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Cuando el señor y la señora Cebolleta tuvieron gemelos, la comunidad de vecinos se revolucionó. La noticia sorprendió a todo el mundo, ya que Herminia Cebolleta era una señora mas bien talludita y por lo tanto, con pocas posibilidades de quedarse embarazada.
Nacieron dos niños sanos, primero uno y después el otro. El primero salió tan deprisa que la enfermera y el médico casi ni se dieron cuenta. El segundo nació a oscuras para desgracia de todos. Doña Herminia angustiada por el dolor no sabía a quien agarrar de la mano. Y el médico tuvo que coger una linterna para saber donde estaba la cabeza del recién nacido. Los apagones por aquel entonces estaban a la orden del día.
Hubo un debate sobre los nombres que tendrían los gemelos. Alguien mencionó a Abel y Caín. Por otra parte se oyeron cosas como: Eustaquio, Rigoberto y multitud de nombres exóticos. Se repartieron panfletos y el alcalde decidió que lo mejor sería una votación popular.
A decir verdad no recuerdo los nombres que resultaron ganadores. Lo que si sé, es que los padres tuvieron un grandísimo dilema. Asi que, D. Cipriano (el padre de las criaturas) para no descontentar a las personas que habían elegido otros nombres, decidió ponerselos él mismo y no hacer caso a nadie.
- Se llamarán Fulano y Mengano.
Y así se hizo.
El día del bautizo, fue muy divertido. Cuando el cura se enteró de los nombres casi le da un patatús.
- Usted no puede ponerle esos nombres a los niños D. Cipriano
- Por supuesto que puedo y si no quiere bautizar a mis hijos, ahora mismo dejaré de ser católico.
La Sra. Herminia habló con el cura durante un buen rato para tranquilizarle y al final accedió a bautizar a los gemelos. Fulano y Mengano eran oficialmente crisitanos.
Cuando los niños crecieron y fueron a la escuela, sus compañeros de clase comenzaron a burlarse de ellos. Generalmente las filas de atrás estaban inundadas de criaturas feroces, infantes carroñeros que insultaban despiadadamente a los pobres mellizos. Se reían porque Fulano y Mengano no eran nombres normales. Al salir de clase, las madres de los otros niños miraban a Doña Herminia y murmuraban entre risa y risa.
El destino les había preparado una cruel vida plagada de mofas y pitorreos...
Fulano que fue el primero al salir y además el mas rápido, adoptó una dislexia galopante a causa del trauma.Cuando la profesora se enteró de aquel problema, puso a Fulano en otro tipo de clases dejando a Mengano solo ante el peligro. Lo que sucedió a continuación es fácil de imaginar.
Mengano pasó de ser un niño alegre y generoso a convertirse en un engendro diabólico. La verdad es que así era realmente fácil distinguir a uno de otro.Aunque yo no llegué a cocerlos realmente, hubo mucha gente que se dedicó a "estudiarlos en profundidad". Una de esas personas fué la tutora de Mengano, que contrató a un guardaespaldas hasta que el niño cumplió los 16. Doña Herminia no quiso meterle en un correccional porque la culpa era de Cipriano según ella. Asi que cuando cumplieron la mayoría de edad, Fulano y Mengano abandonaron el pueblo por votación popular (de nuevo).Hubo asambleas y muchos altercados respecto a ese tema. El señor y la señora Cebolleta recibieron cartas de amenazas si los chiquillos no eran desterrados del municipio inmediatamente.
Lo que aconteció mas adelante nadie lo sabe. Algunos comentan que Fulano se hizo sacerdote para que ningun niño fuera bautizado con algun nombre extraño. Otros dicen que Mengano se convirtió en un ermitaño melenudo y antropófago que se alimentaba de niños pelirrojos. Pero eso es lo que dicen, claro.
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