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Historia

Pensamos que lo conocemos todo. Que todas las personas, razas y grupos raciales están ya inventados. Que no existe nada nuevo. Negros, blancos, amarillos, pielesrojas, esquimales... Pero podemos equivocarnos, y encontrar otro tipo de raza que ha estado entre nosotros desde el origen del mundo... los vampiros.

Úbeda se encuentra en la provincia de Jaén, en la divisoria de los valles del Guadalquivir y del Guadalimar. Situada en la vertiente sur de las Lomas del mismo nombre, es centro de comunicaciones y de área comercial.

Población conocida por los romanos con el nombre de Bétula y por los musulmanes como Ubdah, se especializó en la producción de vinos de calidad y en la fabricación de colchas de lujo. En 1234 fue tomada por Fernando III, y Sancho IV le otorgó privilegios en el siglo XIII. Muhammad V de Granada la incendió y pasó a cuchillo a sus habitantes en 1367. Úbeda se rehizo y a finales del s. XV contaba con 20.000 habitantes. Enrique IV le dio el título de ciudad (1468). En 1516 intentó rebelarse contra Cisneros, y se sumó a la causa de los comuneros en 1520.

El renacimiento andaluz dejó en la ciudad monumentos de un gran interés. La colegiata de Santa María se edificó sobre el solar de una mezquita, de la cual se conserva una de las puertas. El templo actual, que data del s. XV, consta de tres naves, con bellas rejas de Bartolomé de Jaén. La capilla de El Salvador fue proyectada por Diego de Siloe y levantada, a partir de 1540, por Andrés de Vandelvira. También de Vandelvira es el Palacio de las Cadenas (1562), en la actualidad sede del ayuntamiento, y el hospital de Santiago (1562-1575), que con su gran patio de dos pisos, su escalera monumental y su iglesia, es una de las manifestaciones arquitectónicas más interesantes de Andalucía. El palacio de Vela de los Cobos, el del conde de Guadiana, la casa de los salvajes, el ayuntamiento viejo y la casa de las Torres completan el conjunto renacentista. Del periodo gótico, con reminiscencias románicas y mudéjares, son las iglesias de San Pedro, Santa Clara y San Nicolás.

Nadie sabe con exactitud en qué momento aparecieron los primeros vampiros en Úbeda. Pero lo que sí es cierto es que se instalaron y desarrollaron con suma facilidad. Podría decirse que el ambiente les resultó propicio, alcanzando rápidamente posiciones de poder dentro de la ciudad. Aunque durante mucho tiempo sus ataques y operaciones gozaron de la discreción y el anonimato que proporcionaba la noche, los resultados de sus incursiones acabaron por salir a la luz. Las desapariciones eran cada vez más frecuentes, desconcertando a la policía local, que seguí sin poder encontrar explicaciones coherentes a los extraños sucesos.

Los ataques eran cada vez más crueles y violentos. Entre los oscuros círculos comenzó a sonar con fuerza un nombre: Ángel. Su poder era reconocido y temido incluso por los de su propio bando. Su fuerza y rabia interior eran tales que podría haber eliminado toda vida humana en Úbeda de no haber sido apaciguado por sus congéneres. Por debajo de Ángel, pero ganando poder a medida que avanzaba el tiempo, había otro vampiro, llamado Uziel. Si Ángel se caracterizaba por su crueldad y carencia de escrúpulos, sabido era que la ambición de Uziel no conocía límites. Los vampiros se habían vuelto muy confiados y eso les hacía ser más descuidados. Y la balanza se inclinaba peligrosamente hacia los no-vivos. La aparición de un pequeño grupo de cazavampiros, comandados por el misterioso Logan, logró calmar la situación. Al menos, aparentemente.

La ciudad de Úbeda era demasiado importante para un bando como para permitir que cayera en manos del otro. Así que lo que en realidad ocurrió fue que se estableció un equilibrio dinámico. Como solución parcial, se dividió la ciudad en dos tipos de zonas: las que estaban bajo el dominio vampírico, y las que estaban bajo la protección de los cazavampiros, todo ello a expensas de la población humana, ignorante de la guerra abierta existente. Esta tregua se veía a menudo forzada por breves incursiones de una facción en el terreno de la otra, con pequeñas victorias, pero desde las que no se alcanzaba a ver el final de la interminable guerra.

Mientras tanto, no muy lejos de allí, en Jaén, hacía su aparición otro peón de la figura oculta que parecía manejar los hilos en toda esta historia. David, ex-policía expulsado del cuerpo por su difícil carácter y sus poco ortodoxos métodos, preparaba su maleta con la esperanza de que esta vez, por fin, alcanzara su objetivo. Su mujer, Nadia, le había abandonado meses atrás tras su última y acalorada discusión. Después, su misteriosa desaparición, con la que David se obsesionó. La extraña relación entre ésta y otras desapariciones ocurridas en similares circunstancias parecían llevar a un sobrenatural y horroroso culto a la sangre. Las últimas pistas conducían a la ciudad de Úbeda.

De nuevo allí, la situación ha empeorado. Ángel ha desaparecido y, en su lugar, Uziel ha desatado una ola de sangrientos crímenes, contra los que el reducido grupo de cazavampiros apenas puede dar abasto. El equilibrio se ha roto nuevamente, y cada vez es más notorio que una poderosa y oscura fuerza se halla detrás de todo esto...

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