SATURNALIA

¡Io Saturnalia!
Seis Poemas Navideños de H. P. Lovecraft


Saturnalia, Rituales del Solsticio de Invierno

Introducción, Traducción y Notas de © Óscar Mariscal

I. La Navidad Que Cayó sobre Sarnath

Era el Tiempo invernal, ese que los hombres llaman Navidad, aunque saben en su fuero interno que es más viejo que Belén y Babilonia, más viejo que Menfis y que la humanidad. Estas líneas extraídas de El Ceremonial (The Festival: Weird Tales, Enero de 1925), plasman sobre el rugoso y amarillento papel de las revistas pulp el peculiar "espíritu navideño" de H. P. Lovecraft, por cuyas venas corría la sangre de aquellos severos pioneros que en el Boston colonial, llegaron a condenar el regocijo público propio de los días navideños, pues en su fuero interno sabían que tales festejos constituían un atavismo de insultante contenido gentil. La navidad que se celebra en los mundos imaginarios de Lovecraft, es un compendio de tradiciones paganas, un festival sincrético en el que la esperanza y los buenos deseos para el futuro, se mezclan con el recuerdo ancestral y desfigurado de una perdida "Edad de Oro", y en la que las amables bacanales mal disfrazan un pasado de siniestros cultos arbóreos y sacrificios rituales: Ávidos de sangre desde edades oscuras, los viejos dioses de los idólatras sueñan cubiertos de musgo.

En el fragmento que abre este trabajo, Lovecraft menciona Belén -Beith-Lehem o "casa del pan", término que pudo derivar de Beith-El o "casa de Dios"-, no se olvida del Asia anterior -con sus divinidades que mueren y resucitan cíclicamente-, ni de los misterios solsticiales del Imperio antiguo egipcio, cuyos oficiantes aguardaban la medianoche en oratorios subterráneos, de los que surgían luego para gritar: "¡La Virgen ha parido! ¡La luz está aumentando!" -los rayos de la sabiduría a los que alude Lovecraft en uno de los poemas que presentamos-. Tampoco ignoraba Lovecraft las raíces célticas de esta fiesta -... mi actitud hacia los antiguos celtas, creo que es un poco ambigua. Me gustan cuando son reyes, pero después de todo, unos cuantos druidas no pueden compararse con los vikingos de barbas doradas-. Así, en algunos de sus cuentos y poemas se citan las luminarias de la fiesta de Yule y sus altares: Yule -"la rueda" del año- es el símbolo de la periodicidad del paso del sol, en su movimiento aparente alrededor de la Tierra, por el Trópico de Capricornio o Solsticio de Invierno. El tronco de Yule o leño trashoguero de pascua se prendía en esas noches sobre las cenizas que se conservaban desde la quema del año anterior, según era costumbre entre diversos pueblos europeos.

Y templos con verdes festones e iluminados trémulamente
Con la sagrada luz de los cirios.

(De The H. P. Lovecraft Christmas Book).

Las solemnidades paganas del solsticio de invierno guardadas por los antiguos habitantes de Inglaterra, incluían enormes cirios, antecesores del cirio pascual y de la costumbre, arraigada también en Nueva Inglaterra, de colocar velas en las ventanas durante la noche que precede a la Navidad.

Un viento que no es de este mundo
recorre el bosque de robles,
cuyas mórbidas ramas se ahogan
en una maraña de delirante muérdago,
porque éstos son los poderes de las tinieblas,
que perviven en las tumbas de la raza perdida de los Druidas.

(Yule Horror, 1926. Traducción de Juan Antonio Santos Ramírez)

Los Druidas eran miembros de una clase sacerdotal e intelectual del mundo celta que incluía además a poetas, bardos y augures; que el eje central de su religión es el roble, y sus templos los bosques sagrados, lo demuestra la raíz de su propio nombre: Derua, "roble" -René Guénon sin embargo, lo hace derivar de Dru-Vid, "fuerza-sabiduría", términos respectivamente simbolizados por la encina y el muérdago-. De entre sus prácticas, es particularmente conocida la de la recolección del muérdago -símbolo de resurrección e inmortalidad-, usado durante las celebraciones del solsticio de invierno. La planta debía ser cortada del árbol con una hoz de oro, a medianoche y sin que en ningún momento tocara ésta la tierra, a fin de evitar la pérdida de sus propiedades mágicas.

