LXIV
Preston
Warwick falleció pocos día después que se lo
halló errando en el desierto. Sus últimas horas fueron
espantosas ya que se las pasó echando terribles alaridos
y gritando frases incoherentes. A partir de lo que narró
en sus momentos de lucidez y de los propósitos disparatados
que gritó, pudo reconstituirse el relato de lo que según
él, aconteció al resto de su expedición. Durante
años había explorado la zona próxima a Tell-El-Amarna,
en busca de lo que él llamaba la ciudad perdida de Atón,
ya que, según él, El Amarna no era la única
ciudad fundada por Akhenatón. Cuando por fín halló
vestigios de una ciudad a 25 km del Amarna montó una expedición.
Pronto sacaron a la luz un gran número de edificios, pero
la mayoría eran viviendas de estructura simple y sin ningún
detalle particular. Hasta que se descubrió La Casa del
Atrio, inmensa construcción cuadrada de una planta, con
el disco de Atón adornando su entrada principal y con un
inmenso atrio en el centro.
En medio del atrio hallaron una torrezuela al interior de la cual
había... simplemente un pozo que intrigó a los arqueólogos.
Un telegrama se envió inmediatamente a la civilización
para informar sobre este conspicuo hallazgo y luego... no se tuvo
más noticias de la expedición. Tres semanas más
tarde se halló a Preston Warwick en las ya citadas circunstancias
y cuando se le interrogó sobre lo acontecido a los otros
miembros de la expedición respondió "Muertos,
todos muertos"
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