Vampiros
en la literatura y el cine fantástico:
El
legado de la mitología eslava
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Ilustración de © Virgil Finlay
Sin duda alguna el vampiro ha sido uno de los seres imaginarios más explotados por el cine y la literatura de terror en los últimos doscientos años: desde el relato El Vampiro de Polidori a comienzos del siglo XIX, pasando por Lord Ruthwen o los vampiros de Charles Nodier, Carmilla de Joseph T. Sheridan Le Fanu hasta Drácula de Bram Stoker y luego la abundante obra de Anne Rice en el siglo XX. Añadamos a esta literatura la exhaustiva producción cinematográfica y televisiva de los siglos XX y XXI.
Aunque hallamos en diversas culturas y en distintas épocas criaturas que recuerdan en ciertos puntos al vampiro, la concepción moderna del mito y tal como aparece en los relatos y en los filmes de horror nos viene en realidad de la vieja mitología eslava.
Los pueblos eslavos
Junto a los Germanos, los Celtas, los Latinos, los Griegos, los Bálticos, los Persas, los Finno-húngaros, los Vascos y algunas tribus de la India, los Eslavos forman parte del grupo racial indoeuropeo, llamado también caucásico, o simplemente raza blanca [1].
Las lenguas eslavas integran el grupo de las lenguas indoeuropeas junto a las lenguas latinas, helénicas, germánicas, célticas e indo-iraníes.
Los eslavos fueron tal vez los últimos en diferenciarse del tronco común de los indoeuropeos, lo cual explicaría su aparición tardía en la historia.
Las tribus eslavas aparecen por primera vez en la historia en el siglo VI de nuestra era. Se piensa que su área de origen se situaría en una región que comprende el este de Polonia y el oeste de Bielorusia. En dicha zona se sitúa hoy la reserva natural de Bialowieski, región compuesta de profundos bosques y de pantanos, factores que sin duda alguna influenciarán enormemente el imaginario popular de los eslavos.
Desde allí comenzarán a expandirse y a diferenciarse en tres ramas principales:- Eslavos del Oeste: compuestos por las tribus de los Kachubes, los Polacos, los Polabos, los Checos, los Eslovacos, los Sorabios y los Obroditas.
- Eslavos del Este: compuestos por las tribus de los Bielorusos (o Rusos Blancos), los Ucranianos (o Pequeños Rusos) y los Rusos (o Grandes Rusos).
- Eslavos del Sur: compuestos por las tribus de los Serbios, los Croatas, los Eslovenos, los Bosniacos y una tribu cuyo nombre original se desconoce hoy, por lo cual se han rebautizado Macedonios (que nada tienen que ver con los macedonios de Alejandro Magno). De hecho "Yugoslav" significa eslavo del sur.A medida que se expanden y entran en contacto con otros pueblos entre los siglos VI y XIV transmiten algunas de sus creencias a sus vecinos. De este modo el mito del vampiro se trasmitiría paulatinamente a los rumanos, a los griegos, a los húngaros, a los gitanos, a los búlgaros [2], a los bávaros, a los turcos y llegaría incluso hasta Europa occidental.
Nosferatu
Los Vampiros
Se les denomina Wampyr en polaco, Upir en ruso o vampir, vukodlak o vurdalak entre los eslavos del sur y, en verdad, la creencia de los vampiros está anclada en las tradiciones populares eslavas desde tiempos muy remotos y persistió hasta entrado el siglo XX. Se dice incluso que la creencia subsiste aún hoy entre ciertas poblaciones particularmente aisladas e ignorantes de Europa Central y entre ciertas comunidades de inmigrantes polacos de Canadá. El término vampiro deriva de la vieja raíz eslava Wampyr o Vampyr que significa sanguijuela según ciertos autores, espíritu o muerto según otros.
Esta creencia parece haber alcanzado un cierto apogeo en el siglo XVIII, tal y como parece demostrarlo el libro publicado en 1751 por el monje benedictino Augustin Dom Calmet intitulado Dissertation sur les revenants en corps, les excommuniés, les oupires ou vampires, brucolaques, etc. (Disertación sobre los aparecidos en cuerpo, los excomulgados, los upiros o vampiros, brucolacos etc) Dicho libro pretende recopilar una buena centena de casos y testimonios sobre personas enterradas vivas y apariciones de espíritus y no-muertos acontecidas en la década de 1730 principalmente en Hungría, Moravia, los Balcanes y Grecia. Aunque el autor relata casos insólitos constatados por funcionarios y a los cuales parece dar crédito, al final trata de explicar algunos de ellos de manera más o menos científica o de manera racional (es decir, basado sobre la Biblia).
