PRÓLOGO DE JACQUES BERGIER

H.P. Lovecraft. Démons et Merveilles (Demonios y Maravillas) Primera Edición, 1955. Editions des Deux-Rives.
Re-editado a partir de 1963 por Editions 10/18.

Traducido por © He-Who-Must-Not-Be-Named
para la Nueva Logia del Tentáculo

 

Veinticinco años de esfuerzo han sido necesarios para que se diera a conocer al público francés la obra de Lovecraft.

La recompensa de dichos esfuerzos terminó por llegar, al fin. Tanto el crítico literario como el público comprendieron qué es lo que Lovecaft Lovecraft aporta de excepcional. Jean Cocteau escribió incluso que Lovecraft merecía ser traducido al francés.

¿Tal vez hay que haber sufrido mucho para apreciar a Lovecraft y su obra, tal vez terminó conmoviendo a los lectores durante el último desastre que acabamos de atravesar [1]. Es posible, aunque no creo que sea ésta la única razón de la bienvenida calurosa que halló al fin Lovecraft.

Yo pienso que una de las razones que contribuyeron a esta bienvenida tan esperada es el hecho que se ha despertado la imaginación de muchos hombres y mujeres.

Los acontecimientos inverosímiles que acabamos de vivir todos, las amenazas y esperanzas del átomo, el contacto radar con la luna, los grandes cohetes y la conquista del espacio que parece tan próxima, los descubrimientos del psicoanálisis, todo ello fue tal vez necesario para lograr que la gente entienda a Lovecraft.

Después de todo, la idea de Lovecraft era que, al igual que nuestros sentidos y nuestros instrumentos, nuestra imaginación también tiene sus límites. Los más rigurosos sabios también concuerdan con ello.
JBS Haldane, biólogo y genetista de gran valor, materialista preciso y marxista convencido escribió recientemente: "El Universo no es más extraño de lo que podemos imaginarnos"…

"Más allá del radio de nuestra imaginación" como escribe Lovecraft en la novela que Louis Pauwels nos propone hoy, se halla un inmenso desconocido. Dicho desconocido retrocede, ciertamente, así como retrocede nuestra ignorancia sobre las galaxias, a medida que se desarrollan los grandes telescopios.

Pero, tal como Pascal lo había recalcado antes, si el radio de una esfera aumenta, su superficie aumenta también y mucho más rápidamente, ya que crece en una proporción del cuadrado del radio. Y, a medida que aumentan nuestros conocimientos, el radio de nuestra imaginación crece inevitablemente con ellos multiplicando su superficie de contacto con lo desconocido.

El gran mérito de Lovecraft es haber conquistado para la imaginación humana inmensos dominios en los cuales nadie se había jamás aventurado. Su pensamiento penetró tan lejos como penetró el pensamiento humano hasta hoy.

Ha creado un mito que, según dice Lovecraft mismo en el relato que vais a leer, tendría significado aún para los cerebros compuestos con gases de nebulosas espirales, un mito que expresa la magnitud y el espanto del cosmos no solamente humano, sino también a la escala de toda forma de inteligencia. El mismo para aquellas cuya forma exterior en nada se parece a la nuestra. Pues toda inteligencia, las que son más poderosas que nosotros debe conocer la existencia de grandes dominios desconocidos y sentir el espanto de los espacios infinitos que tanto aterraban a Pascal.

Desde la muerte de Lovecraft la ciencia ha comprobado plenamente la existencia de aquellas inmensas extensiones del espacio y del tiempo. La radioactividad ha permitido establecer que la vida en la tierra existe desde hace 3.000.000.000 de años. Las dimensiones del universo se han multiplicado por dos tras mediciones más precisas. H.P. Robertson en América y Vorontzov -Veliamonov en URSS llegan incluso a la conclusión que es infinito en el espacio y en el tiempo, y no finito y curvo como lo había pensado Einstein.

