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Párroco de la Colonia de New Playmouth (Massachusetts). Llegó a Nueva Inglaterra en 1620, en el barco Mayflower.
Muchos puritanos Ingleses se refugiaron en la colonia durante el siglo XVII. Pronto, se convirtió en un foco cultural, con la universidad de Harvard. El Mayflower trajo 102 Ingleses. Durante el trayecto se redactó el Mayflower Compact. Un libro, donde salían reflejadas las normas a seguir de la colonia.
Arthur Dimmesdale, procedía de Irlanda. Sus ojos castaños, y su pelo largo y negro, lo identificaban como uno de los habitantes de las islas. Nació, creció y vivió en la ciudad de Athlone. Allí, estudió el camino de dios, y siguió los pasos de su maestro, uno de los párrocos de Athlone.
Cuando llegó a la edad de 20 años, ya había aprendido todo lo que necesitaba saber, y decidió marchar junto con los nuevos colonos hacia el nuevo mundo, pues allí necesitarían a alguien que les guiase por el camino del señor. Llegaron al nuevo mundo y construyeron lo que en un futuro se llamaría New Bedford, en el condado de Massachusetts.
Allí, pasaron los años, y fueron viniendo nuevos colonos, mientras él, predicaba la palabra del señor a los indios que allí habían encontrado, con el tiempo decidió traducir la Biblia al idioma de los indios, el Iroqués. Empresa que no llegó a completar.
Cuando llevaba unos 3 años en la colonia llegó una mujer a la colonia. Era una mujer hermosa, inteligente, y que no se mordía la lengua delante de nadie, aunque muchas veces incomodara a los presentes. Se llamaba Mary, y su marido la había enviado al nuevo mundo para encontrar y preparar una casa donde vivir. Su marido, era un respetado médico de Londres, el cual, le debía doblar la edad.
Así que Arthur y Mary se encontraron por primera vez, quedaron profundamente enamorados el uno del otro. Durante mucho tiempo, se hicieron visitas de cortesía, en las cuales se respiraba un aire en el que no solo crecía una fuerte amistad. A los dos les encantaba leer, pasear por el bosque, y relacionarse con las culturas ajenas y comprenderlas, para que así, estas, pudieran comprender la suya. Pasaron los meses, y Arthur se decidió a declarar su amor a Mary, la cual, le correspondía. Por desgracia, no podían estar juntos, así que lo mejor que podían hacer era mantenerse alejados el uno del otro.
Pasó el tiempo y un día llegó la noticia de que el barco que debía llegar con los suministros y los nuevos colonos, había sido atacado por una tribu de indios, los cuales, no habían dejado ningún superviviente. Arthur, como párroco de la colonia, marchó hacia casa de Mary, la cual había instalado su hacienda a las afueras de la ciudad, en los acantilados, donde se podía ver el mar. Arthur, dio la triste noticia a Mary, la cual, más que apenarse se avergonzó, pues creía que Dios había matado a su marido para que ellos dos pudieran estar juntos. Pero eso tendría que esperar al menos siete años, según las leyes de entonces.
Pero eso no fue posible. Los dos se deseaban demasiado para aguantarse. Y así, cometieron pecado, el cual no lo hubiera sido delante de los ojos de Dios, pues este permitió que sucediera, pero que sí que lo era delante de los ojos de los colonos.
Estos, pronto supieron de que Mary tenía vómitos por las mañanas, lo que lo identificaba claramente como un síntoma de embarazo. Lo cual no era posible si su marido había perecido en el ataque de los indios. Así pues, los colonos castigaron a Mary, pues esta no quería revelar el nombre del hombre que la había poseído. E igualmente, no le permitió a Arthur que revelara la verdad. De esta forma encerraron a Mary en la prisión durante seis meses, y dio a luz a su hija en prisión. Durante esos siete meses nadie entró a visitarla, pues no se permitían visitas, ni siquiera las del padre Dimmesdale. Finalmente, Arthur pudo entrar para bautizar a la niña, a la cual le pusieron el nombre de Perl (perla).
Pero la crueldad de aquella gente no había hecho más que empezar, pues decidieron dejar libre a la madre, pero colgarle una letra de Adulterio de color escarlata, para que todos supieran que había pecado, y así ninguna mujer, hombre o niño se parara a hablar con ella.