Tras la publicación de la obra de Dom Calmet la moda de vampiros del siglo XVIII pareció trascender los límites de Europa central y oriental para extenderse a Europa occidental, a tal punto que en 1764 el propio Voltaire debió dedicar un artículo entero a la temática del vampiro en su Diccionario Filosófico. En dicho artículo ridiculiza el mito y afirma que los verdaderos chupasangre son los clérigos, los hombres de negocio y los nobles:C'était en Pologne, en Hongrie, en Silésie, en Moravie, en Autriche, en Lorraine, que les morts faisaient cette bonne chère. On n'entendait point parler de vampires à Londres, ni même à Paris. J'avoue que dans ces deux villes il y eut des agioteurs, des traitants, des gens d'affaires, qui sucèrent en plein jour le sang du peuple ; mais ils n'étaient pas morts, quoique corrompus. Ces suceurs véritables ne demeuraient pas dans des cimetières, mais dans des palais fort agréables. [*]
El vampiro según la tradición eslava
Era común a todos los pueblos eslavos la creencia según la cual existían dos clases de difuntos: aquellos cuya alma pudo hallar, tras fallecimiento, reposo en el otro mundo, y aquellos que continuaban una suerte de semiexistencia post mortem en la frontera de ambos mundos. Los vampiros pertenecen pues a esta última categoría.
¿Cómo, cuando y porqué una persona se vuelve vampiro después de muerto? La respuesta tal vez varía de una región eslava a otra pero todos tienen algunas pautas en común.
Todas las naciones eslavas comparten la creencia según la cual se vuelve vampiro toda persona que muere prematuramente, principalmente por suicido pero también por toda muerte no natural. Dicha creencia se toma en serio aún hoy en ciertas regiones de los Cárpatos Ucranianos y es más, algunos ancianos cuentan todavía historias para no dormir sobre los primeros años de la post-guerra, cuando solían errar los pudzala - soldados muertos durante la guerra -
Otros motivos que pueden llevar a la transformación del difunto en vampiro son el no respeto de los ritos fúnebres, la trasgresión de ciertas reglas morales y los pecados personales. Existen también algunas variantes regionales; en Macedonia solía creerse que también podían volverse vampiro aquellos que morían sin dejar descendencia, que morían el día de Navidad o en el extranjero. Para los Serbios, el simple hecho de morir en la oscuridad era ya motivo suficiente para volverse vampiro.
En Yugoslavia, en Polonia y en las regiones subcarpáticas de Ucrania se consideraba también vampiro potencial a aquellos que morían a causa de heridas, de epidemias o a los difuntos por los que nadie había llorado.
Según la tradición búlgara, el difunto corría el riesgo de volverse vampiro si un gato saltaba por encima de su tumba, si la lluvia caía sobre el cuerpo del difunto o si miraban hacia atrás aquellos que transportaban el muerto al cementerio.También eran susceptibles de volverse vampiro los criminales, las prostitutas, las brujas y los brujos, los alcohólicos, aquellos que fueron renegados por su propia familia y, según los eslavos orientales, el 5º y/o el 7º hijo varón de una familia numerosa.
Los griegos y los rusos creían que lo mismo sucedía con los católicos, a quienes consideraban herejes, muertos y enterrados en tierras ortodoxas [3].¿Cuándo? Solo los eslavos meridionales parecen estar en condiciones de proporcionarnos una respuesta concreta a esta pregunta. El proceso de vampirización intervendría durante los cuarenta días consecutivos al entierro. Durante este periodo el vampiro es invisible puesto que es su alma la que sale de la tumba y no el cuerpo. Pasado este plazo su alma se transforma en cuerpo pero carece de huesos. Los huesos comienzan a crecerle mucho después y recién entonces se convierte en un verdadero vampiro.
Aspecto físico y fechorías del vampiro
En lo que se refiere al aspecto físico del vampiro todas las tradiciones coinciden en los puntos siguientes:
- El vampiro es percibido como en muerto real y concreto. Es un aparecido que se presenta con un cuerpo físico.
