Se busca vampiro

      Bajo este nombre aparentemente tonto, se esconde una reflexión siempre obviada; que la mayoría de los vampiros son ciudadanos desaparecidos.

       Efectivamente, solo una minoría de los vástagos han dejado tras de si su muerte a efectos de la sociedad mortal y la ley (con todos los procedimientos forenses que ello implica, la necesidad de un cadáver, la gestión legal de este, etc) De hecho, es un verdadero inconveniente fingir tu muerte y disponer de un cadáver que pase por el tuyo, u orquestar un escenario en el que “tu cadaver” sea destruido y se asuma tu muerte sin hallarse cadáver. Es tan molesto esto, que perfectamente podría considerarse un mérito el ser así.

       Por el contrario, la mayoría de vástagos, simplemente desaparecen, no dejan tras de si ningún cadáver que la ley (y un forense) puedan usar para darle por muerto, el neonato, se convierte en un ciudadano desaparecido ante la justicia, y esta nunca podrá darle por muerto, (pues no hay un cadáver) hasta que los años pasen, y lógicamente se entienda que, aunque sea por edad, el desaparecido ha muerto. Por fortuna, mucho antes su expediente quedará archivado, y sus allegados habrán asumido que de alguna forma u otra, algo le acabó sucediendo.

       Pero en los meses, o años siguientes a su desaparición, estar desaparecido puede causar problemas. Ya hace años que los coches de USA pueden llevar terminales conectadas a las bases de datos policiales (como Robert Patrick popularizó en 1991 en Terminator 2, en su papel de T1000), en otros paises, como España, es el procedimiento policial el que al identificar a un sujeto determina que se debe consultar a comisaría, donde se realiza la consulta propiamente a la red informática. En cualquier caso, ser identificado, asegura que en caso de estar desaparecido, se sabrá (lo cual no implica por supuesto, que se le pueda retener).

       Esto no debe importar demasiado a un vampiro, ya que deben evitar contacto con las leyes humanas en general, pero hacer uso de ciertos recursos, como las finanzas de las que dispone de sus tiempo de vivo, igualmente levantarán sospechas. Pueden llegar a auditarse cuentas bancarias, lo que permitiría saber que se realizo tal operación, desde el cajero de tal lugar, en tal momento. Los movimientos financieros pueden rastrearse. Si bien, estas medidas no se toman a la ligera, se habla en USA de casos de menores, utilizando móviles propiedad de sus padres que sí han llegado a ser intervenidos, rebelando el paradero del menor.

       Aunque el vampiro evite todos los medios tecnológicos, unos allegados dispuestos a costearlo, pueden pagar detectives (o cazarecompensas) que investiguen, pregunten, soliciten quizás grabaciones. En el peor de los casos, los pasquines solicitando la colaboración ciudadana, o los programas televisivos de búsqueda de personas (recordemos el impacto social del famoso Quien Sabe Donde) pueden hacer llegar un rostro a una población bienintencionada. En Nevada, los programas de reconocimiento facial de los casinos (popularizados gracias a series como Las Vegas, pero en absoluto ficticios) son consultados en casos de desapariciones. En Nevada, a un vampiro le conviene no frecuentar los casinos, especialmente si va rodeado de otros 4 desaparecidos.

       Alguien que quiera desaparecer, dispone de facilidades para hacerlo, pero el hecho es que a menudo, olvidamos que un vampiro tiene una cara, un nombre, que puede en mayor o menor grado, estar siendo buscado, por pasiva o activa. Esto es especialmente critico para los vampiros que se establecen en las mismas ciudades en las que fueron abrazados, o cercanas. Quizás los vampiros hiciesen bien en viajar para escoger a sus chiquillos, o tomar aquellos sin lazos en su ciudad, ya que abrazar a un nativo de la propia ciudad, y dejarlo en la propia mientras sus allegados lo ven desaparecer, es buscarse quizás problemas cuando lo busquen.

      

Por Lord Tzimice