La cuestión fue que el marido de Mary no había muerto, sino que había sido hecho prisionero por los indios, y finalmente, al cabo del tiempo había sido dejado en libertad por estos, ya que creían que les traería mala suerte, pues daba síntomas de levar un "espíritu" dentro (o sea estaba loco). Pero este hombre era cruel y retorcido, y sólo se dio a conocer a su mujer para que ésta supiera que encontraría al hombre que le había hecho a la niña, y que se vengaría de él.
Mientras, en la colonia, se hizo conocer como doctor que venía de Virginia, el cual había perdido la mujer y el hijo en un ataque de los indios. Una vez se instaló en la colonia, y conociendo a los hombres que allí había, empezó a esparcir rumores de brujería, los cuales tuvieron un fuerte efecto en la gente temblorosa de la ciudad. Poco a poco, y gracias al nuevo doctor, la población inició una caza de brujas, acusando como a tal a la comadrona de Mary de Bruja, pues la niña tenía un lunar, lo que se anunciaba como una marca de bruja. Así pues, el pueblo inició lo que iba a ser un linchamiento multitudinario, ya que iban a colgar a Mary, su comadrona, y las amigas de esta. A más a más de encerrar, y posteriormente castigar a los indios que se habían adoptado a la vida de la colonia.
Viendo la situación, Arthur, envió a un indio amigo suyo a que fuera a buscar a su pueblo, y que bajaran para salvar a su gente. Mientras, él subió al estrado y declaró la verdad sobre la niña, y Mary, la cual cosa, sorprendió y enfureció a la multitud, la cual, cambiaron gustosamente a Mary por Arthur.
Pero en el momento en que iban a colgarle, los indios atacaron la colonia, produciendo un caos increíble, junto con un montón de muertos. Arthur cogió a Mary, y buscaron a Perl. Una vez encontrada entre la multitud y el caos, junto con los amigos indios de de Arthur, huyeron hacia el monte, pero, Arthur fue herido por una bala. Todos pudieron llegar al poblado indio. Aunque Arthur estaba muy malherido, y no podría aguantar mucho tiempo más. Con sus ultimas fuerzas, pidió a sus amigos que se llevaran lejos a su mujer y su hija, y que no dejaran que les pasara nada. Así pues, sus amigos indios le hicieron caso, y como debían mover su poblado montaña adentro, se llevarían a la mujer y la niña con ellos, hasta que pudieran dejarlas en un lugar seguro. Arthur, sugirió que marcharan hacia el oeste, hacia Albany, o más allá. Pues era territorio francés, y no negarían el paso a una mujer y una niña, y allí, los ingleses no podrían alcanzarlas jamás. Así fue como los indios se llevaron a su mujer y su hija hacia el oeste, y el quedó tumbado allí, al lado del río, junto a las grandes cascadas donde iba a bañarse, perdiendo la vida lentamente, mientras todo se oscurecía.
Fue entonces cuando oyó un ruido, más bien notó una presencia. Miró a su alrededor, sin lograr ver nada, y de pronto, como saliendo de la nada, apareció una figura. Era una mujer. De piel oscura y ojos azules como el mar, su pelo era largo y oscuro. Él no la recordaba de haberla visto jamás entre el pueblo de los Iroqueses. Así que le extrañó, y se extrañó aún más cuando se acercó más, pues llevaba muy poca ropa, y iba cargada de amuletos y huesos. Le habló en Iroqués, y le dijo - No temas Arthur, mi amor. No dejaré que mueras, pues no puedo verte sufrir, aunque tú a mi me hayas hecho sufrir tanto al amar a otra mujer.-
- ¿Quien eres tú?, no recuerdo haberte visto nunca-
- Es verdad, tú nunca me has visto, pero yo a ti si. Durante largas noches, he estado observandote.-
- ¿Pero por qué no te has acercado a mi hasta ahora?-
- Me dabas miedo. No sabía si el poder de Dios estaba contigo. Ahora se que no lo tienes, y que no puedes dañarme.-
-¿¡ Que clase de ser eres tú que tienes miedo de Dios!?.-
La mujer se puso a reír, su risa resonó por todo el bosque. - Mi querido Arthur, aún en este estado, viendo lo que te ha pasado, aún crees que Dios te escucha.-
Arthur no supo que contestar, pues si que era verdad que parecía que Dios le había abandonado. Tal vez era efecto de la pérdida de sangre la que no le dejaba pensar con claridad, tal vez eran sus sentimientos hacia Mary y Perl, tal vez era la presencia de esa mujer, la cual parecía enviada por el diablo para reirse mientras moría. - Déjame en paz mujer. Déjame morir en paz, aunque vaya al infierno por mis pecados-
La mujer, tomó un tono mucho más dulce, y se sentó a su lado. Lo tomó en brazos, y con un leve susurro le dijo.- ¿Realmente quieres morir Arthur. No desearías vivir eternamente?.-
Claro que quería vivir eternamente, junto con su mujer y su hija, nada le haría más feliz. Ahora, oyó su voz, débil y temblorosa. -Si.-
La mujer bajó aún más el tono de su voz y le dijo.- Pero, si te doy ese preciado don, que me darás a cambio.-
-Lo que quieras, lo que quieras- dijo Arthur, el cual se sentía cada vez más débil.
