Día de Lluvia.

       Era un día de lluvia, día gris, oscuro, día en que la ciudad se llena de la tranquilidad del sepulcro y que las almas salen ayudadas por la indiferencia que provoca la gran ciudad. ¿Pero que no puede pasar aquí? Los edificios te tragan, los autos y los ruidos apagan tus gritos.

       Esta historia no era más que una simple historia de ciudad.

       Sin embargo hoy día las personas han dejado la fantasía por los negocios, ésta gente estúpida cree poder explicarlo todo a través de una computadora, un celular y un fax......¿y que hay de lo que no es posible explicarse? ¿qué pasa cuando su "estabilidad" se desmorona? Cuando sienten que el verdadero mal no está en las películas, ni en los cementerios, ni se esconde detrás de una puerta, ni te mira en la noche a través de una ventana; el verdadero terror, el más puro se esconde dentro de cada persona, nadie se atreve a saber los limites de su propia maldad. La historia que os contaré es acerca de una mujer ¿y quien mejor para ser maldita que una mujer? En su palabra ésta la muerte, y en su sonrisa el infierno. Una mujer que rebasó los límites del placer, del dolor, de su necesidad de sangre, de maldad, de muerte, de vidas y de amor.

       Si vas a su ciudad, debes preguntar opiniones, debes caer en sus redes, debes dejar que te cuenten su historia, como lo hizo quien ahora nos cuenta de ella...... Ricardo.

       Ricardo era un tipo como cualquier otro, de tez apiñonada, nariz un poco puntiaguda, frente amplia, y ojos color miel. No era muy alto y estaba algo delgado, no sobresalía mucho, de esas gentes que no están ni bien ni mal. Había ido a dar a esa ciudad por un mero viaje de placer.

       El día en que llegó era efectivamente un oscuro día de Noviembre, pero sin embargo fue recibido calurosamente en casa de su amigo Sebastián.

       Se habían conocido un año antes, cuando, por un programa de intercambio Sebastián había estudiado en España, alojándose en la casa de la familia de Ricardo. La suerte había hecho entre ellos una amistad estrecha y sincera, así que ahora volvían a verse gracias a la invitación de Sebastián. Ricardo conocería su universidad en la ciudad de México, lugar que por cierto le parecía interesantísimo, vivirían juntos por unos dos meses y se lo pasarían bien.

             - Amigo, ¿cómo estas? Estoy esperándote desde hace una hora- dijo Sebastián dándole un fuerte abrazo.- Disculpa que no te recogiera en el aeropuerto pero he tenido un examen y ya ves como son los maestros-

       A Ricardo le dio la impresión de que su amigo se veía más delgado, como si se estuviera recuperando de alguna enfermedad, o por lo menos no lo recordaba así. Sebastián tenía ojos grandes y expresivos, tez blanca, era de barba cerrada, no muy alto pero siempre había tenido un no sé que, por lo menos con las mujeres, sin embargo ahora estaba distinto, bastante flaco y pálido pensó Ricardo, pero no dijo nada.

       Después de desempacar, darse un baño y descansar, los amigos cenaron como reyes, platicaron y recordaron los viejos tiempos en que Sebastián no se hallaba en España.

             - ¿Y como te va con las mujeres?- preguntó Ricardo con cierto desenfado. Para éste punto la conversación se había tornado bastante amena ayudada por un buen trago y la humareda que emanaban los cigarros. Sin embargo a Sebastián la pregunta le cayó como balde de agua fría; - No me hables de mujeres, Ricardo, últimamente no sé si he salido con mujeres o con demonios-.

             - Pero ¿es que tan mal te ha ido?, No lo puedo creer, si en España todas morían por ti, aún hoy me preguntan por el famoso mexicano que vivía en mi casa.

             - Nada, nada prefiero dejarlo así, créeme que hay cosas en este mundo que yo todavía no comprendo-.

             - Oh, ¿es que te has enamorado? Sí estoy seguro que eso es, lo que no entiendo es por que estás tan deprimido, ¿no decías que el amor era lo único que esperabas en el mundo? Alguien que fuera capaz de darte las mejores emociones, una mujer incomparable, que hiciera que te aferraras a ella tanto como a la vida?-.

