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Mi "nacimiento" fué hace 147 años, mi nombre.... fue Pablo en una época, ahora los nuestros me llaman Kiff, fué un capricho de mi creador. Toda mi vida anterior como mortal carece de importancia pues sólo era un joven de 27 años dedicado al negocio de su padre sobre pavimentos.
Durante 70 años fui un aprendiz del don de las tinieblas como lo llamáis hasta que llegó el momento de separarme de mi creador el cual luego según llegó a mis oídos fué asesinado por el clan Matriarca, los motivos los ignoro.
Los siguientes 10 años vagué por cementerios y viejos caserones abandonados alimentándome de todas las almas que estaban a mi disposición. Una noche llegué a mi lugar de origen como mortal y entre las sombras observaba a los hijos y nietos de los que una vez fueron mis amigos y me di cuenta que todavía existía un ápice humano en mi ser. Por un momento sentí deseos de salir y contarles quién era, pero ¿para qué?. Para nuestra tranquilidad vuestra sociedad se ha empachado de leyendas sobre nosotros lo que nos da más libertad para movernos. Aún así, si lo hiciera, tendría que acabar con ellos como hice con mis padres mortales al descubrir en qué se había convertido su hijo, y no era justo. Fue entonces cuando me dí cuenta que lo que estaba anhelando era tener compañía pero no podía ser, los nuestros somos seres solitarios, independientes y egoístas.
Tras meditarlo me concedí el último capricho humano (los jóvenes teniendo aún parte humana en nuestro ser, tenemos impulsos de anhelo o de hacer cosas propias de cuando eramos mortales pero con el tiempo estos deseos desaparecen) y salí a buscar un compañero. De entre todos los candidatos, mi atención se fijó en una chica de unos 18 años que solía ir con un joven burgués que alardeaba de poder poseer cuanto quería, entonces decidí robarle lo que más quería... Natasha. Los detalles del nacimiento de Natasha son muy superficiales, en realidad el deseo de convertir a un mortal en un nuevo inmortal no me excitó gran cosa, fué tan fácil hacerlo como el simple hecho de respirar. Todavía no entiendo cómo me dejé llevar por aquel impulso.
Natasha tenía una existencia como inmortal llena de penalidades, no entendía su propia existencia como no-viva. Su alma estaba atormentada por los recuerdos de su vida mortal, lo que hacía que no se alimentara durante semanas a menos que le trajera algún cuerpo recién sacrificado.
Todas las explicaciones que le dí, todo cuanto le conté sobre su nuevo estado no hicieron más que sumirla en estado de depresión absoluta lo cual era imposible porque a nosotros no nos afecta clase alguna de dolencia mortal.
Natasha no sentía por mí lo que yo sentí por mi creador, no le fascinaba el mundo nocturno a través de sus ojos asesinos, desde luego, ella podía ser lo que fuera menos una asesina. Su alma era humana, no había cambiado al convertirla y creí que cambiaría en pocos años pero no fue así. Para intentar cambiarla, la bauticé con el nombre de Esmeralda y le repliqué sus sollozos y lamentaciones y fue cuando me dí cuenta de que me había equivocado. Su mente era mortal, seguía con ganas de vivir, quizás fuera demasiado joven para ser lo que era. Fueron 13 años de intentos para hacerla mía pero yo carecía de la experiencia y la sabiduría para engendrar a otro vampiro y una noche de 1945 Natasha se unió al mundo de los muertos tras degollarse el cuello con un tren y junto con su muerte también se fue mi último error que he cometido como vampiro pero no por eso la he olvidado.
En 1958 viajé a España donde resido en la isla de Mallorca con el nombre mortal de Jaime llevo una existencia muy cómoda ya que el verano me proporciona una gran variedad de alimento.
En 1963 viendo como la sociedad humana transcurría, los 4 vampiros más viejos (datan entre 800 y 1700 años de antigüedad) decidieron que en el continente de Europa a partir de la noche del 24 de Septiembre de 1963 (Cap Falcó) no se crearían más vampiros siendo la desobediencia castigada con la muerte. Por eso, no nos busqueis, no nos deseeis y no perdais el tiempo pués no encontraréis lo que buscais.
En toda la eternidad podemos manifestarnos una sola vez al mundo mortal, unos cuentan su historia a algún mortal, otros celebran una gran bacanal de lujuria con abundante alimento, etc... Yo he decidido usar vuestra tecnología para hacerlo, haced con ello lo que querais.
Autor: Adam Kloite.