Kuder Agnielli.

      Mi vida

       Con los gritos de agonía de mi madre, como fondo para espectadores, nací yo. El día de mi nacimiento fue el 22 de Marzo de 1783, decían los entendidos, que ese día fue demasiado lluvioso en Nápoles. El Sol se puso la gabardina más negra que pudo hallar en su sucio cajón. La hora exacta fueron las 12 de la mañana, suena irónica tal hora, pues llevo mucho tiempo sin verla.

       El resultado de mi nacimiento fue la muerte de mi madre, y la locura de mi padre. Con ella muerta y él en un centro de locos, yo me crié con una familia bastante rica, con la que desde la niñez aprendí las artes del embuste y la avaricia.

       En la casa de mis padres adoptivos, "los Agnielli", convivíamos su hija Violeta, y yo. Supuestamente éramos la familia perfecta, con alta posición social y una gran casa, y todo lo que una persona pudiera ansiar.

       Los Agnielli y yo éramos emigrantes italianos, habíamos viajado a Francia para aumentar nuestra propiedad agraria por nuevas tierras, dejando en nuestra amada patria a sus familiares cercanos a cargo del negocio.

       Cuando Violeta y yo crecimos, nos fuimos dando cuenta que entre nosotros existía algo más que una relación normal de hermanos, su belleza rompía todos los velos que nuestra relación de hermanastros nos imponía.

       Desde la infancia a la juventud, nunca me encontré realmente motivado por nada. Era normal, pues mi padrastro nunca había mostrado interés alguno por mí, siempre ocupado con sus cuentas y sus papeles que ocupaban toda su vida. Mi madrastra, era una ama de casa, muy preocupada por todos los asuntos de la comunidad, bueno, con las palabras de hoy día, podríamos decir que era una cotilla, pero nunca se había preocupado por mí realmente. Yo solo era un adoptado, y ellos solo me han dado mi apellido, del cual me siento muy orgulloso.

       Toda la juventud, la pasé estudiando y aprendiendo cosas del negocio, con mis pocos amigos, los cuales, creo que solo me querían por mi posición y no por mi propia persona, sus padres les aconsejaban (u obligaban) a juntarse conmigo por tener mayor consideración con sus patrones, los Agnielli.

       En París la vida era bastante dura, aunque para nosotros realmente el comienzo de los problemas familiares empezaron con la Revolución francesa. Mis padrastros, perdieron muchas tierras y fueron amenazados y demás por el régimen izquierdista que siempre golpeaba duro con la gente de posición y dinero.

       El amor que sentíamos Violeta y yo no se podía contener mucho más tiempo, prácticamente, pasamos nuestras vidas ayudándonos y enseñándonoslo todo lo que podíamos el uno al otro, y soportando juntos a nuestras institutrices, feas, gordas, y un poco putas. De esta relación creciente surgió la idea de casarnos, pero esto supondría un duro trauma para nuestros padres...

       Cuando dimos el comunicado de nuestro amor y víspera de boda, nuestros padres se escandalizaron, y nos prohibieron rotundamente que continuásemos con tal idea...

       Inexplicablemente mis padrastros fueron asesinados a los pocos días por unos Jacobinos ansiosos de venganza, trabajadores de nuestra finca agraria explotados, que vieron como derramando la sangre de los Agnielli calmaban su dolor.

       Tras el dolor y la pena que esto supuso en nuestras vidas, yo cobré toda la herencia e inicié los trámites para la boda con mi amada.

       Cada vez era menos el tiempo que faltaba para nuestra ansiada unión, y cada día era una eternidad, el deseo ardiente de recorrer su bello cuerpo, aunar nuestras almas y juntar por siempre nuestros senderos, era una agonía la espera. Solo tres días, en 1.800, tres días antes de la ansiada boda el cuerpo de mi amada desapareció, quedando en su cuarto una rosa roja, algunas gotas de sangre y un poema, el cual decía algo parecido a esto:

       "El sufrimiento de mi vida
       se ve ahora honrado con mi muerte"
       Perdóname Kuder.


       Ese fue el momento más triste de mi vida, y repito, de mi vida, y no de mi no-vida. Cuando esto ocurrió algunos vecinos me dijeron que habían visto a alguien saltando por la ventana con Violeta sobre sus brazos, y empañada de sangre, mi único pensamiento ahora era buscar al inductor asesino, el cual mató a mi prometida.

       Con Napoleón al frente de Francia y una vida vacía, yo me apunté al ejército nacional francés, del cual salí en cuanto se nos dio derrota y se implantó la restauración. En 1814 y con 29 años a mis espaldas, de los cuales 14 se habían sucedido apoyando a un ejercito injusto, en el cual yo perdí esperanza alguna de encontrar al asesino y también perdí el propósito de mi vida, me encontré vacío de nuevo y sin propósito alguno en mi vida.

       Hallándome en tal estado, sólo pude buscar remedio en la iglesia... y empecé a estudiar para servir a nuestro "BIENAMADO dios".

       En mi mente atormentada, siempre se repetía una imagen, la rosa y la nota...