             - Ay amigo mío, pues si, me he enamorado, pero no sé si de una mujer, me ha hecho amarla y odiarla, ha volteado mi mundo como si anduviese en una rueda de la fortuna, a veces muy arriba, otras muy abajo, no he podido retenerla a mi lado aunque créeme que hubiese dado hasta la sangre por lograrlo, realmente es una pena. Pero si te digo que no quiero hablar de eso, ya será otro día cuando junte el valor para contarte todo.

             - Pues si eso es lo que quieres, esta bien, lo dejaremos para otro día, lo que si te digo es que desde que llegué te he visto muy demacrado y mucho más delgado que antes, igual y es que te has estirado pero no me gusta tu mal aspecto.

             - Lo que sucede es que he pasado por una enfermedad un poco grave, anemia me parece y no he podido alimentarme bien, por las prisas. Pero no tienes de que preocuparte dentro de poco estaré bien.

       Los días siguientes fueron fríos, un poco grises pero bastante alegres para Ricardo, él y Sebastián recorrieron juntos la ciudad de México, esa ciudad llena de colores, de vidas, de muertes, asistieron a varios eventos, visitaron el zoológico de Chapultepec, el Zócalo, en fin, no hubo lugar que no pisaran.

       Pero desgraciadamente no todo era miel sobre hojuelas, en las noches Sebastián se despertaba sudando y debilitado por la enfermedad, que parecía crecer día con día, o más bien noche con noche.

       Empezaba a tener pesadillas y delirios, pero a pesar de todo, fue saliendo poco a poco.

       Uno de esos días en que Sebastián estaba recuperándose, tuvieron que ir a la universidad, había juntas, eventos, y exámenes.

       Parecía que después del receso escolar todo entraba al antiguo bullicio de siempre. Aunque no sería por mucho tiempo, pues las vacaciones de Diciembre ya estaban muy cerca.

       Afortunadamente Ricardo estudiaba la misma carrera que Sebastián y pudo asistir de oyente a las clases.

       Estaban en el salón, con un gran bullicio, todos presentándose con el amigo de Sebastián que parecía que era extranjero.

       Ricardo era un poco introvertido pero respondió con gusto las preguntas que se le hicieron, incluso hubo durante el día uno que otro maestro que lo chanceo sin maldad. Todo estaba de lo más bien Ricardo hablaba entretenido sobre Sebastián y su visita a España, mientras éste se reía a carcajadas recordando, los demás amigos y compañeros, estaban escuchando atentamente, riendo y haciendo bromas y chistes, pero de repente todos callaron con un silencio que dejó a Ricardo extrañado, todos miraron a la puerta con una mirada en la que se mezclaba el odio y el temor. Sebastián dio la vuelta para ver quien era y cuando lo hizo no pudo moverse, Ricardo por su parte tardo en reaccionar pero volteo también quedando mudo.

       En la puerta estaba ella, traía un pantalón de mezclilla azul, un suéter rojo de cuello de tortuga, sus botas estaban mojadas por la lluvia, pero no era lo que traía puesto, tenía el cabello negro, medio ondulado y hasta los hombros, la piel apiñonada, era de mediana estatura, de cuerpo bien plantado, con un busto prominente y un cierto equilibrio de estética en todo lo demás, lo que a Ricardo dejo sin habla fue su cara, redonda, de nariz achatada, un poco infantil, sus labios eran algo que te reclamaban un beso, y sus ojos, no era el color sino la mirada, tenia una mirada en la que te decía que te amaba y que te odiaba, una mirada triste.

             - Pero que recibimiento, me encanta esta calurosa bienvenida, no gracias no quiero unirme a la platica, me fastidian los extranjeros sólo vienen aquí a hablar tonterías- dijo la chica, su tono de voz era fuerte, y no era en lo mas mínimo una voz aguda, se acerco a Ricardo y le dijo- Y tu quien eres? No se como lo has hecho pero lograste que estos idiotas se callaran, y te felicito- así que sin que Ricardo pudiese hacer nada la chica le cogió por la solapa y le beso en la boca por un instante. Después le aventó como un pedazo de papel sin importancia y dirigió su mirada hacia Sebastián.