- Su cuerpo no está expuesto a la putrefacción puesto que son muertos que la tierra rechaza, generalmente por causa de las faltas cometidas en vida. Se agitan bajo tierra y gritan desde el fondo de su tumba causando gran miedo.
- Cuerpo negruzco hinchado y terriblemente hediondo.
- Rostro excesivamente colorado.
- Suelen tener dientes enormes.Entre las variantes regionales cabe destacar la creencia balcánica según la cual los vampiros presentan un cuerpo hinchado como un balón, ya que éste ha sido remplazado por una suerte de pellejo repleto de sangre.
Dicho cuerpo carece de huesos lo cual explicaría su capacidad para pasar por pequeñas hendijas y cerraduras. Las mismas tradiciones afirman que el vampiro puede trasmutarse en animal, generalmente aquel que pasó sobre su tumba; gato más que nada pero también perro, gallina y, aunque con menos frecuencia, sapo, vaca o caballo blanco.
Durante los 40 días posteriores al funeral el vampiro permanece invisible o bien se lo puede percibir como una sombra con silueta tanto humana como animal.
En Ucrania y en Polonia el vampiro puede también presentarse como un hombre que transporta su cabeza bajo el brazo o como un cuerpo que lleva a modo de cabeza una calavera el interior de la cual arde un fuego.
Hay otros signos que permiten reconocer a un vampiro: no proyectan sombra (eslavos meridionales), su cuerpo es frío durante la noche (Macedonia), al abrir su tumba el cuerpo reposa boca abajo o sobre su lado (Ucrania y ex-Yugoslavia), emiten una risa burlona (Polonia).La imagen del vampiro que bebe la sangre de sus víctimas y que las asfixia es más que nada una creencia inherente a los eslavos del sur. Dicha creencia está mucho menos difundida entre los eslavos del oeste y ausente entre los eslavos del este.
Más que nada, se los acusa de deteriorar la salud de sus parientes y aquellos que frecuentaban durante su vida hasta llevarlos a la muerte (tal como hacían los vampiros de The Shunned House de H.P. Lovecraft). Para ello no necesita salir de su tumba: es suficiente con que roa su propio cuerpo o chupe su propio sudario para que su familia enferme y perezca.
Los niños y los recién casados son también víctimas potenciales del vampiro.Entre los actos más graves y perjudiciales del vampiro se cuenta la capacidad que se les atribuye para provocar catástrofes naturales como el granizo, tempestad, heladas prematuras, epidemias y la peste. Pues aún en el siglo XIX no era raro que en Ucrania, durante las epidemias de cólera, se queme en la hoguera gente que se le acusaba de ser vampiros y por ende culpables de haber propagado la enfermedad.
En Ucrania los vampiros se asocian a menudo con las brujas. Se dice que pueden ser su jefe - en ese caso se los denomina Xar'kof (pron. Aprox. ) - y es el quien las conduce al aquelarre Pokut'e (pron. Aprox. )Muchos otros actos nefastos se le atribuyen a estos no muertos. Pueden hacer que se echen a perder cosechas enteras, recorren los poblados durante la noche con un sable en la mano matando a quien se cruza en su camino (Serbia), entran en la casa de sus familiares y destrozan los muebles y arrancan las cerraduras, entremezclan los hilos o deshacen los tejidos en los telares, perforan las represas (eslavos del este), etc.
Los vampiros suelen frecuentar su casa, la de sus amigos y parientes, y acechan en los cementerios y en las encrucijadas de caminos a los viajeros nocturnos y a los paseantes solitarios.El área de acción del vampiro se limita a su poblado o a los poblados vecinos al cementerio. Pues su propia tumba le sirve de residencia principal y a ella debe regresar a cada amanecer.
En las viejas tradiciones de la ex-Yugoslavia, los vampiros a quien le han vuelto a crecer los huesos pueden mudarse a cierta distancia de donde solían vivir con el fin que los suyos no le reconozcan. Se dice incluso que muchos de ellos se vuelven a casar y llegan a tener hijos. Los hijos nacidos de esta unión se los llama vampirevic'i en Serbia y se cuenta que pueden ver y matar a los vampiros.
