NOTAS SOBRE LOS "MITOS DE CTHULHU"
© AUGUST DERLETH [*]
© Cyrus Llanfer
Los Mitos de Cthulhu constituyen un esquema mitológico desarrollado gradualmente oor el fallecido H. P. Lovecraft en la fase final de su obra creativo dentro del género de lo macabro. Según Lovecraft, todo “se basa en la tradición o leyenda esencial según la cual antaño este mundo estaba habitado por otra raza que, por practicar la magia negra, perdió su posición y fue expulsada, pero que vive aún en el exterior dispuesta siempre a volver a apoderarse de esta tierra”. Su parecido con los mitos cristianos – así como con otros esquemas mitológicos comunes tanto a la historia como a la novela – es inmediatamente reconocible para el lector culto.
Los Mitos evolucionaron muy despacio y hay muchos indicios de que, al menos en sus etapas iniciales, Lovecraft no tenía intención de crear los Mitos de Cthulhu de la manera en que al final cobraron forma. Su esquema fue creciendo poco a poco y por fin adoptó su forma definitiva cuando el propio Lovecraft se dio cuenta de la cantidad de deidades, libros, nombres de lugares y demás ornamentos de los Mitos que ya estaban implícitos en los cuentos que había escrito. En realidad, no hay una línea clara y definida que separe los relatos dunsanianos de Lovecraft de los cuentos que son claramente parte de los Mitos, aunque se puede decir que estos últimos comenzaron con La Ciudad sin Nombre, donde aparece por primera vez el Necronomicón del árabe loco Abdul Alhazred, y que terminaron, cronológicamente, con The Thing on the Doorstep (La cosa en el umbral). Las primeras indicaciones de forma aparecen en La llamada de Cthulhu.
Las deidades que aparecen en los Mitos de Cthulhu de Lovecraft consistían primero en los Dioses Arquetípicos, que, aunque están por encima de la moralidad corriente, por encima del “bien” y del “mal”, eran no obstante una propuesta de orden y por ello representaban las fuerzas de la ilustración opuestas a las fuerzas del mal, representadas por los Primigenios o Primordiales, que se rebelaron contra los Dioses Arquetípicos y fueron arrojados – como Satán – a la oscuridad exterior. Los Dioses Arquetípicos (de los que sólo a uno, Nodens, Señor del Gran Abismo, se le da un nombre) vivían en Betelgeuse o cerca de allí, en la Constelación de Orión, y rara vez intervienen en la lucha incesante entre los poderes de la oscuridad, que persiguen obtener el control, y las razas de la Tierra. Los Primigenios, que tienen terroríficas apariciones en los relatos de Lovecraft, estaban dirigidos por el dios ciego e idiota, Azathoth – una “plaga amorfa de infernal confusión que blasfema y farfulla en el centro de toda infinitud” -, e incluían a Yog-Sothoth, que compartía el liderazgo con Azathoth, un ser no sujeto a las leyes del tiempo y el espacio, pero coexistente con todo tiempo y coextensivo a todo el espacio, Nyarlathotep, el Mensajero, el Gran Cthulhu, desterrado a la oculta R’lyeh en las profundidades del mar, Hastur el Inefable, a las Híadas, Shub-Niggurath, “la cabra negra de los bosques y sus mil crías”, todo lo cual sugiere paralelismos con los elementos del aire, la tierra, el agua, etc. [2]
Comentaristas y críticos – el más reciente entre ellos Colin Wilson [vease The Strengh to Dream (El poder de soñar)] – han sugerido que Lovecraft se tomaba en serio los Mitos de Cthulhu. Nada podría estar más lejos de la realidad. Lovecraft creó sus mitos como puro entretenimiento, nada más. No fue un trabajo totalmente original, puesto que tomó prestados con toda libertad detalles triviales pero pintorescos de otros escritores – Poe, Arthur Machen, Lord Dunsany, Ambrose Bierce, Robert W. Chambers – y para desarrollar sus ideas originales instaba a otros escritores para que contribuyeran al despliegue de deidades, las razas prehumanas y las razas híbridas contemporáneas que las servían (como los Profundos, los Abominables Hombres de las Nieves de Mi-Go, etc.), los nombres de lugares (como Kadath del Desierto de Hielo, la Meseta de Leng y esas ciudades de Massachussets que se corresponden con Marblehead, Wilbraham y Salem: Kingsport, Dunwich y Arkham, que fue adoptada como pie de imprenta de Arkham House), los libros proscritos, rara vez encontrados (como el Necronomicón, los Manuscritos Pnakóticos, los Cantos de Dhol, los Siete Libros Cripticos de Hsan, el Texto de R’lyeh, etc.).