             - Pero mira nada más a quien tenemos aquí.- Sebastián empezó a temblar y a respirar rápidamente y cerro los ojos para no verla a la cara. Ella se le acercó por atrás y se apoyo en su hombro justo donde el pudiese oírle muy cerca. Te he extrañado. Espero que no te hayas arrepentido amor mío.

       Se paró y dijo:

             - ¡Adiós grupo de patéticos, me enferman, el único que vale aquí la pena es Sebastián y parece que no esta en condiciones de verme.- Y dándose la vuelta se salió y azotó la puerta fuertemente.

             - ¿Quién es?- pregunto Ricardo.

       Un silencio sepulcral lleno el salón, era como si su pregunta hubiera sido la menos indicada. Solo después de un rato alguien se atrevió a darle una respuesta.

             - Nadie, y si en algo te quieres te alejaras de ella.- Esto lo menciono uno de los presentes, su nombre era Erick, un chico demasiado tímido para atreverse a hablar, sin embargo sintió que debía poner sobre aviso a Ricardo, pues tal parecía que Sebastián ni siquiera podía abrir la boca.

       Inmediatamente después Sebastián cogió por el brazo a Ricardo y lo sacó del salón y de la escuela en un instante. Cuando iban caminando, Ricardo no pudo sacar fuerzas para hacerle preguntas a su amigo, Sebastián iba llorando, y caminaba tan rápido que parecía como si alguien lo persiguiera.

       Esa tarde Ricardo estuvo en su habitación sin querer salir, y lo mismo hizo Sebastián, todo indicaba que por más que lo quisieran evitar de un momento a otro uno pediría respuestas y el otro tendría que responder.

       Y así fue.

       Cuando ya estaba entrada la noche Sebastián tocó en la puerta del dormitorio de Ricardo, al abrir, le dijo:

             - Creo que es hora de que tu y yo hablemos.

             - No si te afecta tanto como pienso, no quiero que sufras una recaída, podemos dejarlo para después........ o para nunca.

             - Por favor Ricardo, déjame hablar, si no lo hago ahora, me quedaré con esto hasta que se agusane dentro de mi, hoy más que ninguna otra noche, necesito un buen amigo.

       Así que sin más preámbulos se dirigieron a la sala, se acercaron el tequila, y todo lo necesario para tener una larga noche de insomnio.

             - Se que te ha parecido extraño lo que pasó hoy a medio día, pero ya lo entenderás. Antes de empezar te diré que no espero que me creas, sólo quiero que me escuches, me conoces y sabes que no acostumbro inventar historias ni chismes, lo que te voy a decir lo sufrí en cuerpo y alma, aunque hoy estoy más preocupado por salvar mi alma que por otra cosa.

             - Claro que te voy a creer Sebastián, o por lo menos haré todo un esfuerzo, pero ya comienza que me asustas cada vez más.

             - Bueno, la chica que viste hoy, se llama Lilith, estaba en el salón hasta que una de las chavas, Silvia, se le enfrentó y le dijo que nadie la quería ahí y que se largara.

             - Pero Sebastián no entiendo porque, aunque se ve que es un poco agresiva, soy de la opinión de que hay que integrar y no segregar a esas personas, seguramente debe tener problemas familiares o algo así.

             - No, nada de eso, durante el tiempo que estuvo con nosotros nadie le conoció familia, ni teléfono, ni dirección, bueno no tenía ni la credencial de la universidad, para todo los que la conocemos, es sólo Lilith, pues tampoco usaba apellidos, es como si no existiera.

             - ¿Entonces como la aceptaron en la escuela?