En la lectura "lovecraftiana" de la navidad no podían faltar elementos del mundo romano clásico, tan querido por nuestro autor: Me transformé en romano, adquiriendo una sensación rara de familiaridad y de identificación con la antigua Roma, dice Lovecraft en su pequeño ensayo autobiográfico Apuntes Sobre un "Don Nadie". A través de los griegos del Asia menor, Roma había ido asimilando lentamente el panteón de los dioses del oriente; así, junto a los elementos agrícolas de la primitiva religión itálica, conviven el culto al Sol y a Mitra, hasta la práctica desaparición de la antigua religión oficial en el S.III.

Según el calendario Juliano, la Saturnalia comenzaba el 17 de diciembre, siendo precedida por la Consualia (15 de diciembre), y seguida por la Opalia (19 de diciembre). Siete días y siete noches duraba este célebre festival, que finalizaba poco antes de la celebración del Sol Invictus -la "natividad del sol", Brumalia o solsticio de invierno, que tenía lugar el 25 de diciembre según el calendario Juliano-, durante los cuales patricios y plebeyos, hombres libres y esclavos, se abandonaban a las chanzas y los placeres más raros y excéntricos. El señor servía al esclavo y el siervo se burlaba de su amo, en una parodia ritual del benigno y pacífico reinado del afable dios Saturno. Hay que ver en este festival -nuevamente René Guénon, en Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada-, algo que se refiere al aspecto "siniestro" de Saturno, aspecto que ciertamente no le pertenece en cuanto dios de la "edad de oro", sino, al contrario, en tanto que dios caído de un período concluso. En efecto, después de que el dios de la siembra abandonara a sus felices súbditos, la sangre propiciatoria de los sacrificios manchó muchos de los altares erigidos en su honor; y el elegido soldado romano, que investido de las dignidades del "Rey de Burlas" de la Saturnalia, ejercía con feroz despotismo sus prerrogativas en forma de placeres viles e innombrables, acababa su efímero reinado degollado por sus camaradas de francachela, ante la imagen del dios que había interpretado.

El recuerdo legendario de la abundancia y la riqueza del Lacio, durante el reinado de Saturno, está presente en el poema de Lovecraft, Campanas (Bells):

Las campanas del esplendor de Yule en una noche turbulenta; (...)
¿Por qué suenan, remedando los años felices Cuando la paz y el sosiego reinaban sobre la plácida llanura?.

El escritor y gramático latino Macrobio, escribe sobre el exilio de Saturno en su conocida obra Las Saturnales (finales del S. IV):


Cuando el final sobrevino al reinado de Saturno,
sabiamente decidió dejar de un lado su corona.
Embarcó para irse lejos, más allá del Viento del Norte,
a Hiperbórea, donde ahora duerme,
en una isla oculta en el Polo,
donde espera otra Edad de Oro.


Y durante una época creí vislumbrar dríadas y faunos en ciertas arboledas venerables

(H. P. Lovecraft, Apuntes Sobre un "Don Nadie").

La mención hecha en algunos de sus trabajos de ambientación navideña, de antiguos robledales y sombrías arboledas -como los que tapizan las montañas de la Arcadia griega- junto a elementos propios de la mitología romana, no es una mixtura caprichosa de Lovecraft; en efecto, el roble era un árbol sagrado para los romanos, y sus hojas formaban parte de las divisas de sus reyes y generales. El umbrío bosque, con sus manantiales mágicos, es el templo de Egeria -Diosa del Misterio y la Soledad-, una de las dríadas que embrujan los robledales.

Para concluir, señalar que Lovecraft también emplea en ocasiones el término Saturnalia en su sentido más moderno de orgía desenfrenada, despojado ya del trasfondo mítico que hemos tratado de desentrañar aquí:

impías revelaciones de saturnal de almas corruptas en Sordo Mudo y Ciego

(Deaf, Dumb and Blind; Weird Tales, Abril de 1925).

Y de forma un tanto ambigua en Yule Horror, de 1926:

Una luz entrevista en las cumbres Revela festines profanos y antiguos.

Tres de los poemas y algunos fragmentos utilizados en el artículo, han sido traducidos de The H. P. Lovecraft Christmas Book, segunda edición corregida y aumentada al cuidado de Susan Michaud, publicado por Necronomicon Press, West Warwick, Rhode Island 1996; una entrañable colección de felicitaciones y poemas navideños de Lovecraft, ideal para leer junto al fuego en vísperas de la "Fiesta de Yule". Estos y los restantes textos incluidos, han sido cotejados con los de las Poesías Completas de H. P. Lovecraft, recopiladas y editadas por S. T. Joshi: The Ancient Track, The Complete Poetical Works of H. P. Lovecraft, Night Shade Books, San Francisco 2001.

