Fatal paseo por la playa de Pirita (Tallin)

© Bolangera, Dame de Blois

Wonderous © José Manuel Iñesta Quereda

 

Rodeada del intenso blanco, dibujaba flores en el viento, con aroma de palabras que bailaban en la escarcha fría, y paseaban disfrazadas de sonetos entre la hiel báltica y la calidez mediterránea.

Mi pluma cosió el vestido, de azahares y hojas de otoño,
De semillas y piedras de río.
Se enamoró la Corneja del Cuervo, y el Cuervo, de la Corneja.

Saboreé la nieve en mi piel zambulléndome en ella hasta encontrar arena, conchas, caracoles y piedras de pirita, Dagonianas huellas del congelado cosmos marino que esconde el abrigo de hielo.

Mi pensamiento jugueteaba con unas rimas que dejé por terminar la noche anterior, y apareció ante mí una de las puertas del Monasterio.

Joxe y Eilisa andaban ocupados queriéndose por algún rincón del bosque que rodeaba la playa, así que sucumbí a mi insaciable curiosidad y decidí hacer más fotos de los pasadizos.

La puerta entraba por uno de los laterales y, al cruzarla, descubrí que se trataba del cementerio contiguo a la incendiada construcción monacal.

El espesor blanco llegaba hasta la rodilla, auque unas huellas en la nieve se dirigían hasta una de las tumbas, señalada con una cruz de piedra, especialmente vieja y tétrica, y ligeramente más elevada que el resto, cual túmulo Lovecraniano.

Las huellas terminaban su recorrido justo a los pies de aquella lápida arropada por la nieve.
Pensé que habrían aprovechado los mismos pasos para volver a salir, pues del resto del blanco resaltaba una uniformidad absoluta.

Y faltó tiempo para que mis botas recorrieran aquellas huellas hasta aquel breve montículo , me detuve al final de los pasos marcados por el visitante anterior.

En aquel pequeño camposanto se respiraba una eónica antigüedad malsana,
Rodeado de secos rosales y un espino blanco tísico del intenso frío.
Cruces clavadas como estacas en la nieve , alrededor de mí, salpicaban el breve cementerio.

Pero en el último paso…
Noté cómo me hundía de manera extraña, y noté un repentino e intenso calor en el pié. Traté de sacarlo, pero parecía enredado, pensé en una zarza escondida bajo la capa blanquecina, y un sudor frío empezó a recorrerme el cuerpo.

Continuaba tratando, torpemente, de liberar mi pierna de aquella maldita tumba…
Los nervios se apoderaron de mí, cuando ocurrió lo mismo con la otra extremidad, aquella sensación de intenso calor en mis pies resultaba más que molesta , entonces …
Mi cuerpo comenzó a hundirse más y más…
Completamente paralizada, ninguno de mis sentidos respondía: un agudo y torturador pitido en mis oídos y tinieblas en mis ojos… respirar resultaba especialmente difícil .

La nieve llegó a mi cintura, aquel fuego abrasador quemaba mis piernas de manera terriblemente cruel, lancé un grito, tratando, en vano, de avisar a mi mitad carnal, cuando, por fin….

Ante el desconcierto del infernal dolor, mis ojos se posaron en la impía piedra que yacía ante mí, me abrazó el estoicismo del que se sabe morir, devorada por las entrañas de un maldito camposanto nevado, y quedaron cinceladas en mi retina, las palabras que rezaba aquella diabólica forma de cruz… "DE BLOIS"

 


 

 

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Lira H.P. Lovecraft