Existen varios métodos para luchar contra los vampiros y que son comunes a todos los pueblos donde se expande la creencia.
Entre los métodos preventivos, el más utilizado es aquel que consiste en desparramar semillas de amapola o de mijo a lo largo del camino que lleva de la casa al cementerio, porque se dice que el vampiro no puede regresar hasta que no las haya juntado y contado a todas. Si a pesar de ello se constata luego signos de actividad vampírica (muertes en serie, sequía que se anuncia, granizo, enfermedad) se procede entonces a la ordalía y ejecución.
Generalmente se abre su tumba, se le corta la cabeza y se la coloca entre las piernas o bien se lo acuesta boca abajo y luego se lo vuelva a enterrar en otro sitio.
Si no, se le clava en el cuerpo o sobre la tumba una estaca en madera de álamo temblón (eslavos orientales y occidentales), en madera de ciruelo (eslavos del sur) o en madera de fresno. También se le puede clavar un clavo en la cabeza.
Los eslavos del sur se sirven a parte de crucifijos de madera de espino, de ajo, de mecheros o de rosas salvajes para espantarlos.
Los eslavos del sur dicen también que el vampiro ha sido exterminado, no queda más que un charco de sangre o una sustancia gelatinosa (ver The Shunned House de H.P. Lovecraft).
Algunas palabras sobre los licántroposDe manera general podemos decir que todos los pueblos de Europa han creído en un momento o en otro en los hombres lobo. En las tradiciones eslavas la noción de vampiro y de hombre lobo están íntimamente ligadas. De hecho el término croata Vukodlak, que se emplea para designar al vampiro, significa literalmente Pelo de lobo. En algunos cuentos rusos y bielorusos la figura del hombre lobo parece incluso sustituir a la del vampiro.
Vampiros y hombres lobo presentan un gran número de similitudes en cuanto a ciertos poderes que se le atribuyen y en cuanto a las características individuales que permiten reconocerlos.
En los cuentos populares serbios, eslovenos, kachubes, polacos, ucranianos, bielorusos y rusos se atribuye a los niños que nacen con una cofia, con cabellos o con una mancha de nacimiento el don de la segunda vista y de la metamorfosis. Aunque pueden trasmutarse en varios animales se dice que prefieren el lobo. En la mitología eslava nada parece indicar que la luna llena sea un requisito indispensable para la transformación. El licántropo puede transformarse a voluntad pero solo durante la noche, cual quiera que sea la fase lunar.
Varios son los personajes históricos a quien las leyendas posteriores identificaron como hombres lobo. Uno de ellos es el príncipe Vseslav de Polotsk, en Bielorrusia y que vivió en el siglo XI. Su familia fue la única familia real que siguió siendo pagana tras la cristianización de los eslavos orientales en 988. Cuenta la tradición que era hijo de una princesa violada por una serpiente. Su nacimiento coincidió con un eclipse solar y además nació con una cofia. De adulto resultó ser un hombre lobo lo cual hizo de él un guerrero sin par. Una romanza del siglo XII cuenta que a media noche salía a cazar como una bestia sedienta de sangre, envuelto en una bruma azul.
Algo similar narran muchas canciones serbias y bosniacas sobre un soberano del siglo XV, Vuk el tirano a quien denominan también Zmaj Ognjini Vuk (que significa Dragón Lobo de Fuego). Este personaje habría nacido con una mancha en forma de sable sobre el hombro derecho y pelos de lobo sobre la cabeza. Podía escupir fuego, corría a una velocidad increíble y sería el único capaz de matar al dragón que según algunos, lo había engendrado.
Conclusión
El vampiro es, pues, una vieja creencia pagana que, en cierto modo, encaja dentro de la creencia común a varias culturas del muerto que no halla reposo por haber dejado su obra inconclusa.
La idea del cuerpo que se no descompone por ser rechazado por la tierra a causa del mal que hizo en vida [4], se relaciona en mi opinión a un culto indoeuropeo de la madre tierra. De dicho culto deriva tal vez el culto a la Magna Mater de los romanos, las diosas madres de los celtas o el culto a la diosa Mokoch (diosa de la fertilidad) de los propios eslavos.
