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| El Trobador
desde BCN
, Nunca Jamás (vuelvo a fumás)
-- Martes, 22 de Marzo de 2005 a las 23:56.
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.80.25.180.170 |
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Película de gran calidad, aunque conviene reconocer que ésta viene dada en buena parte por su mensaje y por su guión, que tiene un sentido narrativo grandioso y excelente, así como muy bien documentado (salvo comprensibles licencias dramáticas). El devenir del film tiene ese aire de clásico que ya no se hace, con un ritmo paciente que deja a los hechos históricos tomarse su tiempo para desarrollarse en la pantalla, sin olvidar una ambientación brutal que es tal vez lo mejor.
Le reconozco a piripiflautico el excesivo protagonismo de los accesos histriónicos de Hitler. Sin embargo, es un defecto que se obvia porque esas escenas son la hostia, son las más sobrecogedoras, además de muy interesantes para conocer la enfermiza personalidad del dictador y cómo sentía y expresaba los elementos de su aberrante ideología.
Las únicas pegas que tal vez puedo achacarle son su gusto a veces excesivo por los silencios y los momentos prolongados, que dan en algunas escenas la impresión de ser un relleno perfectamente suprimible, y cierta frialdad en las interpretaciones. Y es que los actores, no nos engañemos, lo hacen todos más o menos bien, pero pocos están para tirar cohetes (indiscutible Bruno Ganz). Claro que todo esto no desmerece el conjunto, especialmente si lo miramos desde un plano histórico, conceptual y también artístico (fotografía, ambientación, etcétera), perspectiva desde la que bien puede ser etiquetada de obra maestra.
Quizá lo más interesante de "El hundimiento" sea la forma en que logra que sintamos desprecio por Hitler y el nacionalsocialismo no mostrándolos como inhumanos (típico recurso), sino al revés, como fenómenos profundamente humanos. Vemos a los nazis como personas al fin y al cabo, con todos los matices que ello acarrea. De este modo tenemos enfrente a un Hitler capaz de amar a su mujer y a su mascota, de sonreír ante un niño o de alabar un sabroso plato... pero que al mismo tiempo estalla de ira ante cualquier contrariedad, se niega a capitular frente a la inminente derrota, sacrifica a su pueblo inmisericordemente, ordena fusilar a los que juzga traidores y habla de la supuesta grandeza de sus ideales racistas, eugenésicos e imperialistas con la naturalidad del que comenta un partido de fútbol.
Es esa contradicción entre el hombre y la bestia, entre el buen esposo y el implacable tirano que sueña con un mundo "purificado" y ario, esa contradicción, como digo, es lo que hace repudiar verdaderamente al personaje. Al no ser una visión maniquea, con un Hitler unidimensional a modo de simple encarnación diabólica, te permite experimentar en profundidad el auténtico dilema ético que plantea: que un monstruo es o fue también un ser humano, que su demencia proviene en definitiva de una trayectoria personal y de unas circunstancias sociales e ideológicas en las que, lejos de la falta de emociones que se atribuye a esta gente, lo que han intervenido precisamente son unos sentimientos negativos y malignamente enfocados.
En películas como ésta, el rechazo a Hitler y a los nazis no procede del entendimiento de sus actos como algo irracional, inexplicable, ajeno, imposible de entender para una mente humana, sino al revés: enraizado (como todo lo bueno y lo malo en el hombre) en la propia humanidad. No son demonios venidos del infierno. Son criaturas guiadas por el odio, la fidelidad ciega, el patriotismo desmesurado y el adoctrinamiento militarista y racial.
Y en las que, claro está, caben todo tipo de matices sin que ello reste ni un ápice de su evidente perversidad.
Otro elemento digno de mencionar es que se hace alusión, por boca de Goebbels, a una circunstancia difícil de admitir para Alemania y supongo que para cualquier país que cuente en su pasado con hechos similares: que los nacionalsocialistas, al fin y al cabo, fueron aupados al gobierno por el mismo pueblo alemán. Sin la cr¡sis económica, sin la herida en el orgullo patriótico que representó la derrota en la I Guerra Mundial, sin las estúpidas teorías racistas de moda en aquel momento y sin la necesidad de los alemanes de hacer recaer la culpa de sus males sobre algún colectivo (en este caso, los judíos), la barbarie posterior tal vez nunca habría ocurrido.
En fin, una buena película, que independientemente de sus méritos artísticos y cinematográficos (grandes) ofrece un punto de vista bastante raro y muy necesario del nacionalsocialismo, de las estructuras autoritarias en general y de los extremos de fanatismo a que es capaz de llegar un ser humano movido por la adoración ciega a su líder... al fin y al cabo otra persona como él.
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