- Así sea- dijo la mujer. Y esta se abalanzó sobre su cuello como un lobo hambriento. Arthur notó un intenso dolor al principio, y con sus últimas fuerzas se agarró a ella, la cual, empezó a desangrarle a gran velocidad, y él empezó a caer en una dulce y profunda oscuridad. No sabría decir cuanto tiempo se pasó con aquel sentimiento tan dulce, lo que si sabe, es que fue substituido por uno mucho más agradable e intenso. Abrió la boca instintivamente, y sintió como un fluido cálido le pasaba por todo el cuerpo. Fue la sensación más agradable que jamás había experimentado, y seguidamente, cuando ella apartó su brazo de la boca de él, empezó un terrible dolor.
Ella estaba sentada en el suelo. Completamente callada, observando como él se retorcía de dolor. Fueron los segundos más desagradables que había sentido hasta aquel momento. Después, se levantó del suelo, sin ningún rasguño, sin ningún dolor, exceptuando una ansiedad terrible que no había sentido jamás. Por suerte, los colonos, habían salido en busca de los indios. Y esto le fue de maravilla a Arthur, al igual que a ella.
Ella le dijo. -Sígueme.- Y haciendo un gran salto, cayó al otro lado del río. Arthur la imitó, y como dos rayos, se acercaron hasta los colonos, a través del bosque, sin hacer ni un solo ruido. Llegaron al lado del camino por donde pasaban los soldados de la colonia, y algunos colonos que no habían sido heridos. Todos llevaban armas, y algunos antorchas para poder verse por el camino. Allí, agazapado junto a ella, empezó a sentir los corazones de los colonos, latir, como le llamaban, como deseaba beber de ellos, y en un impulso irrefrenable, saltó hacía ellos, seguido por ella.
En unos segundos, habían diez hombres tumbados en el suelo, y los otros huían camino abajo, pues ni siquiera las balas habían podido detener a aquellas dos bestias que habían salido de la oscuridad. Rápidamente empezó a alimentarse de uno, mientras ella, se acercaba y le observaba.
La primera lección que aprendió fue que no hacía falta matarles, aunque, a este primero ya le había quitado la vida sin darse cuenta. La segunda lección fue que jamás debería alimentarse de sangre que ya estuviera muerta. Cogió a otro de los hombres que habían dejado inconscientes, y empezó a beber de él. Esta vez fue con más cuidado, y no le quitó la vida. Finalmente, al beber del tercero, quedó completamente saciado, y experimentó en toda su magnificencia los poderes que le había otorgado aquella mujer.
Percibió el bosque de una forma completamente distinta, como si el propio bosque le hablara en susurros, y como si cada árbol, le devolviera la mirada. Incluso, el ruido lejano de la cascada, sonaba distinto, más melódico, más atractivo. Era como si acabara de despertar de un largo y profundo sueño, como si en su vida anterior no hubiera existido nada que le llamara la atención, y esta nueva vida se lo diera todo. Pero entonces, recordó, su amada Mary, y su preciada Perl.