             - No tengo la menor idea, parece que los maestros no la hubiesen visto, a la hora de dar la clase.
       Llegó hace como 9 meses, todos nosotros, (me refiero a los hombres), nos quedamos con la boca abierta, pues ya te habrás dado cuenta de que tiene una belleza extraña y singular sin mencionar su comportamiento.
       En fin, todos hicieron su lucha con ella, pero Lilith se mostraba de lo más indiferente, o no les hacia caso, o se enfurecía y acababa gritándoles improperios y queriéndolos golpear.
       Yo por mi parte decidí rendirme antes de empezar la batalla, ya otros mejores que yo se le habían declarado y ella ni me tenía en cuenta, además de que mi gusto por ella se fue haciendo menor conforme me di cuenta de su comportamiento y su forma déspota y malcriada de tratar a la gente.
       Sin embargo un día en que estaba escuchando la clase empecé a sentir que algo me quemaba el cuello del lado derecho, así que me di la vuelta, la sensación me desesperaba, y fue cuando me di cuenta de que Lilith me miraba fijamente.
       Ni siquiera se inmuto al ver que yo la miraba, sólo sonrió, con esa extraña sonrisa de siempre, y se puso a escribir.
       A mi me había extrañado mucho, esa sonrisa y esa mirada, que había sentido, quemándome la piel, quizás todo era parte de mi gran imaginación. Desgraciadamente no pude albergar esa esperanza por mucho tiempo, Lilith estaba dejando de ir a la escuela, pero con todo y eso recibí una llamada, apenas y pude responderle cuando me pregunto de lo más tranquila si quería acompañarla al cine esa noche.

             - Supongo- interrumpió Ricardo- que no perdiste el tiempo.

             - No es que lo haya perdido, es que fue ella quien no lo perdió.
       Todo estuvo bien, si le puedes llamar bien a estar con ella sin que te dirija la palabra en toda la noche. Al salir del cine me dijo- ¿Qué te parece ir a dar una vuelta en tu auto? Todavía es temprano y no quiero llegar a casa aún-.
       Yo accedí, pues estaba completamente aturdido, el estar con ella a pesar de su silencio hacia que toda mi atmósfera fuera de lo más rara, sentía como si fuese un espectador de mis propias acciones.
       Fuimos dando vueltas por toda la ciudad, después de dos horas de conducir, ella me dijo -Detente, me gusta aquí- Y mire para el lugar que escogió, un viejo cementerio, de una zona de la ciudad que yo no conocía, para entonces quede completamente convencido de que estaba loca.

             - Ven, anda ¿no pensaras quedarte aquí toda la noche o sí?

             - Nada me agradaría más.

             - No seas cobarde, los muertos no hacen nada.

       Jaló de mi chamarra y nos brincamos la cerca, ya adentro ella tomó mi mano y anduvimos caminando un buen tramo.

             - ¿Tu soportarías estar aquí cuando mueras?

             - No creo que sienta mucho para entonces. ¿Por qué lo preguntas?

             - Porque yo no quiero que me entierren si muero algún día.

             - ¿Y por que no? ¿Se supone que es parte de las creencias no? "Polvo eres y en polvo te convertirás".

             - ¡Cállate! ¿Cómo puedes decir semejante estupidez? Yo no voy a soportar que éste cuerpo donde he crecido tanto tiempo, que ha enflacado y engordado, que ha sufrido y gozado conmigo, tantas heridas, tantos orgasmos, tantas emociones, llegué algún día a estar en una puta cajita, parece como si no quisieran recordarte, mira, te meten al ataúd, claro a veces dormir en ellos es agradable, después hacen un hoyo enorme y profundo, te avientan ahí, le ponen encima los bloques de cemento, los pegan entre sí, y después te avientan encima toda la tierra que pueden, y como toque final te ponen una enorme lápida que diga "Recuerdo de x".
       Lo mejor que puede tener el mundo es no morir jamás, ser siempre hermoso, joven y sin remordimientos. - Realmente estás loca, nunca había oído que alguien hablará de esa forma, lo más seguro es que no seas católica ni nada parecido, y con eso de que es agradable dormir en un ataúd me asustas. Creo que debo irme.
       Pero no dejo que me fuera, sólo sentí sus brazos alrededor de mí, y me beso, me beso tan fuertemente, que me hizo sangrar, me atrajo hacia ella mientras se recargaba en una lápida. Todavía no sé qué pasó, era como si anduviera ebrio, me quito la ropa, me besó, para cuando me di cuenta me estaba haciendo el amor, ¡y en un cementerio! Era lo más aterrador que había vivido, y sin embargo la deje que entrara en mi sin poner resistencia.
       No preguntes que me pasó después, amanecí en mi cuarto, sudando, me habían encontrado en la puerta de mi casa, con fiebre y delirando. Todo indicaba que había pasado la noche inconsciente bajo la lluvia y el frío.
       Estuve mal unos días, pero no fue nada grave.
       De Lilith, lo único que supe es que ya no iba a la escuela, yo por mi parte tan pronto me recupere, regrese desesperado por tocar los libros y salir de mi encierro. Mis amigos se preocuparon por mí, dijeron que me veía terrible, pero no les hice caso, siempre han exagerado.
       Lo que no quería reconocer era que sólo pensaba en ella, día y noche, no entendía lo que había pasado esa noche, era algo de lo más increíble. Cuando mi mente estaba convenciéndose de que todo había sido un mal sueño, una broma de mi mente, llegó a buscarme a casa. Era como si nada hubiera pasado.

             - ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has sabido donde vivo?- Le dije defendiendo mi mente de ese control que ya había sentido antes.

             - Oye, no puedes decir ni Hola. Me han pasado tu dirección los del salón.

             - No me mientas Lilith, ya fui a la escuela y nadie te ha visto en las ultimas semanas.

             - ¿Y que importa eso? He venido a cuidarte, porque sé que estas enfermo, y creo que fue mi culpa, pero yo te daré lo que necesitas.

             - Déjame en paz, ¿cómo pudiste dejarme en plena calle e inconsciente? No se lo que pasó y no quiero saberlo, y vete por favor, no quiero volver a verte nunca.
       Eso se oía muy bien pero no era lo que Lilith quería, pronto entendí que siempre se harían las cosas según sus deseos.

             - Ya no te hagas de rogar y entremos, me estoy congelando.
       Me cuido durante un tiempo, no se cuanto fue, yo había entrado de nuevo en ese cómodo estado de aletargamiento que me impedía razonar mis acciones. Ya no sabía si dormía o estaba despierto, no distinguía mi vida real de mis sueños.
       Ella por su parte se la pasaba besándome, y cuidando de mi como si fuera un niño. Dejé de ir a la escuela, nunca salíamos de casa. Más de una vez me di cuenta de que me buscaban, pero ella siempre les daba cualquier pretexto y yo no tenía ganas de ver a nadie.
       Me hablaba, siempre hablaba mucho, me contaba acerca de una niña, (supongo que era ella), que había vivido desde siempre, que era solitaria, me contaba sobre las penas que esa niña había pasado, y cuando lo hacía su tono de voz se volvía dulce y melancólico, le salían lagrimas rojas de sus ojos, yo ya no me sorprendía, para mi era normal que llorara sangre, hasta pensé que todas las personas lo hacían. Sin embargo después de llorar, cambiaba por completo y me decía.

             - Pero esa niña al fin murió, con ella murió la ternura, la nobleza.........la esperanza. El último grano de humanidad que había en ella desapareció; dio paso a algo nuevo y contrario, siempre he creído que no existe maldad más pura que la de los niños, no sienten remordimiento alguno por sus travesuras, porque el remordimiento no existe hasta que te forman una conciencia, te dicen qué es bueno y qué es malo, porque así les enseñaron a ellos, las personas se vienen reprimiendo desde hace siglos, son una sociedad decadente y enferma, aprenden a temerle a lo que no conocen, no saben que el amor mismo es cruel, cuando amas a alguien también le odias, el sentimiento es igual, el bien y el mal existen en un mismo ente, no hay un Dios al cual temer, y tampoco hay un Demonio, los dos están juntos y en la vida te tocan al mismo tiempo. La gente se tiene miedo a sí misma, no quieren matar porque en el fondo saben que tal vez lo disfruten, no pueden hacerle el amor a cualquiera, porque temen no poder detenerse, si supieran que hay después de pasar los límites. Sin sentir culpa, sin temer condenarse por toda la eternidad.

             - Enséñame a ser cómo tu.