De esta manera crecieron los Mitos de Cthulhu. Los relatos básicos de los Mitos de Cthulhu escritos por Lovecraft eran un total de trece: La Ciudad Sin Nombre, El ceremonial, La llamada de Cthulhu, La sombra fuera del espacio, El horror de Dunwich, El susurrador en la oscuridad, The Dreams in the Witch House (Los sueños en la casa embrujada), El morador de las tinieblas, La sombra sobre Innsmouth, En la noche de los tiempos, En las montañas de la locura, El caso de Charles Dexter Ward y The Thing on the Doorstep (La cosa en el umbral). A estos, otros escritores añadieron casi cien relatos más, a veces desarrollando los Mitos con deidades, nombres de lugares, libros, etc., de su propia cosecha, a veces trabajando dentro del esquema original de Lovecraft: escritores como Clark Ashton Smith, Robert E. Howard, August Derleth, Robert Bloch, Henry Kuttner y, el más reciente, J. Ramsey Campbell, que creó un entorno completo en Inglaterra análogo al escenario de Arkham-Dunwich-Kingsport de Massachusetts.
Así, a las colecciones originales de Lovecraft que contenían relatos de los Mitos de Cthulhu no tardaron en sumarse libros escritos por otros autores que desarrollaron aún más los Mitos: Los perros de Tíndalos y The Horror from the Hills (El horror de las colinas) de Frank Belknap Long; Out of Space and Time (Fuera del espacio y el tiempo), Lost Worlds (Mundos perdidos), Genius Loci and Other Tales (Genius Loci y otros relatos), The Abomination of Yondo (La abominación de Yondo) de Clark Ashton Smith; The Lurker at the Threshold (El que acecha en el umbral), The Survivor and Others (El superviviente y otros), Something near (Algo cercano), Someone in the Dark (Alguien en la oscuridad), The Mask of Cthulhu (La máscara de Cthulhu) y el presente libro de August Derleth; The Opener of the Way (El que abre el camino) de Robert Bloch y relatos menores, no recopilados, escritos por estos y otros autores.
Lovecraft se divertía con este mundo outré de su propia creación del mimo modo que, de niño, le había encantado recrear el mundo de la antigua Grecia y, de joven, el de la Inglaterra del siglo XVIII. En las primeras historias de los Mitos de Cthulhu aparecía una cita de Algernon Blackwood que define su propósito: “.Es concebible que tales potencias o seres hayan sobrevivido… que hayan sobrevivido desde una época enormemente lejana en que… la concia se manifestaba, quizá, por medio de figuras o formas que ya hace mucho tiempo se retiraron ante la marea de la ascendiente humanidad… formas de las que sólo la poesía y la leyenda han conservado un fugaz recuerdo y les han dado el nombre de dioses, monstruos, seres míticos de todo tipo y especie”. Los Mitos de Cthulhu de Lovecraft eran su propio “recuerdo fugaz”, que no perseguía más que su propio entretenimiento y el de un público creciente, que, conocedor de los relatos a medida que aparecían en Weird Tales, pedía más. Para resumir, las historias de los Mitos de Cthulhu son unos relatos menores pero curiosos e interesantes dentro de la tradición de lo gótico, y el hecho de que haya habido lectores que han llegado a presentarse en librerías y bibliotecas buscando los libros inventados de los Mitos habría asombrado a Lovecraft y le habría dado nuevas pruebas de la credulidad de muchas personas ante la palabra impresa.
(*) Tomado de August Derleth, El rastro de Cthulhu; Biblioteca de fantasía y terror, BT 8173 (Madrid: Alianza Editorial, 1988, reed. 2005), pp. 279-83. Transcripto por Jorge R. Ogdon (a) Dogon. Especial para la Nueva Logia del Tentáculo, Valencia (España).
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