-¡¿Qué?! ¡¿La sangre de... -Cállate y escucha --le interrumpió el extraño--. Los romanos solían clavar una lanza en el costado de los crucificados para asegurarse de que estaban muertos. Pero a Jesucristo, dados los rumores que circulaban sobre él, le fue clavada la lanza en el corazón. Se dice que entonces un líquido brotó de la herida; parecía sangre, aunque de color completamente blanco. Era como si el corazón del Mesías hubiera derramado luz líquida. Esa sustancia no llegó a coagularse, secarse a causa del calor o ser absorbida por la arena. Los romanos la guardaron en una urna y la escondieron celosamente. Algún tiempo después esa urna llegó a las manos de un vampiro. Intentó beber la sangre que contenía, ya que pensó que al tomarla obtendría un inconmensurable poder, sin embargo en cuanto una gota entró en contacto con su boca el vampiro ardió hasta quedar reducido a un montón de cenizas... Desde entonces nada ha vuelto a saberse de esa urna ni de la sangre que contenía. >Hay algo más que debes saber. Ningún ser vivo, mortal o inmortal —continuó diciendo el extraño--, puede contener el poder de esa sangre. Los vampiros arden al contacto, los humanos acaban reventando, literalmente. Desgraciadamente existe un medio para tomar ese extraño líquido sin que ello lleve a la perdición a su consumidor: El Santo Grial. Si esa sangre, antes de ser ingerida, se vierte en la copa que usó Cristo en la última cena, puede ser consumida sin temor alguno. El ser que la haya bebido obtendrá un poder infinito e inconmensurable... El poder de un Dios. >Desgraciadamente todo esto puede hacerse realidad en breve. Hace sesenta y cuatro años, yo... -¡Espere un momento! —le interrumpió Stern-- ¿Cómo sé que lo que me está contando es cierto? -Tendrás que confiar en mí. -¿Confiar en usted? —dijo Stern con recelo. -Muchas dudas se agolpan en tu cabeza, joven Stern. Pero te rogaría que me dejases continuar. Todo te quedará más claro una vez haya terminado. -Está bien —accedió Stern. -Hace sesenta y cuatro años encomendé a un grupo de vampiros la búsqueda del Santo Grial. Les pedí que lo destruyeran en cuanto lo encontraran. Desgraciadamente esos vampiros me traicionaron, ya que cuando lograron hallar el Grial decidieron conservarlo para sus propios fines... Y lo utilizaron para despertar a un terror del mundo antiguo —El extraño hizo una pausa. El muchacho parecía ser bastante culto, pero se preguntó hasta donde llegaban sus conocimientos--. Dime, Stern. ¿Te suena de algo el nombre de Melkaia? -Algo he leído sobre él —contestó Stern--. Fue un vampiro, de la primera generación según dicen, que casi logra llevar a la humanidad a la perdición... Pero desconozco muchos detalles, pocos textos se conservan de aquellos tiempos. -Bien, te pondré al corriente. ¿Has oído hablar de Abad el Primogénito? Stern negó con la cabeza. -Fue el primer ser inteligente en caminar por los jardines del Edén. Era mitad humano y mitad ángel. Dios lo creó con el fin de que se convirtiera en el monarca y protector de la especie humana. Quería que Abad fuera el guardián de los hombres desde el génesis hasta el final de los tiempos... Pero los acontecimientos tomaron rumbos muy diferentes –El extraño suspiró, su voz quedó envuelta por la tristeza. Stern se preguntó cual sería el motivo-. Abad traicionó al Creador y, en lugar de convertirse en el protector de la humanidad, acabó transformándose en el primer miembro de tu especie, en el primer vampiro. -Jamás había oído hablar nada sobre esto. Escuche –Stern se encogió ligeramente de hombros-. Lo siento pero no puedo creerle, yo... -¿No puedes creerme? Entonces, dime, ¿en qué se diferencia mi relato del de una serpiente seduciendo a una mujer para que tome una manzana del árbol prohibido? ¿Es más fácil creer en esto? -Tiene razón –asintió Stern. -Tenía entendido que poseías una mente mucho más abierta, joven Stern. -Y así era. Digamos que en los últimos años me he vuelto mucho más..., cauto. Usted parece saberlo todo, así que supongo que también conocerá mis motivos, ¿no es así? –El extraño asintió--. Entonces supongo que sabrá disculparme. Continúe, por favor. -En los primeros siglos de historia de la humanidad se produjo un conflicto que estuvo cerca de acabar con la especie humana: la denominada Guerra de las Brujas o Era Oscura. Después de que todo terminara, Abad decidió retomar su papel de protector de la humanidad. Fundó una inmensa ciudad a la que llamó Babilonia, una ciudad en la que humanos y vampiros coexistían en armonía. El mundo se sumió en la calma posterior a la tempestad y los supervivientes de la Era Oscura vivieron en paz durante un largo periodo de tiempo. Pero esa paz no fue eterna. Un día Abad desapareció sin dejar rastro, nadie volvió a saber más de él. Incluso hoy, la desaparición del primero de los vampiros continua siendo un misterio.
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