NUNCAJAMÁS(historia del Paraiso Perdido)
Todos corríancomo pollos sin cabeza en un corral a la luz de la luna. Un tíocon un rifle se había escondido quién sabe donde y disparabacon munición infinita a todo habitante del Paraíso que sehabía concentrado en las hogueras junto a la playa para celebrarla venida del Verano. La tregua callada de bandas, mafias y policíasse había roto después de seis años. Era la noche enla que las bandas intentaban olvidar sus problemas y se sentíancomo una (o eso por lo menos pactaban los jefes) compartiendo bebidas ehistorias hasta el amanecer. Un disparo certero en la nuca hizo caer aun joven rapado. Otro en el hombro hizo caer a Roger el Cojo. Ya casi noquedaban agujeros, muros o portales derruidos tras los que esconderse.Pal zigzagueaba entre cascotes y fogatas buscando dónde ocultarse.Suponía que el tirador estaba en la torre de la Iglesia del EspírituSanto y, sin saber bien por qué, pensaba en los Walpurgis, esosjodidos locos, con los ojos inyectados en bombers y sus lenguas taladradashasta la garganta. Y para colmo tenían buena puntería losmuy cabrones.
Corría Pal mirando haciaatrás cuando su pierna se hundió, el traspiés hizodar con su barbilla contra el suelo y la sangre comenzó a brotardel reciente manantial. A pesar de todo, una mueca de optimismo aparecióentre sus maldiciones. Casi imperceptible en la oscuridad una boca de alcantarilladole había atrapado la pierna. La suerte parecía desaparecercuando desde la oscura oquedad algo sacó su pierna y comenzóa cerrar la alcantarilla con una chapa metálica. Saltó alhueco, forcejeó con su invisible oponente y mandó el cierremetálico lejos de sus manos bajo el gotear incesante de la sangrede su barbilla. Una muchacha era perforada en su pecho por una balamientras luchaba por resguardarse tras una pared semidestrozada abarrotadade Aguijones. Pal bajó la irregular escalera que daba acceso a laalcantarilla, cerrando la chapa tras cubrir su cabeza, cuando escuchóun chapoteo que se alejaba y de repente un fogonazo cegó sus ojos.Manchas multicolores cruzaban sus órbitas cerradas y sentíael calor del potente foco sobre su cara. Tenía toda la pinta deun foco robado a la policía y el que lo usaba lo hacía amáxima potencia. De repente la luz cesó y una voz le dijo:'Será mejor que me sigas, el mentón tiene mala pinta'.
Había caminado en laoscuridad más de diez minutos, con su mano rozando la pared húmedade la galería, tal como la voz femenina que lo guiaba le habíaindicado al comenzar su extraña expedición. Desde hacíadiez minutos la figura que lo dirigía no respondía ningunade sus palabras, pero Pal la seguía sin saber muy bien la razón.Si hubiera querido curarse solo debería haber esperado a que nose escucharan más tiros y buscar a unos de sus Chacales Rojos, peroalgo en la voz de la muchacha lo sedujo a seguirla. Cruzaron en variasocasiones y cambió la mano que rozaba la pared al menos cinco ocasiones.Aquellos corredores eran bastante estrechos, o por lo menos eso pensabapues, al extender el brazo que no rozaba la pared en más de unaocasión, rozó la otra pared con facilidad. Y esa sensaciónde estrechez, de ratonera, fue lo que hizo que se sintiera aún másperdido. Estarían todavía bajo los límites del ParaísoPerdido o habrían cruzado a Ciudad B. Todo el mundo habíaescuchado la publicidad que se hizo hace unos años cuando los muchachosdel Alcalde Juan Palomo bloquearon todas las bocas de alcantarilla quedaban acceso al Paraíso. Pero en el Interior corría el rumorque los mafiosos habían abierto sus propios subterráneospara conectarse con el Exterior. Los pasos de la muchacha se pararon yPal también se detuvo. Escuchó una manivela girar, una piedracrujir y un canal de agua gotear sobre algo metálico. Una luz tenuefue descubriendo progresivamente la figura de una muchacha con una gruesacoleta sobre un cráneo rapado y un gran tatuaje que le recorríadesde su cabeza a su brazo izquierdo. Sus ojos eran grises, o al menoslo parecían. Con prisas le hizo un gesto a Pal para que cruzadala trampilla de apenas un metro de alto por medio de ancho de donde proveníala luz. Cuando comenzó a reptar por