De este universo tal vez infinito, los radiotelescopios recientemente inventados captan señales que no parecen provenir de las estrellas, señales que tal vez sean manifestaciones de fenómenos naturales desconocidos. Pero también, puede que sean manifestaciones de inteligencias que dispongan de medios de acción infinitamente superiores a los nuestros. En aquel infinito del espacio y del tiempo ¿no existirán actividades superiores a nuestra actividad de microbios, actividades a escala universal tal y como nos lo muestra la ciencia? [HA 1]

La reacción frente a tal idea de un universo vivo y rico en hechos naturales desconocidos así como en actividades vivas ubicadas más allá del radio de nuestra imaginación varía, lógicamente, según la mentalidad del individuo.

Lovecraft reaccionó con espanto. Espanto que logró comunicar al lector de manera prodigiosa. Otras reacciones son también posibles, por supuesto. La actitud de Lovecraft se explica en parte por medio de su psicología personal.
Las obras de Lovecraft publicadas hasta hoy poco nos revelaban sobre Lovecraft en si mismo. Por primera vez presentamos hoy al público francés una obra parcialmente autobiográfica.

Por una extraña ambivalencia, Lovecraft aparece dos veces en el relato: como Randolph Carter, por supuesto, pero también como Ward Phillips, en la parte del relato intitulada Las puertas de la llave de Plata. Si las aventuras de Randolph Carter y de Ward Phillips entran en el campo de lo imaginario, del terror y del sueño, la evolución del pensamiento de ambos personajes es la misma que la de Lovecraft.

La llave de Plata es la única autobiografía espiritual de Lovecraft que nos haya llegado. Ella nos conduce por un camino que lleva fuera de nuestro universo, a través de los continuos de lo desconocido.
Este camino sigue hasta un punto dado los caminos de la ciencia. Se separa radicalmente, en cambio, del ocultismo al cual, Lovecraft juzga severamente: La crasa estupidez, el falso juicio y la rigidez mental no son substitutos del sueño.
Solo la imaginación, sostenida por los más amplios conocimientos científicos e históricos, puede seguir esta senda que se interna en lo desconocido hasta alcanzar el punto más lejano en el cual haya penetrado el espíritu humano.

Es un camino que se abre a todos, incluso al enfermo prisionero de su enfermedad y de su pobreza que fue Lovecraft (el deportado [2] que fui yo también descubrió que esta vía de evasión existe y que puede llegar muy lejos, más allá de los alambrados de púa).
Este camino existirá siempre. Mismo si algún día el hombre desarrolla la astronave o máquinas más maravillosas todavía. Que viajemos a través del tiempo y de las dimensiones, más allá del punto extremo que alcancemos físicamente se abrirán siempre domiios únicamente accesibles al espíritu humano.

Para poder seguir dicho camino, Lovecraft había comenzado por absorber una gran parte del saber humano. Jamás correspondí con un ser tan omnisciente como el. Conocía un número incalculable de lenguas, inclusive cuatro lenguas africanas: Damora, Swahali, Chulé, Zani y dialectos. Escribía sobre matemáticas, cosmogonías relativistas,, la civilización azteca, la antigua Creta, la química orgánica con la misma erudición. Absorbía este saber por medio de una especie de osmosis extraordinaria.
En una ocasión, le escribí para felicitarle por haber descrito tan bien un barrio poco conocido de París en La Música de erich Zann (cuento que desgraciadamente aún no ha sido traducido al francés) y, cuando le pregunté si alguna vez había estado en París me respondió "con Poe, en un sueño (with Poe, in a dream)

Desde su casa del n° 10 de Barnes Street, Providencia (Rhode Island) había viajado a todos los países descritos o imaginados por los hombres. De todos aquellos países, su preferido eran los Estados Unidos del siglo XVIII que describió de manera tan admirable al comienzo de su novela El Caso Charles dexter Ward (otra obra admirable que tampoco ha sido traducida al francés, todavía [3])

Se encontraba en su casa y debía soñar con una máquina que lo llevase a través del tiempo. "El combate contra el tiempo" escribió un día, "es el verdadero tema de ka novela". Marcel Proust no lo habría desmentido.

Lovecraft no debía abandonar -físicamente hablando- seguido esta casa del número 10 de Barnes Street, Providencia. La pobreza se lo impidió. La pobreza y también, una cierta hostilidad que las cosas le manifestaban. No podía soportar el frío, ni siquiera alrededor de los 0 grados, y el mínimo contacto con el mar o con objetos que de el provengan, lo enfermaban. Así que se desplazó muy poco. Un viaje al sur de los Estados Unidos, una estadía en Nueva York, algunas excursiones en la región de Boston, tales fueron sus únicas andanzas visibles.

