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"- Una Víctima, ¿Y Quien No Lo es?"
Brandon Lee "El Cuervo"
Ha pasado mas de un siglo desde que me alimente de una persona por primera vez, pero aun lo recuerdo perfectamente.
Fue en una fría noche del mes de Noviembre de 1899, recuerdo que era Martes, si el martes diez. Era una noche sin luna y yo me dirigía a mi casa en Portobello Road.
Allí, junto al umbral de mi casa, me esperaba como cada noche Jonathan Harvey, mi fiel contable. Tras una cena a la luz de la chimenea, Jonathan me hizo señas como invitandome a sentarme junto a él frente al fuego. Yo desde la mesa lo observaba y me sentía irremediablemente atraido hacia él.
Nunca antes habia experimentado "fascinación" por otro hombre pero había algo extraño en su voz, en su apariencia. Ya no era un hombre para mí, era un ente fascinante; cada gesto un mundo y cada palabra una espina que se clavaba en el corazon y hacia estremecer mis musculos, era como presenciar una lluvia de estrellas.
Entonces me besó dulcemente en los labios. Yo a pesar de mi inequívoco impulso sexual hacia el sexo femenino, me sentía flotar, me sentía excitado.
Poco a poco desabrochó mi camisa y la deslizó fuera de mi torso.
- Túmbate- me dijo.
Y yo obedecí sin pestañear. Me tumbé bocarriba y él se colocó encima mia besándome lentamente el pecho. Subió hacia mi cuello y también comenzó a besarlo. De pronto paró y se incorporó, fue entonces cuando vi sus ojos de un verde sobrenatural:
- Dime que aceptaras mi regalo, si te lo ofrezco- me susurró.
- Hasta el final, llévame hasta el final- dije yo.
- Tú me lo has pedido....- respondió.
Fue entonces cuando hundió sus prominentes colmillos, que yo no había notado hasta aquel momento, en mi cuello. Sentí mi sangre surgir a borbotones, y me estremecí confundido. Poco a poco el éxtasis comenzó a aflorar, al principio como una pequeña llama en mitad de una tempestad y luego como un orgasmo en toda regla. Sentí mi sexo despertándose y lentamente erguirse como buscando el tacto de Jonathan. Mis músculos fueron relajándose lentamente y entonces, cuando levantó su cabeza y vi su rostro cubierto de sangre, noté como mi alma abandonaba mi cuerpo. Entonces Jonathan acercó su antebrazo a su boca y con un mordisco hizo brotar la sangre que antes había sido mía.
A tientas e instintivamente yo acerque su brazo a mi boca y comencé a absorber la inmortalidad poco a poco. Las sensaciones que había sufrido anteriormente no eran nada comparadas con las que el pasar de su poderosa sangre provocaba ahora.
- Ya estaa..bi..en - intentó decirme.
Separo mi cabeza de su brazo de la única manera que pudo, a empujones.
- Quiero más, mi dulce amante -dije yo-. Dadme más.
Entonces él se acerco al perchero y cogió nuestros abrigos.
- Vamos, mi señor. Corramos a por mas balsamo sagrado.
Cogí mi camisa y comence a abotonarmela. Después me puse el abrigo que Johnatan me tendía y salimos. Afuera comenzaba a llover.
- El tiempo de Londres siempre ha sido mi debilidad- dijo él con una sonrisa en los labios.
Emprendimos nuestra busqueda cuando apenas marcaban las dos de la madrugada y despues de un par de horas, nos detuvimos frente a una joven prostituta que no debía tener mas de doce años. Una joven niña que apenas había llegado a ser mujer, y ya tenía que sufrir un infierno que ni los adultos querían sufrir.
-Esta es- dijo él.
Yo me limité a mirarlos, a él allí plantado de pie, empapado por la llovizna y a ella deseosa de posar sus labios en algun lugar de nuestro cuerpo a cambio de unas monedas.
Johnatan se aproximo a ella y convinieron entrar en un callejon que habia un poco mas alla de nuestro lugar de encuentro. Nos dirijimos allí lentamente. La subimos a una ventana baja y se quitó el vestido. Pude ver su cuerpecito que habia empezado a transformarse en el de una mujer. El color oscuro de sus pezones auguraba que tendría un buen busto. Pero entonces se dio la vuelta y en la espalda vi rastros de quemaduras de cigarros puros y señales de haber recibido alguna que otra paliza.
- ¿Quieres que siga sufriendo esto?- me gritó Johnatan.
Y sin pensarmelo dos veces, le hundí mis dientes en su tierno cuello.
Ahora no puedo evitar sentirme culpable, pues mi primera víctima fue una inocente niña. Con ella mi inocencia se desvanecio. Y por eso lo recordaré siempre.
Assenoth Sennescal : Assenoth@hotmail.com.