el tubo iluminado, ella lo siguiócerrándolo sin que el supiera como. Estaba atrapado en un sitioen el que no sabía ni como entrar ni como salir. Tras treinta metrosemulando a una serpiente sangrante llegó a una inmensa sala cilíndrica,dispuesta en subniveles donde había una actividad que nunca hubierapodido imaginar. Desde su altura, equivalente a una cuarta planta podíaver bajo su cabeza a hombres y mujeres vestidos con los trajes de pordioseros,pandilleros y hasta yuppies, echados sobre camastros, viendo televisores,trabajando el cuero o sobre ordenadores portátiles, todos iluminadospor un gran foco que procedía de una altura incalculable. Sobreél había poca actividad: unas cuantas oquedades como porla que él había entrado con sus plataformas correspondientestodos vacíos, unos cuantos hombres tensando unos gruesos alambresy dos escaladores en una pared lisa sobre la que podía leer lasletras C C L A R K como sobre una gran pizarra. Y por todo aquel mundoen un cilindro una espesa vegetación de arbustos y flores de lasmás variadas procedencias. La muchacha lo acompaño un ratoen la contemplación pero cuando creyó que había vistotodo lo que debía, le dijo: "Ahora es momento de curar esa herida".Bajaron por unas poleas y llegaron hasta una amplia plataforma donde unoshombres heridos descansaban sobre unos camastros. Una mujer anciana, conun inmenso tatuaje deformado en las arrugas de su piel, miró condulzura a la joven y le recriminó con cariño:
'Wend, cuantas veces te hedicho que cuando traigas invitados me lo avises. Aunque este por lo quese ve ha tenido un percance. Veamos.' La anciana comenzó conmanos expertas a abrir y cerrar la herida. Pal se agarró a una mantaen suelo y la apretó con fuerza. Aquello escocía.
'Bien querida, tráemeun poco de azúcar y Ron, esto hay que curarlo con la Sabiduríadel Sr.Smith'.
'Pero Abuela Skim, con un poco de cicatrizante valdría',recriminó la joven a la anciana que parecía tomarse demasiadaspreocupaciones por Pal.
'Wend, niña salvaje, cuantas veces...' y mirándola.la anciana hizo que la joven bajase su cabeza y buscara el ron y el azúcar.Mientras, la Abuela Skim preguntó al joven '¿Mi nietaparece haber perdido los modales y ni siquiera nos ha presentado, Mi nombrees Sara Skim, ¿y el tuyo?' Pal contestó aturdido aúnpor las circunstancias en las que se encontraba. 'Pal'
'Con buen pie has entrado, tienesuna de las letras' Wend trajo la bebida y la anciana, con picardíaen su cara, probó el Ron y acercándoselo a Pal se lo dioa probar.
'La cura no es que duelapero siempre es mejor...' Pal cogió la botella con decisióny tomo un largo trago. Cuando la soltó las caras de Wend y la AbuelaSkim le bailaban sonriente mientras sus ojos se cerraban.
Despertó con un fuertedolor en su espalda, un poco más abajo de su cuello. A su alrededorhabía arena y las voces más cercanas que le llegaban proveníande una hoguera apagada donde algunos Chacales Rojos cantaban viendo elamanecer. Pal se tocó la barbilla y no encontró ni el másmínimo rastro de cicatriz o herida. Se arrastró hasta suscompañeros y estos lo miraron con sorna. '¿Como estasdon Juan Mortuorio?, se te ha pasado ya el miedo'
'¿Pero de que estáis hablando y como he llegado aquí?'
'Eso está muy bien, ahora hazte el disimulao y di que no te acuerdasdonde te escondiste ayer cuando los tiroteos. Pues el caballerete se metióescondió entre un grupo de cuerpos caídos y te daríasun golpe, pues cuando machacaron a esos jodidos Walpurgis, te estuvimosbuscando y te encontramos colocado besando una pobre a la que le habíanatravesado la cabeza. Todo un Casanova del Cripvillage Radio'
'Pero ¿y el hueco?¿y Wend…?'
'Es mejo que te unas al finde fiesta, mañana ni te acordarás'
EPILOGO
'Bien Wendy, lo has encontrado,es el tuyo'
'Pero estás segura Abuela,te repito que intentó entrar por el pasadizo del Oeste y casi melo llevo por delante'
'Pues si hija, lo vi en susojos, además tiene una de las letras y eso lo dice todo. Ademáspronto cumplirás los días en que cambiarás. Asíque búscalo antes de que muera o lo encuentre a otra.
'Si tu lo dices, la verdad esque con el foco cegando sus ojos, vi algo... no se'