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Antes que nada, señalar que existieron varias irregularidades durante la partida. Las apuestas eran muy altas, con Don Ibrahim defendiendo el título de Gran Maestro entre los Lasombra y Doña Isadora jugándose ciertos asuntos territoriales junto con unas consideraciones financieras. Además, existía dificultad para obtener las piezas adecuadas para el juego. Doña Isadora deseaba participar con un juego de piezas alternativas aprovechando la ocasión, pero Ibrahim insistía con firmeza en el conjunto estandar: ocho humanos (peones), dos Brujah (torres), dos Gangrel (caballos), dos Nosferatu (alfiles), un Toreador (reina) y un Ventrue (rey) por cada bando. Al final, la insistencia de Don Ibrahim de mantener el juego tradicional de piezas determinó que dos Gangrel Antitribu y un Ventrue Antitribu entraran en el juego por la fuerza. Como castigo por su obstinacion, los jueces obligaron a Don Ibrahim a tomar esas piezas de reserva para su bando. Le hizo muy poca gracia.
Al principio el juego se desarrolló sorprendentemente dentro de las líneas tradicionales. Don Ibrahim (jugando con blancas) comenzó con la apertura Brixton, mientras que Isadora (jugando con negras) contestó con una defensa Siciliana. Sin embargo, Don Ibrahim, usando una variación Karpov en la Brixton, cometio un grave error en el noveno movimiento (C-A6R +?, seguido de A-A3D!), lo que le costó uno de sus caballos. Se había especulado con que, como los caballos eran los sustitutos Antitribu, en realidad el Don intentaba quitarse de encima la insultante pieza. Aun así, observadores menos caritativos comentaron que la manía de la Doña a referirse a estas piezas como "pencos" enfadaba tanto al Don que le hacia jugar mal.
Se de buena tinta que la Doña conoce la terminología adecuada, y usaba el calificativo de forma explícita para romper la concentración de su oponente. Existe un precedente sobre este modo de comportarse en anteriores partidas entre grandes maestros, por lo que la Doña no fue censurada por los jueces.
No obstante, abandonó la defensa Siciliana para presionar dada su ventaja, mientras que el ataque del Don se veía mutilado dada su insistencia en avanzar con su caballo superviviente (16 C-C4R, seguido de 17 C-T6R?). Hasta el momento en el que la Doña retiro del tablero el caballo restante de Don Ibrahim (19 C-T3R!); fue entonces cuando el juego del Don volvió a su usual y excelente calidad.
Sin duda, el medio juego de la partida (del movimiento 19 al movimiento 32) perteneció al Don. Aunque el ataque de Doña Isadora había sido concebido de forma soberbia, la necesidad de distraer algunas de sus piezas, para tratar con la molestia del segundo "penco", dejó la mayor parte de la ofensiva en la esquina del tablero. Esto permitió al Don el apoderarse del centro de este y comenzar a desmantelar sistemáticamente la defensa de la Doña. En particular, 24 A-5R+! necesitó de una respuesta de C-C1R y genero 25 A-T3R, eliminando una de las tores de la Doña. En este punto era un secreto a voces en la galeria que las negras estaban en posición de abandonar.
Sin embargo, quedaba un revés final. Rondando el final de la partida, y seguramente distraido por los ruidos incesantes provenientes de la pieza de su rey (el antitribu no se mostraba deseoso de participar en el juego, y por ello clavaron sus pies al tablero). Eso trajo consigo pequeños retrasos cuando Don Ibrahim enrocó, pero esta minúscula interrupción en el juego era preferible mil veces a que uno de los espectadores Dominara al ofendido rey en un estado de quietud. Era obvio que invocar Sepultura podría considerarse indecoroso, el Don cometió el error fatal de 33 D-6D, poniendo en peligro a su reina. El Don reconoció su error casi al instante de cometerlo y exigió que se le permitiera rehacer el movimiento, pero cuando inició su protesta Doña Isadora respondió con C-R3! eliminando del juego a la reina del Don.
Inmediatamente, el Don pidió a voces una impugnación del movimiento, pero fue denegada por los jueces que afirmaban que ya se habían realizado tanto su movimiento como la respuesta de su oponente. Esta fue, y me avergüenza informar sobre ello, la mayor irregularidad ocurrida.
Existen ciertos jugadores entre los vivos que, cuando ven que el juego está en su contra, arrojan el tablero con rabia. Inevitablemente son penalizados, pero se ahorran la humillacion de ver a su rey en mate. Me apena decir que Don Ibrahim dio muestra de ese tipo y, a su estilo, hizo la exhibición más vergonzosa contemplada ante el tablero. Con el tiempo, fue refrenado por los jueces pero ya había perdido tanto la partida como el título de gran maestro. Esto hizo mella en su reputación a los ojos de muchos de sus iguales, y existe la propuesta ante Les Amies Noir de no permitirle competir en el próximo campeonato de ajedrez que se celebre en Madrid. Por supuesto, Don Ibrahim ha presentado su protesta formal por ello.
Respecto a las piezas supervivientes, los peones fueron servidos a los espectadores mientras que al resto se les clavó una estaca y se procedió a guardarlos para esperar una nueva competición, ya que el torneo se suspendió al comenzar el arrebato del Don.
Diego Luis Alvarez Ramirez Madrid, 17 de julio de 1995
Un último dato curioso, éste Don Ibrahim
Extracto del libro del Clan Lasombra.