Mi
Ángel Negro
Aún
están cimbrando mis labios por ese beso que me has mandado
y que ha despertado mis adormilados sueños. Presto me he
movilizado para olfatear las flores del jardín y para ver
las evanescentes huellas que has dejado en la orilla arenosa de
mis ensueños. He ido de aquí para allá, no
fuera cosa que algo de tí hubiera quedado oculto a mi mirada,
que afanosa buscaba un resabio de tu ligero paso.
Aunque
lejana e inasible, siempre estás a mi lado, tendiendo un
puente entre tu corazón y el mío. No pierdo la esperanza
de cruzarte en mi camino hacia la Eternidad y, en todo caso, allí
te esperaré. Entonces sí, no habrá nada ya
que nos aparte de la senda que amorosamente hemos cubierto de rosas
negras.
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