             - Tu serás como yo, no le temerás a la muerte, no habrá nada que no puedas hacer, ya verás cariño, voy a romper tus miedos.
       No se como decirte mi situación, la amaba desesperadamente, quería todo de ella, no podía dejarla. Comencé a salir de nuevo, pero ya no era igual, aunque había recuperado las fuerzas, todo me parecía tan inútil lejos de ella, mis amigos trataron vanamente de que yo entrará en razón, pero no lo lograron.
       Antes de que todo esto pasara yo había estado saliendo con Silvia, una niña de la universidad. La conocía desde la prepa y siempre me había gustado, ya habíamos salidos un par de veces y ella estaba muy entusiasmada conmigo. Pero cuando me buscó y encontró a Lilith en mi casa quedó muy confundida.
       El día que llegué a la escuela, me recibieron muy calurosamente, todo fue relativamente normal, pero como siempre yo no estaba pensando en otra cosa más que en ella. Al salir se me acercó Hector y comenzamos a hablar.

             - ¡Pero a qué milagro debemos tu presencia! Pensamos que habías muerto. Te exijo una explicación. ¿Cómo es eso de que estás viviendo con Lilith? ¿Y luego Silvia? Pensé que ustedes ya eran novios. Yo no me quiero meter en tu vida pero Silvia está muy lastimada. La verdad es que estás irreconocible.

             - No me pasa nada Hector, he estado enfermo. En cuanto a Lilith, pues sí está viviendo conmigo y punto, a Silvia yo no le prometí nada y si creen que he cambiado pues lo siento.

             - Oye pero no es para que te molestes, yo sólo te comento.

       En ese momento sentí que alguien tocaba mi hombro, al voltear me di cuenta que era Silvia, que lloraba incontrolable.

             - Tienes razón Sebastián nunca me prometiste nada, me alegro por Lilith, espero que no te haga daño.
       La verdad me sentí terrible, Silvia no tenía la culpa de lo que me pasaba, pero no me disculpe. Me di la vuelta y regrese a casa, donde sabía que ella me esperaba. Al entrar la encontré desnuda delante de mí, era la criatura más hermosa que yo había visto y la que más terror me causó.

             - Es hora de que cambies amor, tú y yo estaremos juntos siempre, te voy a liberar.
       Me tomo de la mano y logró hacerme desvanecer de nuevo. Todo fue como un sueño, me hacía el amor y a pesar de que sentía un placer muy intenso, sentía un dolor igual, ella me besaba el cuello, cuando sentí una punzada muy dolorosa, grité y me soltó asustada. Tenía la boca llena de sangre.

             - ¿Qué eres Lilith? Yo estaba aterrorizado, no podía aceptar lo que estaba viendo.

             - Esto es lo que soy.

       Puso su mano en mi frente y pude reconocer escenas que ya me había contado, era como si estuviera tomando fotos, en cada flash, veía su dolor, su sufrimiento, su soledad, lo peor era que a mi también me dolía, era un dolor físico, y mental, yo lloraba y lloraba, sin poderme contener.

             - ¡Detente por favor! Me duele.

             - Pronto acabará, para cada pregunta hay una respuesta y no te dejaré ir hasta que sepas la mía.
       Lo que vi fue muy doloroso, golpes, soledad, decepciones, soledad, llanto, soledad, represión, soledad, tristeza. El siempre haber tenido esperanzas y siempre tener que ver como se hacían pedazos. En un punto, cuando estaba a punto de desfallecer, todas las imágenes cambiaron.

             - Ahora es lo que fui después del cambio, lo que soy y lo que no dejaré de ser nunca.

       Y si las visiones anteriores me dolieron y me aterraron, nada fue comparado a lo que vino después. Vi muerte, Lilith era una asesina, mis labios no podían pronunciarlo, aunque ya estaba más que claro. Sentí el placer de ella cuando atacaba a un inocente como si fuera una presa, eran prostitutas, borrachos, criminales, niños, mujeres.