Se desquitó viajando lejos en imaginación y en sueños. Desde este punto de vista, la última parte de este volumen es una verdadera autobiografía. Los sueños de Lovecraft eran de una precisión extraordinaria y, algunos de sus relatos no son más que su mera trascripción. Me envió a menudo relatos detallados. Dichos relatos eran extraordinarios por la envergadura de su imaginación y la coherencia de los detalles. Desde luego, conocía la obra de Sigmund Freud a fondo, pero no creía en el. Efectivamente, el psicoanálisis difícilmente explicaría construcciones tan coherentes como la novela "La Sombra más allá del tiempo" o la última parte de la obra aquí expuesta. Es más, el caso de Lovecraft no es único. En la obra alemana "El Misterio de los Sueños" hallamos un gran número de casos de los descubrimientos científicos más diversos realizados durante el sueño. En la citada enumeración hallamos particularmente la química aromática, que es una parte importante de la química orgánica, la invención del radar y los descubrimientos arqueológicos de Caldea. Lovecraft insistió sobre la importancia del sueño en una novela intitulada "Más allá del muro del sueño". Aquellos viajes imaginarios que al principio eran una escapatoria se convirtieron rápidamente en la parte esencial de la vida de Lovecraft.
Pero hasta en sus sueños, conservaba los rasgos esenciales de su carácter. El rigor científico y la lógica. Rara vez conocí un materialista más convencido ni un aficionada que comprendiese las matemáticas mejor que él. En otras circunstancias, hubiera sido un físico extraordinariamente brillante. Una vez más, la pobreza y la enfermedad pusieron barreras a su genio. Parece inverosímil que, en un país como los Estados Unidos donde el dinero se gana tan fácilmente, un hombre con la cultura de Lovecraft jamás haya logrado ganar más de quince dólares por semana. Un asalariado ganaba en aquel entonces 60 a 70 dólares lavando vajilla en un restaurante, por un trabajo mucho menos arduo que el de Lovecraft, que pasaba 10 horas por día corrigiendo y rescribiendo en buen inglés relatos y novelas destinadas a revistas americanas. Más de una vez, sus amigos intentaron hacer que gane más dinero, incitándole a escribir aquellos relatos cuya trama es generalmente muy simple. Las revistas americanas de la época (era antes de la televisión y de la gran boga de los TBO) eran especializadas. Había revistas consagradas a las historias de cow-boys, a las historias de amor, a las historias policiales, a las historias de bomberos, a las historias del Gran Norte, a las historias de la jungla, etc. Todos estos géneros se le hizo ensayar a Lovecraft. A cada vez, los editores debieron enviarle de vuelta sus relatos. Se trataba de obras que parecían haber sido escritas por un marciano. En un inlgés intachable, el autor revelaba la más completa ignorancia acerca de los detalles más normales de la vida cotidiana. No sabía lo que era un hombre, una mujer, el dinero, el metro, un caballo, ignoraba incluso las realidades más fundamentales de la vida americana: la situación (job), la posición social (standing), la necesidad de confort y el progreso material. A las cartas de los editores sorprendidos les respondía: "Les pido disculpas pero la pobreza, la desdicha y el exilio me han hecho salir todas esas cosas de la cabeza".

