La
ensoñación y la fantasía subliman el deseo
del sentimiento amoroso del humano que, se encuentra en un desierto
de tórrida llama anhelando ese oasis de húmeda vegetación,
manantiales transparentes, frutas de atractivos y dulces colores
y que estalla en torrentes de frescura vital que representa el hecho
amoroso deseado.
Labios
resecos y cuarteados por falta de lluvia de amor que humedezca de
pasiones desbordadas la roja hendidura del placer sensual, hendidura
otrora saciada de dulces mieles vírgenes y ahora ávida
de ese néctar exquisito y empapado de emociones indescriptibles
e imposibles de discernir racionalmente.
La
somnoliente pesadilla del bien deseado y no obtenido es la única
recreación posible para el amante desesperado y derrotado.
Amante que se conforma con la ensoñación perfilada
de la negra pasión añorada al no lograr la consecución
real de su más deseado destino:
El
Ángel Negro.
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