       Con mis treinta años conocí a una persona muy especial, ese hombre sabio parecía conocer la verdad. Él era un hombre con inquietudes, y que conseguía provocar las mías. Esta persona se llamaba: Zalvatore Chov, y supuestamente era un feligrés que buscaba una verdad absoluta de la cual nunca se había satisfecho. Esta persona empezó a contarme cosas sorprendentes sobre mi vida, y parecía saberlo casi todo. Me sorprendió mucho más su actitud cuando habló de la muerte de mi prometida, él me dijo que esta, había sido asesinada por un vampiro, e incluso me dijo que su clan era Toreador. Al principio no pude creer nada de lo que me dijo, pero aquella noche...

       21 de Marzo del 1815: la primera noche del resto de mis noches

       Solos, el señor Chov y yo, él me dijo que podía confesarme un secreto, y darme el resto de la eternidad para buscar al asesino de mi amada, pero que si me contaba lo siguiente... tendría que morir.

       De repente empezó a aparecer en él una especie de aura vacía de sentimiento, y me empezó a explicar la historia vampírica, que realmente me causó tal impacto y sensación de poder, que dio una ilusión a mi vida, saciar la venganza.

       El abrazo fue el momento más glorioso e insultante de mi vida, las palabras nunca podrían expresar aquel sentimiento de éxtasis que sentí cuando sus afilados colmillos penetraron en mi yugular como dos ardientes espadas del infierno, y su néctar fue derramado sobre mis labios fríos. En el momento de mi despertar, solo recuerdo aquella sensación de sed. Era tan fuerte el deseo; los sentidos eran tan sumamente exaltados, y esa sed era tan poderosa, que el primer trago del vino de la vida de mi primera víctima, fue tan intenso y sagrado a la vez, que sólo recuerdo una especie de entrada al cielo. La fuerza era la que me dominaba, toda mi nueva forma eterna, y el siguiente escenario que logro recordar, es mi despertar en una oscura habitación, abrazado a mi Sire.

       Mi no - vida

       En los primeros tres años de mi no-existencia, tuve que tomar la vitae de otros 6 vástagos más, antiguos todos ellos, aunque por ninguno de ellos sentí demasiado afecto, quizás esto fuese porque estaba perdiendo parte de mi humanidad. A pesar de todo lo que aprendí con los otros antiguos, la presencia de mi Sire eclipsaba a todo el resto del universo, sentía una gran atracción. Él me enseñó lo mejor y más divertido, como aquellas primeras noches de caza, que ratos tan tristes y alegres a la vez...

       Los cinco años que conviví con mi Sire me sirvieron para experimentar todo tipo de sensaciones hasta ahora no conocidas, pero llegó el momento de abandonar su camino, y empezar el mío, en busca del inductor o asesino, y conocer sus causas y razones.

       En 1820, siendo autosuficiente, y con el comienzo de los movimientos nacionalistas italianos, mi primera labor de búsqueda era conocer mi pasado, por ello decidí volver a mi tierra madre, "la bella Italia". Durante los siguientes 15 años, me dediqué a estudiar el idioma, las costumbres, mi procedencia, mi familia. Y empecé a estudiar economía, siempre arropado por la gente de mi clan, con el comienzo del pensamiento socialista y marxista y los movimientos económicos del S.XIX.

       Siempre seguí moviendo mis riquezas de un lado para otro, para que no perdieran valor, ni se estropeasen con el tiempo, el tiempo pasa volando, y mucho más cuando tienes el resto de la eternidad por delante, y cada día es un infierno particular, que te lleva a un matadero sin salida, del cual uno solo puede escapar arrojándose en los caminos de la fe, de los cuales carecemos los de mi especie, ironías ¿no?.

       Con el paso de los años y la adopción de experiencia, llegaron a mis oídos rumores de que había un tal Vladimir Checov de la primogenitura de Nueva Inglaterra muy sabio, y que quizás él pudiera ayudarme con mi búsqueda del asesino, y enseñarme a usar los poderes de la taumaturgia como es debido. Y buscándole, viaje a España, en 1870, y lo encontré en Cádiz, nos entendimos bastante bien, él me enseñó todos los rituales y sendas que conozco, que con el tiempo aumentaron en poder por mi uso de ellas. Este Sabio Tremere me enseñó el idioma, y me dio la pista a seguir para encontrar a ese cerdo al que tanto ansiaba matar.

       La pista era clara, había de buscarle en Norte América... y tras 3 años en España, viajé a Boston, y no encontré nada, viajé a Washington, y no encontré nada... En 1900 me asenté en Chicago.

       Simpaticé con algunos vástagos de la zona, por lo cual me pareció además de un sitio bonito para vivir, tranquilo. Ante el vacío de mi vida, pedí permiso al príncipe de la ciudad para abrazar a mi propio chiquillo... mi deseo lamentablemente fue concedido.

       En 1901 conocí a Charles Sabariego, era descendiente de familias europeas, y muy buen empresario. Éste, solitario y triste pidió mi consejo un día, y le di la oportunidad de formar parte de nuestra sociedad, pero que si contaba ciertos secretos, tendría que morir... él acepto.