Con la cristianización de los pueblos eslavos (o la conversión al Islam en el caso de los bosniacos) en vez de desaparecer, la vieja creencia fue al contrario adoptada por las nuevas religiones y hasta diría instrumentalizada. Así lo demuestra el uso de crucifijos para ahuyentarlos o la creencia de los herejes y excomulgados que se vuelven sistemáticamente vampiros después de muertos.
En lo que se refiere a la adopción y readaptación de la figura del vampiro podemos constatar que autores y cineastas se han inspirado más que nada en el folclore de los eslavos meridionales.
Resulta interesante constatar la readaptación que hizo el cine y la literatura moderna en cuanto a la facultad del vampiro para transformarse en animal. No hay imagen más popular que la del vampiro que se convierte en murciélago. Aunque ello no es imposible (los cuentos balcánicos y carpáticos tienden a afirmar que el vampiro puede trasmutarse en el primer animal que camina sobre su tumba o que la sobrevuela) no he hallado ninguna referencia en las viejas tradiciones de vampiros que se transforman en el mentado bicho.
Es una invención moderna también la creencia que el vampiro vive eternamente (a menos que se lo mate). La tradición eslava afirma que en realidad el vampiro yerra en el mundo de los vivos hasta que se cumpla más o menos el número de años que le hubiera tocado vivir en la tierra.
En la novela Drácula de Stoker vemos que el autor atribuye a el conde Drácula la facultad de desplazarse envuelto en una niebla (léase el pasaje sobre el viaje del Demeter [5]). Esta facultad se la solía adjudicar al hombre lobo más que al vampiro. Pero como hemos visto, en el folklore de Europa central y oriental ambos conceptos están íntimamente ligados.
Bram Stoker basó su personaje del conde Drácula en un soberano real, Vlad Tepes Drácula (¿1430?-1491), alias el Empalador, príncipe de Walachia y de Transilvania meridional.
El folklore rumano jamás lo identificó a un vampiro o a un hombre lobo por lo que Bram Stoker debió de haberse inspirado en ejemplos como los de Vseslav o Vuk el tirano. Ello demuestra que este escritor irlandés debía tener excelentes conocimientos en historia y folklore de Europa centro-oriental y que supo servirse de ellos de manera más que magistral.
NOTAS
[1] ¡Si es que se puede hablar hoy de razas humanas! puesto que la paleoantropología haya cada vez más y más pruebas que la humanidad desciende de un solo y único tronco del Homo Sapiens. Esta especie se había ya expandido en gran parte del viejo mundo pero por razones desconocidas aún sufrió posteriormente una regresión brutal. Habría sido pues a partir de un núcleo sobreviviente que el mundo se habría repoblado luego.
De hecho, Darwin fue el primero en afirmar que las razas humanas NO EXISTEN.[2] Aunque el búlgaro es una lengua eslava, los búlgaros no son un pueblo eslavo como se creyó durante mucho tiempo.
[3] Esta noción de los muertos rechazados por la tierra fue adoptada luego por los ortodoxos (si es que es una creencia de origen pagano como lo supongo yo). Resulta interesante constatar a este respecto el contraste entre la fe católica y la fe ortodoxa. Para los primeros la incorruptibilidad del cuerpo es un signo de santidad y de beatitud. ¡Cuantas iglesias y monasterios proclaman guardar preciosamente los cuerpos incorruptos de santos! Para los ortodoxos vemos que al contrario, la incorruptibilidad es un signo nefasto; la tierra rehúsa aceptar en su seno el cuerpo de herejes y de excomulgados.[4] Toda cultura tiene su propia noción del Bien y del Mal. ¡No ha de creerse que esta noción lleva el © exclusivo de la tradición judeo-cristiana!
[5] En un momento dado el capitán de este navío ruso - que transporta al conde a Inglaterra sin saberlo - anota en la bitácora de a bordo que el barco parece avanzar envuelto en una niebla permanente.[*] Era en Polonia, en Hungría, en Silecia, en Moravia, en Austria, en Lorena en donde los muertos se daban estas buenas comilonas. Jamás se oía hablar de vampiros en Londres ni en París. Confieso que en ambas ciudades hubo usureros, contratantes, gente de negocio, que chuparon en plena luz del día la sangre del pueblo; pero que no estaban muertos, aunque si corrompidos. Dichos chupadores no habitaban en cementerios, sino en muy agradables palacios
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