Arcontes: al servicio de la justicia.
Caza a los que duermen en la sombra
no lo hagas por temor u odio
cázalos por su sangre
y por el bien de los Vástagos.
- Das Buch von der Grabkrieg.
Durante incontables años, ellos han velado por la paz en la Camarilla. Todos nosotros hemos oído hablar de ellos como el preludio del castigo merecido; son los Arcontes, los guardianes de las Tradiciones, los servidores de los Justicar.
En este pergamino tratamos de registrar, basándonos en diversas fuentes (citadas al final del texto), los sistemas para utilizar los Arcontes en tu Crónica de Vampiro como algo más que unos meros arquetipos.
Capítulo Uno: Orígenes y naturaleza de los Arcontes.
Al fundarse la Camarilla, los fundadores (Hardestat, Rafael de Corazón y compañía) tomaron bajo su protección a cuatro Cainitas, que serían los primeros Arcontes de la historia vampírica; sus nombres eran: Federico de Padua (Nosferatu), Lilika Kairos (Brujah), Jean-Marc d'Harfleur (Toreador) y Gilbert d'Harfleur (Ventrue). Su función fue ser asistentes de los Fundadores y combatir a los Anarquistas allí donde fuese necesario.
Con el tiempo, nació el concepto de Justicar, juez de jueces, y cada cuál confió en su propia prole, creándose los Justicar de Clanes, es decir: un Toreador, un Tremere... También se hizo necesario germinar la fidelidad en los servidores de los Justicar, y por ello se usó el Vínculo con los Arcontes, que suelen pasar poco tiempo con su señor, dedicándose principalmente a la búsqueda de aquéllos que rompen las Tradiciones. Las bandas de anarquistas, que con frecuencia están infestadas de Diabolistas potenciales, tienen muchas veces a un Arconte infiltrado. Y en más de una ocasión, grupos enteros de Diabolistas se han matado entre sí intentando eliminar al Arconte infiltrado, cuya presencia nunca había sido verificada realmente. En muchas ocasiones no había ningún Arconte, pero el miedo a su presencia ha impedido que los Diabolistas cooperen entre si.
Los Príncipes suelen tomarse muchas molesias para averiguar la identidad de los espías Arcontes en sus dominios. Así que, aunque la Diablerie se comete realmente con mucha frecuencia, los espías sólo capturan a aquellos que han caído en desgracia ante el Príncipe o un Antiguo influyente. El Príncipe se limita a guiar sutilmente al Arconte hacia el Diabolista, librándose así, fácil y legalmente, de un enemigo.
Los Justicar son conscientes de este punto débil en su red de información y también saben que los testigos mienten a los Arcontes y que sus informadores tienen sus propios proyectos. Todos los métodos para capturar Diabolistas están cargados de errores y confusión. Las cosas rara vez son como parecen. Podemos decir que los Arcontes son los mejores instrumentos de los Justicar, pero que no siempre son infalibles.
¿Cómo se escoge un Arconte? cada Justicar tiene un método; algunos escogen a hombres hábiles con las armas, otros a estrategas políticos. Aceptar el requerimiento de un Justicar no es una obligación, pero es un honor que conlleva un pago que liga al Vástago de por vida a su señor (Vínculo de Sangre). De todas formas, sea cuál sea el campo de acción de un Arconte (política, ocultismo...) nunca es fácil.
Capítulo dos: Rito de Iniciación.
El Justicar o uno de sus Arcontes suele observar a un candidato durante un tiempo variable, en el cual tratan de probar su lealtad a las Tradiciones, Camarilla y Clan. Si estas son fieles, suele prepararse una prueba de fuego conocida como el Rito de Iniciación. Algunos Arcontes suelen hacerse pasar por diabolistas o algún tipo de prueba similar (a elegir por el Justicar; cada cuál tiene sus métodos) en la cual el candidato sea el único capaz de evitar que se cometa un crimen contra las Tradiciones (esto no es necesariamente Diablerie, puede ser, por ejemplo, un desgarramiento brutal de la Mascarada). Sólo si el candidato cumple con éxito su misión se le ofrecerá la adhesión, si fracasa, nunca volverá a recibir tal invitación salvo que realice algún servicio excepcional a la Camarilla.
Una vez se inicia a un Arconte, éste será adoctrinado por su inspector (sea el Justicar o un Arconte de su confianza) el cual le instruirá en la tarea que debe realizar. Por ejemplo, Clarín, el Arconte Ventrue de Oviedo Nocturno está instruyendo a un joven para que le reemplace en los viajes por todo el mundo, dedicándose él más a la política. Otro ejemplo son el grupo de Jacques (ver más abajo) que se basan principalmente en la habilidad de espionaje para su selección.
Capítulo tres: Servir a un Justicar.
Superado el período de instrucción el Arconte debe haber bebido tres veces de su Justicar, quedando Vinculado a él. Tras ello, su señor suele indicarle su primera misión y cómo realizarla, así como la forma de establecer contacto con él (sea por móvil, Taumaturgia o tam tam). El servicio a un Justicar suele compaginarse sin problemas con la política vampírica (siendo imparcial, claro está; si no, puede que estés tirando piedras contra tu propio tejado...) y en las metas personales del Arconte.
Capítulo cuatro: Dejando el vasallaje.
Un Arconte debe haber servido durante un mínimo de siete años a su Justicar para pedirle el abandono. Entonces, el Justicar evalúa los motivos de su discípulo y si los juzga convenientes le retira del servicio, pero mantiene el Vínculo y el derecho de invocarlo y reincorporarlo al servicio si fuera necesario.
Bibliografía:
Vampiro: La Mascarada.
Corazones Ensangrentados: Diablerie en Britania.
Crónicas de Transilvania 2: Hijo del Dragón.
Children of the Night.
Lazaro de Vetusta - Sociedad Occultae
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