| X-Force (v.2) Nº 1 (2004)
de Rob Liefeld
Anotado.
(The Legend Returns) :: Página 12 ::
By: Luís Javier Capote Pérez 
La primera viñeta es una alegoría acerca del retiro espiritual y la especulación inmobiliaria que nos azota inmisericorde: es necesario edificar en las más altas cumbres, allí donde se está más cerca del cielo, allí donde sólo llegan unos pocos. La cima no tiene espacio para muchos, así que hay que aprovechar el espacio. El exotismo se remata con una especie de matojos colgantes a lo jardín babilónico, sin duda cultivados a partir de plantas mutantes que crecen frondosamente pese a que en el lugar debe de hacer un frío de bigotes. ROB nos deleita con un escenario en el que puede aparecer cualquier cosa: un caballero andante, un hechicero, un viejo oriental borrachín con una calabaza de vino en bandolera o un viejo barbudo paseando con su nieta y un par de cabras. Corte y avance: no lejos del templo, o dentro de él, o varias verstas más abajo, tenemos una original perspectiva con la que "our jiro" homenajea las apariciones estelares de la no menos mítica y adliana serie sesentera del Dúo Dinámico. ¿El suelo está horizontal o nuestro amigo Chatertar y los monjes que le acompañan han desarrollado un nuevo poder mutante que es el de caminar por paredes verticales? ¿Una forma indirecta de aprovechar el tirón de Spider-Man II? Lo viejo y lo nuevo se dan la mano en un nuevo ejemplo de la habilidad comercial de ROB, que también aprovecha -no podía ser de otra forma- para crear nuevos e ingeniosos conceptos, como el viento mutante que sopla en los dos sentidos al mismo tiempo (véanse las colas de caballo de los cuasi-calvorotas.) Avanzamos más y vemos a los contendientes: la pareja de monjes-guerreros se enfrenta a Chatertar, sendas espadas en ristre. Uno es tuerto del ojo izquierdo y su mirada se cruza con la de Chatertar, cuyo globo equivalente brilla como una bombilla. ROB ya nos indica mediante este sutil detalle que asistiremos a una nueva entrega del perpetuo conflicto entre el bien y el mal, entre la oscuridad y la luz. El héroe domina casi toda la página y presenta una imagen que sin duda habrá influido en tiemporriva, en trabajos anteriores como el Kenshin de Nobuhiro Watsuki. Quién no reconocería en Battosai el Asesino a un Chatertar de la era Meiji: la mirada inmisericorde, la coleta pelirroja al viento, el sangriento juego de espadas, la marca en la mejilla derecha. La influencia de ROB no entiende de idiomas, fronteras o tiempos. A destacar la recuperación de un detalle clásico de los míticos noventa: el cinturón de múltiples compartimentos, a lo que hay que unir la novedad de esa camiseta de grosor cero, evocadora de los petos legionarios y del mejor Bruce Willis, el de "Jungla de Cristal".
El espadachín en camiseta ¡casi na! <-Volver
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