Se giró en busca de la mujer, y entonces, notó un fuerte sentimiento, el cual no había notado hasta entonces hacia aquella mujer. Era un sentimiento parecido al del amor. Estaba tan bella, allí, de pie, en la penumbra del bosque, que incluso le pareció que era la propia Mary a la que estaba viendo, pero mucho más bella de lo que jamás había osado imaginar. Siguió mirando a su alrededor, y entonces se dio cuenta de lo que había hecho.
Había quitado la vida de un ser humano. ¿En qué se había convertido?¿Qué clase de monstruo era? Y fue entonces cuando todo el mundo se le vino abajo. Había destrozado sus ideas sobre la vida, sobre Dios y sobre el Diablo. ¿Se había convertido en un siervo del diablo? Mientras Arthur caía de rodillas en medio del claro, completamente perturbado, los ruidos y el olor del bosque, le impregnaban profundamente, haciendo que se relajara, pero al mismo tiempo, siendo consciente de que hasta hacía unos momentos era incapaz de notar todo lo que ahora notaba. De repente, una mano le cogió de la cara, y se la levantó lentamente hasta poder mirarle a los ojos. Los ojos de ella, le miraron de forma extraña, como si no acabara de comprender porqué estaba llorando aquel hombre.
Arthur, se la quedó mirando, y lentamente, se fue impregnando de ella, calmándose cada vez más, enamorándose de ella. ¿Había un ser más hermoso que ella en el mundo? Entonces, algo se rompió dentro de él. -Mary-, se puso de pie, y salió corriendo hacia el pueblo de sus antiguos amigos indios. Cuando llegó, sin pensar en las consecuencias que ello comportaría, se presentó directamente delante de todos, buscando con la mirada a su mujer. Todos se quedaron sorprendidos al verle, pues bien sabían todos que había sido alcanzado por un disparo. - Mary- gritó, y de entre la multitud, vio aparecer a su esposa. Ella estaba completamente callada, con los ojos muy abiertos, como si no diera crédito a lo que estaba viendo. Él estaba allí, de pie, con la camisa completamente desgarrada y manchada de sangre, pero sin un rasguño. Su mirada se había vuelto más profunda, su aspecto parecía el de un ángel. Arthur se lanzó hacia su mujer para abrazarla, pero entonces, el que había sido su mejor amigo entre los indios gritó una palabra.
Era una palabra de extraño significado. Una palabra que no había oído casi nunca, y siempre en susurros. Significaba demonio. Todo el pueblo a la vez se movilizó, los niños, mujeres y ancianos se quedaron detrás de los hombres jóvenes, los cuales, rodearon rápidamente a Arthur, y sacaron sus armas.
Mientras, Arthur, se había quedado completamente quieto al oír aquella palabra salir de los labios de su amigo. Y se lo quedó mirando, mientras este se ponía entre él y Mary. Ella no entendía lo que estaba sucediendo, estaba demasiado aturdida. -¿Por qué me haces esto?- dijo Arthur.
-Tú ya no eres el amigo que yo conocí. Vete, aléjate de nosotros, hazlo por lo que antaño fueron tu mujer y tu hija. Vuelve con los de tu especie.-
-No quiero irme sin mi mujer y mi hija. Quiero estar con ellas, quiero estar con vosotros-
-No. Ahora eres un demonio de la noche. Ahora deberás vivir solo, apartado de los mortales hasta el fin de los días-
- Si no puedo vivir sin ellas prefiero no vivir-
-Pues que así sea- Algunos amartillaron sus armas, mientras otros cogían antorchas y hachas o cuchillos. Empezaron a rodearle y a cerrar el cerco. Detrás de este, Mary, gritaba el nombre de Arthur, mientras entre dos o tres mujeres se la llevaban para que no viera el terrible espectáculo.
Arthur cayó de rodillas al suelo. Levantó la cabeza, y se quedó observando el cielo estrellado, esperando a que la muerte le llegara por segunda vez en la misma noche. De repente, se levantó un fuerte viento, que logró apagar las antorchas, y en un parpadeo, había una mujer delante de Arthur. Sorprendidos por la aparición de la mujer, retrocedieron un poco. Realmente, esta mujer sí que parecía un diablo de la noche.....
Historial escrito por Caín.