       Con 5 cuchillos y 3 rosas negras, impulsé un ritual, de tal belleza, que el pecado quedaba totalmente velado por la magnitud de su pureza... Mi abrazo suave y mimoso, como un gato, pero violento y excitante como un león; llevaba mucho tiempo sin sentir algo tan gozoso. Aunque el placer superase el orgasmo en infinitas unidades de capacidad humana, yo no llegué a saciar mi vacío completamente.

       Mi compenetración con el apuesto muchacho fue muy grande, volví a sentir compañía y algo de sensibilidad, aunque no revelaré muchos secretos de esta extraña relación, diré que éramos uña y carne, camaradas, compañeros, y la vida a su lado me resultaba más grata. Las primeras noches de cacería con él fueron como revivir viejos momentos de mi angustiada vida. El tiempo nos hizo más sólidos en nuestra relación, y nunca dejé que este tomase vitae de otro vástago... mi egoísmo era lógico.

       Tras nueve años de convivencia (en 1910) y cuando mi trastorno personal ya estaba casi calmado sucedió lo que marcó mi vida parasiempre, la segunda aparición de mi astuto enemigo Tremere, "el asesino".

       Éste no vino con buenas intenciones, sino para cometer un acto de diablerie, matar a mi chiquillo... puta coincidencia; pero que triste maldición se imponía en mi alma. El sadismo era el arma de tal Toreador, y no contento con su primera fechoría, mató con sus colmillos a mi chiquillo, ante mí, viendo como yo no podía hacer nada, porque él ya había dejado de existir.

       Antes de que me diese tiempo de actuar, él dijo unas palabras que se marcaron en mi conciencia... "Ella sigue viva en París"... La ira me dominó, toda mi fuerza en su estado máximo, toda mi magia, y toda mi venganza, se hicieron una para cortar con mi gran espada, de un solo trazo, a esa repugnante criatura en dos. Y el silencio volvió a envolver mi vida.

       Con un gran esfuerzo, conseguí olvidar a tal vástago, pero esas palabras... Quizás fuera verdad eso de que ella seguía viva, y con esto en mi mente volví a París. Si lo que dijo el bastardo era verdad, esa noche él no mató a mi amada, sino que la abrazó...

       París en 1921 no era la misma ciudad en la que yo me había criado, su noche tenía un toque fúnebre mucho más acentuado, sus calles eran recorridas por el silencio y el miedo de una ciudad en desarrollo. Pasé dos años sin saber muy bien si me agradaría volver a ver a una persona de la que apenas ya tenía figura en mi mente. Pero me decidí, y la empecé a buscar.

       La encontré por contactos, y cuando me vio solo me dijo... "llevo mucho tiempo esperándote, ¿por qué has tardado tanto?". El encuentro fue feliz, e incluso probamos a vivir un tiempo juntos, muerto con muerta, pero todo era diferente ya. Ella era una mujer fría, y ya no tenía aquella mirada fogosa que me hacía perder el sentido. Como pasan los años. Su mirada estaba vacía, y su mente transfigurada.

       Durante cinco años jugué a creer que la pareja era la misma y todo eso, pero no funcionó. Ahora no éramos más que dos extraños viviendo juntos, matando juntos, y sin fondo real en el alma. En 1928 realmente comprendí que ella estaba muerta, y lo peor que yo también. La soledad embriaga al hombre con su jodida fragancia letal, y luego lo suelta a su libre antojo en un lugar desconocido, al cual el hombre debe saber escuchar, o morir. Como ya realmente no tenía esperanza en la vida, la abandoné, y volví a Chicago a construir una gran empresa en torno a la abogacía.

       Después de la Segunda Guerra Mundial, senté las bases de mi propia empresa, un bufete, ya con el total desarrollo de mis estudios, llegué a ser uno de los abogados más importantes en los años setenta, y una persona poderosa en los ochenta.

       Con el paso de los años pensé en volver a tener progenie, pero siempre al final salía la pena que sentía, y me compadecía de mi "estirpe divina".

       Los noventa fueron años de cambios en los cuales yo no me vi en absoluto afectado. Ahora quizás fuese el momento de volver a ver a mi Sire para contarle muchas cosas, y poder sentir algo humano, mi añoranza de vida, se vería calmada por una gran escena de recuerdos.

       Cada noche de mi vida con mis cacerías son excitantes, son sagradas comparándolas con las mortales, sin riesgo alguno ellas. La sensación de superioridad que otorga mi rango me hace creer que quizás sea esta paradoja un ensayo de lo que ha de acontecer. Mi absurda vida, y mi lamentable no vida buscan aventura... mucha aventura, tratos, negocios, muertes, sed, victoria, y miles de sensaciones vacías si se les dan el sentido que probablemente tengan.

       La falta de metas personales y el propósito de avance empresarial, me llevan a Nueva Austin para comenzar una aventura de la cual un conocido me habló, espero encontrar en el 2001 secretos, pasiones, rarezas, y motivos por los cuales me olvide de mi absurda idea de tomar el sol sin gafas...