AGUA
Agua
dura, estridente...
abrasiva canción de espejo líquido
que me devuelve la mirada fría
del ignominioso olvido.
Agua
celosa, evasiva...
silente cantinela de apagada voltereta
que evocas el eco nacarado
de un ayer remoto.
Agua
tenebrosa, triste...
música antigua de persistente estrépito;
canción apagada en el sumiso espejo
de tu elixir contemplativo azul cielo.
Agua
vehemente, amarga...
canción de agua y hiel
que arrincona mi pasión tozuda
en el espejo roto de un infierno.
¿CIUDAD?
En
el bullicioso silencio de la muchedumbre,
he perdido la sombra de tu vaporoso timbre
como se pierde un secreto en lo profundo de
una profesada ocultación.
¡Qué
solo en el maremoto humano de la discreción!
¡Qué algarabía tan callada!
¡Qué oídos más sellados al diálogo!
¡Qué murmullo de prisas tan ensordecedor!
¡Cuánto silencio escandaloso!
¡Cuánto grito de soledad desesperada!
En
la trepidante sonoridad del gentío,
medito a solas, (arropadamente solo)
en los pasos firmes de tu deambular ignorado
en pos del amparo de tu verbo.
TUS
OJOS
En
la huella dulce de tus ojos de miel,
he dejado el latido de mi mirada de esperanza.
En
el corazón indómito de tu mirada tibia,
he dejado la estampa de mi elección inequívoca.
En
la palma sedienta de tu mano de espuma,
he dejado el pálpito lastimero de mi ensoñación.
En
mis ojos, tus dedos. En mi corazón, el tuyo;
como huella indeleble de imprecación de amor.
FRONTERA
En la frontera de la desesperación,
cuando el alma soltaba el resuello apagado
de un pájaro frío,
cantó el teléfono su monótona persistencia
y me sacó del sopor remoto del arcano,
de la angustiosa agonía de un latir ínfimo
al que me había atenazado el miedo.
En
la línea fronteriza de lo desconocido,
cuando remontar el vuelo era sólo
el sueño de un viejo trapecista en paro,
zarandeó mi esqueleto de pájaro sin alas
la canción matutina, metálica y fónica
del viejo aparato de novedades apagadas.
En
la divisoria entre el alarido y el llanto,
cuando sólo un palmo me separaba del
para siempre jamás,
el auricular arrulló en mi oreja un canto
de fúnebre y volátil comparsa,
en el vértice de un amanecer diminuto.
¡Socorro!
¡Socorro! ¡Socorro!
MAPA
En
el mapa árido de tu figura escueta,
se desvanece el humo
de silente tenebrosidad desesperada,
en pos de tu escuálido rastro.
En
el planisferio recóndito de tu luz opaca,
soy humo que fumo y consumo
la ensoñación incierta de tu huella,
tras la que me derramo.
En
la cartografía imposible de tu liviandad,
se deshila la fumata
del escabroso vestigio de tu imprecación,
acosada de urgencias.
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