II. Seis Poemas Navideños de H. P. Lovecraft:

SATURNALIA

Desde los prados de Morven a la Arcadia (1)
se engalanan de laureles las columnas de los templos,
mientras que multitudes tocadas con guirnaldas ríen en alegre francachela,
y los resplandores de los cirios atraviesan la oscuridad.

Cada una de las heladas estrellas del orbe
esparce profecías entre sus rayos oscilantes,
para alegrar la sombría e invernal arboleda
con un dorado chaparrón de sueños vernales.


A LILLIAN D. CLARK: (2)

Devuelto al antiguo escenario al que pertenezco,
volviendo a llenar de alegría mi canción anual;
y estos cariñosos deseos, luminosos como los cirios de Yule,
se regocijan ¡pues no han de ir lejos!


UN DESEO DE BRUMALIA (3)

De las sombras condenables de la locura,
de la hondonada del cadáver descompuesto de Weir (4),
vienen un horrible mensaje de júbilo,
y un alegre poema llevado por una mano espectral.
¡Y un melancólico y resfriado discípulo de Poe envía buenos deseos para el año!

Pueden los ghules de las regiones vecinas,
y las cosas necrófagas y malditas,
dejar a un lado sus oscuros hábitos en legión,
por la beatitud que trae la Brumalia.
¡Y pueden los Druidas cubrirte de bendiciones, mientras bailan con las hadas del páramo!

Así Galba, te procurará placeres (5)
durante todos tus luminosos y gloriosos días;
podrán el mundo y el poderoso alabarte,
y el cosmos resonar con sus plegarias.
¡Y brillarán las edades futuras a la luz de los rayos de la sabiduría!


EL SUEÑO INVERNAL DE THEOBALD

Observa al solitario Ermitaño sentado en su celda,
mientras el mundo aguarda con alegría el Festival;
figuras fantásticas revolotean en sus visiones
-olvidado bajo el polvo, dormido durante eones-
¡Pero he aquí que él se revuelve, y en una brisa de la lejana Lidia (6)
flota su mensaje sepulcral a lo largo de los siglos!


A FRANK BELKNAP LONG:

Precoz Caballero, que dibuja con encanto
de hechicero los horrores del mar y del cielo;
cuya alma liviana explora con lírica destreza
todos los espacios y épocas, donde existe una pizca de Belleza;
desde las regiones de la Fama, consiente mirar por un instante (7)
hacia reinos más vulgares, de donde surge humildemente:
Este borrador del viejo Theobald -prosaico, rígido y monótono-,
caliente aún ¡cómo todos en su alegría Navideña!


PARA FELIS -El Gato de F. B. Long-

Esfinge orgullosa, cuyos ojos ambarinos (8)
retienen los secretos del cielo.
Así como elegantemente enroscado
sobre la silla frente al fuego del hogar,
desdeñas su rostro patricio: (9)
¡No maúlles cruel, ni pruebes tus garras
sobre la mano que te acaricia!
¡Sólo buena voluntad hay
en estas líneas navideñas!

 


NOTAS

(1) Morven: Nombre del mítico reino gaélico, en el poema épico del bardo escocés Ossian.

(2) De una postal navideña de Lovecraft a su tía Lillian D. Clark (1856-1932).

(3) Como señala S. T. Joshi, estos versos parecen parodiar su poema Némesis (1917).

(4) WEIR: En el bosque de Weir que los ghules frecuentan: la región neblinosa donde se desarrolla la balada Ulalume de E. A. Poe.

(5) GALBA: Mote dado por Lovecraft al periodista aficionado y poeta Alfred Galpin; ambos fueron presentados por Maurice W. Moe (Mocrates), a quien está dedicado el poema, en 1914.

(6) Lidia (Lydia), región del Asia Menor situada entre Misia y Caria.

(7) Según Lovecraft, Long por un tiempo fue un aristócrata, y aseveraba que los escritos de un patricio debían ser narrados sin duda alguna desde aquel punto de vista. Citado por Robert H. Barlow en Recuerdos de Lovecraft.

(8) En una carta a Reinhardt Kleiner (mayo de 1920), Lovecraft escribe: La Esfinge es su prima y el gato habla su lenguaje; pero es más antiguo que la esfinge, y recuerda lo que ella ha olvidado... .

(9) El rostro patricio es el de F. B. Long (ver nota 7).



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