|
Janis era su nombre, y nunca logré averiguar cual era su apellido, puesto que al parecer nació bastarda, y siempre tuvo ciertos problemas a mencionar sus raíces. De ella el señor Wodd llegó a decir que tenía las mayores curvas de todo el estado, y de eso debía saber, puesto que era delineante. Y lo sabía el buen señor Wodd debido a otro asunto que pasaré a relatar a continuación.
Cuando la madre de la bastarda Janis se cansó de ella, la echo de casa, y esta se tuvo que bastar por sí misma. Era dura la vida, y perra, muy perra. ¿Qué podía esperar de ella? Por qué, diréis iba a echar de casa una madre a su dulce hija. Vale era bastarda y todo eso, pero hasta las madres de las historias tristes tienen su corazoncito. Pero esta madre en particular siempre tuvo un problema, que no se separo ni un instante de su hija y fue siempre lo que se podría denominar una madre dominante. -¿Cómo demonios se las había ingeniado la zorra de mi hija para irse a fornicar con ese bastardo de Doubt? Se preguntaba a todas horas, y la respuesta es sencilla, el Señor Doubt y la madre de Janis habían fornicado precisamente en la misma cama donde la abuela de Janis dormía plácida y profundamente una noche de verano. Siempre la acusaron de dormir como un tronco, y así era. La vida en ocasiones es ciertamente curiosa.
El caso era que esta dominante madre no se separaba de su hija (ni incluso cuando fornicaba con el señor Doubt). Y siempre moldeó la voluntad de su hija a placer. Cuando nació la pobre Janis quizás se le ablando un poco el callo que la abuela tenía por corazón, y así no se le ocurrió ceder a cualquier monasterio a la cría recién nacida. El caso que dio una oportunidad a la pequeña Janis, oportunidad que Janis debería aprovechar en el futuro, siendo una buena y maleable nieta. ¡ Y diablos, ya lo creo que aprovechó la oportunidad que la abuela le había dado!.
A los catorce años la aprovechó con el joven lechero, Mike, en la recepción de la pequeña casa de la niña, mientras su madre había salido a la cantina a por vino para la abuela (la abuela dormía, a esas tempranas horas justo a diez metros de donde Janis aprovechó con el lechero la oportunidad que esta le había dado). Más tarde continuó aprovechando la oportunidad con el cartero del barrio, un hombre casado y ya maduro, que para que negarlo no pudo resistirse a los aun inmaduros encantos de la jovencita ¡diablos! - se dijo - al fin y al cabo tiene lo que hay que tener, ¿no?, ¡pues que demonios! - y así no le importó violar varias leyes estatales en cuanto al trato con menores de edad, por cierto, con el cartero aprovechó la oportunidad mientras alguien dormía plácidamente. Justo al cumplir los dieciséis, cuando sus encantos iban in crescendo, aprovechó la oportunidad con un estudiante del colegio mayor, un jugador de rugby de esos que tenían la cabeza únicamente para ponerse la gorra, esta vez la abuela no estuvo inconscientemente presente en la realización del aprovechamiento de la oportunidad que esta le había brindado. El banquero, el carnicero, el pescadero, el farmacéutico y LA estanquera pasaron a engrosar la lista de los aprovechamientos de la oportunidad que la abuela con todo el cariño del mundo que tenía (el único) le había dado. Y así un día la abuela le dijo a la madre - Tienes una furcia, ramera y zorra por hija, o la echas de MI casa o la echo yo - y la madre con el corazón encogido echo a Janis.
La carrera de la joven Janis había llegado a un punto de estancamiento, y meditó en la que había sido su vida. Lo único que poseía era una larga y dilatada experiencia en lo que refería a la oportunidad de la abuela, y fue esto mismo lo que la llevo al puesto de ama de llaves en la casa del respetado señor Wodd, el delineante. Y así, el señor Wodd paso a engrosar la interminable lista de oportunidades de Janis, y de este modo, el señor Wodd pudo comprobar como eran las preciosas y delicadas curvas de una Janis que contaba ya con veintidós años.
El como Martin se intereso por ella no esta claro. Los vampiros parece que disfrutan más con otros favores que con los sexuales, y Janis es lo que podía ofrecer (además de un buen par de exuberantes pechos). Sin embargo dicen también que los Vampiros son gente más inteligente y astuta que los mortales. Vástagos se suelen llamar a sí mismos. Pues parece ser que este Vástago en particular vio algo entre ese amasijo de curvas que le atrajo, ¿quizás fuese ese desprecio a la sociedad (que no a la vida) que profesaba, quizás esa falta de código moral que la hacía LIBRE para hacer lo que quisiese, que la libraba de ataduras, quizás fue el apreciar ese espíritu indomable que la dominaba, quizás su espíritu salvaje?, ¿Quién sabe?, no soy el ser mas apropiado para dilucidarlo. El hecho es que Martin abrazó a Janis, y ese día del 7 de julio de 1937 nació una nueva Janis, la cual se empeño en llevar el sobrenombre de YoungBlood. Había nacido un nuevo Gangrel, pero un Gangrel con muchas curvas, ciertamente.