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La Historia de Marion Crane

© Henry Armitage & Joseph Curwen

 

 

Marion Crane y Sam Loomis tienen uno de sus encuentros ocasionales en la habitación de un hotel. La joven es rubia, joven y atractiva se encuentra en la cama con ropa interior: combinación y sujetador, mientras el hombre aparece vestido solamente con sus pantalones y en la cama ambos hablan de sus encuentros clandestinos, aprovechando viajes de Sam y la hora del almuerzo de Marion; también hablan de su futuro incierto: la pensión que Sam tiene que pasar a su mujer y las dificultades económicas que tendría que soportar la pareja.

 

Marion regresa a su puesto de trabajo en una Agencia Inmobiliaria y pregunta a la secretaria por su jefe, el señor Lowery, y ésta le contesta que se encuentra con un cliente, el millonario y buscador de petróleo, señor Cassidy, que charla amistosamente con Marion sobre la boda de su hija de 18 años y que orgullosamente declara que ninguno de esos 18 años ha sido infeliz y que todo se lo debe a su dinero con el que le va a comprar una casa de la Agencia del señor

  Lowery por 40.000 dólares, los que entrega en efectivo a Marion. El millonario habla de la felicidad como de una transacción comercial y le dice a Marion que si ella es infeliz, debería comprar su felicidad con dinero y esa tentación se materializa con el fajo de billetes que el millonario pone en sus manos.

El señor Lowery le pide a Marion que lleve el dinero al banco y ésta le dice que lo hará y que se tomará la tarde libre, porque tiene un fuerte dolor de cabeza, así que pasará el fin de semana en la cama. Más tarde en su habitación le empieza a rondar en la cabeza las palabras del señor Cassidy y decide huir con el dinero. Conduce durante dos días, la primera noche la pasa en el coche hasta que la despierta un policía de carreteras, que infunde en Marion un gran complejo de culpabilidad. Al llegar a una pequeña ciudad, cambia su coche con matrícula de Texas a uno con matrícula de California pagando con parte del dinero del millonario. La segunda noche de viaje, ya con el nuevo coche, el cansancio y la lluvia le hace parar a descansar y pasar la noche en un apartado hotel de carreteras, el Hotel de Norman Bates.

 

El joven Norman se muestra muy amable y servicial con Marion, a la que aloja en la habitación Nº 1, la más cercana a Recepción; incluso la invita a cenar en su casa, que es un caserón que se encuentra en una colina, junto al hotel. Marion acepta y se dispone a acomodarse en su habitación, escondiendo el dinero robado, cuando a través de la ventana oye las voces de Norman y su madre, que discuten sobre la recién llegada. Marion se prepara para la cena y toma una ducha, cuando de improviso aparece una figura de mujer, con un vestido largo y pelo recogido en un moño lo que nos hace pensar que se trata de la madre de Norman. Y, a continuación, se produce la tragedia: las cuchilladas que acabarán con la vida y las ilusiones de Marion Crane.

Una imagen vale más que mil palabras

 

 

La película con guión de propio Robert Bloch, autor de la novela en la que ésta está basada, incluye una de las escenas cinematográficas más terroríficas de todos los tiempos, el apuñalamiento de Marion Crane en la ducha por el psicópata Norman Bates en el papel de su madre muerta hacía años.


 

 

La secuencia completa dura unos cuarenta y cinco segundos, pero se tardó siete días en rodarse llegándose a realizar alrededor de setenta tomas de cámara. A destacar el trabajo de montaje de los primeros planos rápidos.

La crítica más especializada ha considerado esta escena como una de las más impactantes de la Historia del Cine de Terror.


Alfred Hitchcock creó una revolución cinematográfica en su época al matar a la protagonista en la mitad del largometraje. Por su interpretación Janet Leigh fue nominada al Oscar a la mejor actriz secundaria.

 

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