             - La sangre de quien tiene maldad dentro de si, es de un sabor incomparable, tiene libertad en ella.
       Era un placer pueril, de alguien carente de remordimientos, sentí como lo disfrutaba, pero siempre quedaba la necesidad de más, más sangre, más vida, más dolor.
       Cuando me dejó estaba exhausto, había recorrido toda su historia haciendo un tremendo esfuerzo mental por no quedar ahí.

             - Yo no quiero ser lo que tú eres. Te amo pero no puedo ser así.

             - Ya no tienes opción. Nunca te obligue, ha sido tu deseo y se cumplirá, ahora serás como yo, sabrás del verdadero placer.

             - ¡Lárgate!, ¡Te odio, no sabes cuanto te odio!

             - No lloraré por eso, me odias pero me amas más de lo que tu crees.

       Salió y no la volví a ver en un tiempo. Aunque no estoy tan seguro sin ella mis noches se hicieron insoportables, tenía pesadillas horribles y cada día me costaba más trabajo levantarme, sin embargo había en mí una paz que no sentía desde hace mucho tiempo. Volví a ser el mismo de siempre, me reconcilié con mis amigos, y después de un tiempo pude tener una débil tranquilidad.

       Sebastián se había quitado al fin un peso con el que no podía vivir, Ricardo había escuchado y no sabía como responder a todo lo que acababa de escuchar.

       En ese momento tocaron la puerta, - es ella- dijo Sebastián y empezó a temblar.

       Ricardo tomó valor y abrió la puerta. En efecto, Lilith era quien tocaba, traía una gabardina de piel, y estaba muy pálida, pero su mirada dejaba ver una gran furia.

             - ¿¡Cómo te has atrevido a decir lo que soy?! A mostrar las miserias de mi nada, a mostrar mis debilidades frente a otras personas, ¿no entiendes que son sólo comida, tú y yo podemos hacer miles de cosas juntos, yo te amo, te voy a enseñar lo que es vivir de verdad. Además falta poco para que seas como yo, un ser de luz y de oscuridad. Ven conmigo Sebastián sabes que no puedes hacer otra cosa, ya no hay más opciones-.

       Ahí estaba ella, hablándole como a un niño, era tan hermosa, estaba mojada por la lluvia y sus ojos se volvían más brillantes.

             - No puedo Lilith, yo también te amo pero...............

       Sebastián volteó a ver a Ricardo buscando una mirada que le dijera que hacer con su vida.

             - ¿Qué hago Ricardo? Sé que seré lo peor del mundo pero no puedo estar sin ella.

             - Sebastián, puede que en éste mundo haya cosas horribles, indecibles y asquerosas, pero creo que después de todo lo que sé, pienso que tú puedes darle a su vida algo de luz y que ella le dará un poco de oscuridad a la tuya.

       No es tan malo, ustedes se aman, y aunque serán seres oscuros, que puede ser más luminoso que ese amor tan profundo, ¿te sentirías mejor si vivieras en una casita rosa, con tu mujercita, y flores, y mascotas y todas esas cursilerías? Sabiendo que no quieres a esa mujer que duerme en tu cama, que no vas nunca más a probar las cosas de la vida, y sólo te dedicaras a existir, que daría yo por tener un amor así de fuerte, creo que lo mejor será que te vayas, además no sé cómo cuidar a un vampiro.

       Y bueno hemos llegado al fin de la historia, ¿que qué pasó?.

       Sebastián se convirtió, así que ya como vampiro él y Lilith se fueron juntos, inmortales y con dinero, andan recorriendo el mundo, Sebastián aprendió a llorar y Lilith, aprendió a reír, todo indica que han descubierto una nueva felicidad. Y aunque Lilith es un poco excéntrica y complicada, la sencillez de Sebastián hace que haya un equilibrio.

       Ricardo regresó a España, sigue estudiando y pensando seriamente en la propuesta de Lilith de convertirlo, de vez en cuando le llaman y le cuentan como anda todo.

       Así es como lo cuenta Ricardo.

       Y aunque esta es una historia más de ciudad, ojalá que todos pudiéramos tener una ironía de ese tamaño.

El bien y el mal unidos por amor y por odio.

Claudia E. Almaguer (Libertad) : bruja8@LatinMail.com