente, aunque ninguna ponía en duda la veracidad de la historia. Imagino que usted tendrá sus reservas, porque he de reconocer que lo que cuento son hechos extraordinarios. Pero le aseguro que, si hubiera escuchado a Lucía contarla, si la hubiera visto sudar con sólo recordar cómo conoció a su insólito amante, también la habría creído. Lucía, algo más serena, continuó su relato.Añadir Anotación

«A pesar del calor de la pasión, durante los primeros meses sufría constantemente. Tenía la sensación de estar engañando a mi marido con aquel hombre al que no sabía con qué nombre dirigirme, pues me resultaba imposible llamarlo Jonas. Cuando empecé a llamarlo “amor mío”, palabras que jamás había empleado con mi marido, fue como si en mi cabeza empezaran a separarse dos fluidos que hasta ese momento formaban una mezcla turbia.Añadir Anotación

«Mi amor era un hombre en bruto, desprovisto de las protecciones tras las cuales la mayor parte de los hombres ocultan sus verdaderos sentimientos. Me contaba cosas de su infancia que era la de Jonas amputada en algunas partes. Recordaba a su padre como el hombre cercano y amable que en realidad fue, aunque nunca me habló de su muerte cuando él tenía apenas trece años, ni de cómo tuvo que llevar el peso de ser el cabeza de familia y sacar adelante a sus once hermanos con la ayuda de su madre. De ella hablaba poco, apenas comentó un par de agradables momentos en los que, alrededor de la chimenea, le contaba historias antiguas de los indios. Nunca me habló de la guerra, parecía no haber estado allí.Añadir Anotación

«Pasamos juntos muchas noches, hacíamos el amor y hablábamos hasta que el sueño nos vencía. Dormíamos muy poco. Al día siguiente, Jonas estaba lógicamente rendido y no entendía por qué. Las noches que dormía con mi marido sentía la cama enorme y fría.

«La naturaleza tiene fallos, de eso puedo dar buena cuenta, pero incluso en sus errores hay sabiduría. La mayor parte del tiempo, era Jonas el que estaba presente, por decirlo de alguna forma. Llevaba el negocio, acudía a la iglesia y le echaba una mano al padre Jeremy, ayudaba a los niños con los deberes y mantenía la imagen de hombre recto por la que era tan respetado en el pueblo. Era en los momentos de ocio, en las tardes calurosas y en las noches tras la jornada de trabajo, cuando mi amor aparecía. Supongo que, cuando su cabeza descansaba de las obligaciones, se producía un clac, se soltaba una amarra, se desataba un nudo, y emergía ese otro hombre.Añadir Anotación

«Pero no siempre sucedió así. En una ocasión fue mi amor el que atendió a un vendedor de patatas con el que estuvo toda la tarde encerrado en el despacho. Aquel hombre se fue de Cerro Bueno encantado, medio borracho y con un buen puñado de dólares en el bolsillo. Nos dejó docenas de sacos de patatas a precio de oro, la mayoría de las cuales tuvimos que regalar a la parroquia porque estaban empezando a echar raíces.Añadir Anotación

«Con el paso de los años aprendí a vivir con esta dualidad, y a aprovechar lo mejor de cada uno de ellos. Llevaba una vida hogareña como la de cualquier matrimonio, salpicada de momentos luminosos.»
Lucía hablaba pausadamente, con la mirada perdida, parecía estar visualizando lo que me contaba y mostraba su preciosa sonrisa constantemente. Luego se quedó pensativa y suspiró.

«Sabía que aquel regalo de Dios no podía durar siempre, pero lo que no podía imaginar era el alto precio que iba a pagar por disfrutar de aquel privilegio. Tendría que tomar la decisión más difícil: mi felicidad o la vida de Jonas.Añadir Anotación


ENLACES
Universo Denver. Éste Oeste es más que un juego de palabras
Biografía de Jonas Denver
Blog de Zeta
dezeta, 3 de Octubre de 2009
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