Despertar.

      Recuerdo que, cuando era mortal, de vez en cuando tenía visiones del futuro, sueños premonitorios que no recordaba en su totalidad hasta que se cumplían, de modo que no me asustó aquel extraño impulso, casi una necesidad, que tuve en medio de la noche, que me obligó a levantarme y salir corriendo al bosque.

       A pesar de que mi familia me había advertido en numerosas ocasiones sobre los misteriosos monstruos que rondan los bosques durante la noche, no tuve miedo. A pesar de la gran cantidad de ruidos del bosque, que delataban la presencia de grandes depredadores, nada ni nadie me molestó en mi camino hacia un lugar que podía ver en mi mente, un lugar al que acudían usualmente los sabios que pasaban a menudo por nuestra aldea, que recientemente había sufrido una epidemia de mosquitos que sólo picaban en el cuello. Ahora sé que esos "sabios" eran magos, y que la epidemia la produjo una reunión de vástagos, la llamada Convención de Thorms. Una vez llegué allí ví a un hombre muy extraño que perseguía a una mujer que se había caído en el centro del claro. También podía ver sombras que no sabía por qué, pero identificaba con asesinos.

       - ¡Detente! - Gritó el hombre.

       - ¡Debes responder por tus crímenes! - ¡La venganza no es un crímen, Loft! ¡Lo que halla hecho con Hardestadt el Viejo no es asunto tuyo! - Respondió la mujer, a voz en grito mientras dirigía una significativa mirada a un arbusto. - ¡Si sigues con esto terminarás mal!

       El hombre (que debía llamarse Loft) se detuvo un momento, y un anillo brilló por un fugaz instante en su mano derecha, con una pura luz blanca. Entonces no sabía por qué, pero tuve la seguridad de que el cazador sabía que se metía en una trampa.

       - Quizá no sea un crimen, pero tu amo logró aprovechar tu ataque contra Hardestadt para burlarse de la eficacia de las normas de los Elíseos, y eso es algo que no puedo tolerar. Ahora mismo te están rastreando varias gárgolas de los Tremere, para que respondas a ciertas preguntas. Yo no necesito hacértelas, de modo que no tengo necesidad de cogerte con "vida". -Dijo Loft, con un intenso énfasis en la última palabra, que me hizo estremecer.

       Entonces, a una señal de la fugitiva, nueve formas encapuchadas surgieron de las sombras alrededor del claro, con armas desenfundadas. Loft rió, una carcajada demente que heló la sangre a más de uno de los presentes, y que hizo, por un momento, rielar su imagen. Cuando los atacantes lograron recobrarse de su parálisis, intentaron atacar a Loft, pero el primero que lo intentó atravesó su imagen insustancial para caer entre un grupo de sombras, ¡sombras sin cuerpo que las proyectara! ¡Y, al mismo tiempo, Loft surgió de detrás de la mujer, clavándole una estaca en el corazón! Pero lo más sobrecogedor vino luego, cuando el brujo se movió con una velocidad varias veces superior a la de una persona normal, con dos cimitarras en sus manos y un fulgor espectral en los ojos, su capa ondeando a un viento inexistente...

       Antes de darme cuenta, otros tres atacantes yacían decapitados en el suelo y un cuarto se retorcía de dolor en el suelo, agarrándose el lugar donde debería estar su brazo. Las sombras, acabado su horripilante trabajo, atacaron a dos de los asesinos, mientras los otros dos asesinos se batían en duelo con Loft. Eran espadachines de gran calibre, con un estoque y una daga el que atacaba por la izquierda, y dos sables el que presionaba el flanco derecho de Loft. Los golpes y paradas se sucedían a una velocidad vertiginosa, pero después de cada ataque los asesinos descubrían un pequeño corte en un brazo, en una pierna, en la cara... Supe que estaban condenados, que Loft sólo jugaba con ellos, cuando ví a las sombras echarse en el suelo y observar la pelea, divertidas. Diez minutos después, los asesinos intentaban huir, pero una descarga de agua que surgió del anillo de Loft impactó en la espalda de uno de los fugitivos, y lo aplastó contra un roble, que le clavó varias ramas en el torso. Entretanto, el otro asesino, ahora presa, se vió repentinamente sujeto por unas firmes manos que surgieron del suelo y le agarraron las piernas... Y lo hundieron en la tierra, hasta que sólo su cabeza y cuello sobresalían.

       Entonces el llamado Loft se acercó y clavó las dos cimitarras en el suelo, una a cada lado de la cabeza del infortunado, sin soltar las empuñaduras.

       - ¿Sois Assamitas? - Preguntó, con un indefinible tono de amenaza en su voz. Ante el obstinado silencio del interpelado, gritó. - ¡RESPONDE, malnacido!

       - S..ssss...Sssíii - respondió, intentando con todas sus fuerzas no hacerlo. - Lo somossss...

       Entonces, Loft sonrió... No creo haber visto jamás una sonrisa tan despiadada en la cara de alguien, salvo quizá en la de un Tzimisce, pero ni siquiera ellos podrían mezclar tales cantidades de desprecio, odio y alegría en una sola expresión. Con un fluido movimiento, soltó las cimitarras y se alejó varios pasos. Las cimitarras empezaron a temblar y rielar. Entonces, Loft dijo "Saluda a tus antepasados de mi parte, escoria. ¡Púdrete con todos los tuyos en el fuego de los Nueve Infiernos!" Las cimitarras estallaron entonces, con una inmensa llamarada que quemó la cara del Assamita, que no pudo ni siquiera gritar antes del final.

       - Ahora estamos solos, jovencita. ¿Por qué no te acercas y me dices quién eres y por qué estas aquí? - Sabía que no debería haberme movido, pero me acerqué a él, mirando sus ojos, sin poder apartar mi vista de esos infinitos pozos esmeralda, enmarcados por un cabello negro cual ala de cuervo y unas espesas cejas.

       - Soy Valentine, maese Loft. No sé por qué estoy aquí, sólo que un sueño me impulsó a venir. - Conozco los designios del Destino, y tu presencia aquí no me parece casual. ¿Querrías acompañarme en un viaje que podría durar toda la eternidad? ¿Te atreverías a abandonar a los tuyos en aras del conocimiento? - Lo dijo como si ya supiera la respuesta, como si me conociera de siempre. "Sí" susurré, y esa noche me abrazó y me reveló los secretos del Mundo de Tinieblas.

       Ahora sé que ese hombre misterioso dice llamarse Andrew Loft.

Por Valentine, Chiquilla de Ian Cavendish, abrazada sobre 1450 cerca de Thorms.

Autor: Ian Cavendish : Iancavendish@yahoo.com