Exilio: he aquí la palabra clave. Lovecraft siempre se condujo como un extranjero, como un ser venido de muy lejos. De cuando en cuando surgen seres de esa clase. Kafka, que no parece haber conocido a Lovecraft parece ser otro ejemplo.
Puesto que vivía en exilio entre nosotros, inútil era pedirle que aprecie nuestros valores. Su matrimonio fue, naturalmente, un fracaso y las tentativas por reactivarlo terminaron, lógicamente, en el desastre.
Ninguna "Historia" de las letras americanas, ningún diccionario de letras, ningún Who is who lo ha mencionado jamás.
Creía sin embargo en la importancia del realismo fantástico. "Esta rama de la literatura" escribía "ha sido cultivada por grandes escritores como Lord Dunsany y por fracasados como yo. Esta constituye la única y verdadera forma de realismo, la única toma de posición del Hombre frente al universo".
Siempre pensé que habría dicho más si el pudor y el miedo al ridículo no se lo hubieran impedido. De hecho, era muy reservado con los hombres y con las mujeres. La única forma de vida en este planeta que gozaba de su confianza absoluta era el gato. Tenía muchos en su casa y obtenía con ellos aquella comunicación secreta que los amigos de los gatos conocen bien. No será fortuito si constatamos que en este libro que los gatos protegen a Randolph Carter en su último viaje.
¿Estaba asustado Lovecraft por las visiones que el mismo evocaba? No lo creo. Simplemente escogió el terror como tema de sermón, como medio para dar a comprender la inmensidad del universo y las fuerzas que en el se mueven. "Es estúpido presentar a los Grandes Antiguos como maléficos, es una presunción inverosímil de parte nuestra pensar que podrían desviarse de su obra eterna para vengarse de nosotros de manera mezquina"
Si tanto ha triunfado hoy, es porque tenía un respeto profundo por su tema así como un talento extraordinario.


Notas del Traductor

[1] Se trata de una edición de 1955 por lo cual el autor se refiere sin duda a la Segunda guerra Mundial y tal vez – aunque menos probable - al desastre de Bien-Dienh-Phu que puso fin a la presencia colonial francesa en Asia del sudeste.

[2] Jacques bergier era judío y fue deportado al campo de concentración de Neue Bremme en 1943, luego de ser arrestado por la GESTAPO en Lyon, Francia.
Jacques Bergier: Químico nacido en 1912 en Odessa (Ukrania) que inventó el sistema de refrigeración para los reactores nucleares. En 1925 se instala en París.
Además de excelente químico, fue escritor de ciencia ficción y apasionado de lo oculto y de lo inexplicable. He aquí algunos de sus escritos:
Extraterrestres en la Historia (1970).
Libros Malditos (1971)
El libro de lo inexplicable (1972)
Los amos secretos del tiempo (1974)
Visa para otra Tierra (1974)
La guerra secreta de lo oculto (1974)
No soy una leyenda (1977)
El libro de los misterios (1978)


[3] Recordemos que estamos hablando del año 1955. el día de hoy todas sus obras han sido traducidas depuis belle lurette como decimos por aquí


Notas de Henry Armitage


[HA 1] Desde los 8 años de edad, en 1898, Lovecraft sintió un enorme interés por la ciencia. Su interés por la astronomía se vio estimulado por los mitos clásicos relacionados con las constelaciones. Le fascinaban las ilustraciones que aparecían en el Diccionario Enciclopédico Webster de 1864, en la sección de "Instrumentos filosóficos y científicos" y estudió los grabados de retortas, alambiques, anemómetros, crisoles, telescopios y microscopios, que para el niño tenían un significado mágico, porque se había tropezado con ilustraciones parecidas en los cuentos de alquimistas y astrólogos.

Los instrumentos químicos le sedujeron tanto que decidió tener su propio laboratorio. En 1899 pudo disponer de una habitación en el sótano de su casa y su tía Lillian le compró algunos aparatos sencillos y un ejemplar de "El joven Químico". Lovecraft se sintió feliz en su cripta, haciendo humos, olores y alguna que otra pequeña explosión y dibujando símbolos alquímicos en las paredes.

En 1899, Lovecraft empezó un periódico a mano, la Scientific Gazette - dedicada a la química - un original y cuatro copias hechas con papel carbón para familiares y amigos; más tarde añadió el Rhode Island Journal of Astronomy:Ambos los publicó hasta 1909.

En junio de 1906 apareció en el Providence Journal una carta suya, en la que como materialista científico, denunciaba la astrología y dos meses más tarde, el Scientific American publicó una carta suya, pidiendo a los observatorios astronómicos a que emprendiesen un programa de cooperación en la búsqueda de un planeta extraneptuniano, ya que por entonces todavía no se había observado y confirmado visualmente la existencia del planeta Plutón, el Yuggoth de sus futuros relatos y poemas.

 

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