Los Mitos, las Fábulas y las Aguas del Olvido

- Una introducción a la poesía de Clark Ashton Smith -

© Óscar Mariscal


Las tentaciones de San Antonio (Detalle) © El Bosco

En 1920, Clark Ashton Smith escribía a su colega neoyorquino George Sterling -un poeta menor protegido por el "amargo" Ambrose Bierce-: No te preocupe el que pueda experimentar con el hachís. La vida es ya suficiente pesadilla sin drogas, y me gusta jugar con el rumor. Estas líneas las escribía Smith a propósito de su muy celebrado poema The Hashish Eater or The Apocalypse of Evil, un largo "drama cósmico" donde queda patente la influencia de Charles Baudelaire -de quien tradujo Las Flores del Mal a base de diccionario y mucho entusiasmo-, de las inagotables fuentes orientales -Las Mil y Una Noches en las exuberantes versiones de Galland y Lane-, y la estética del orientalismo "a la europea": Vathek, Salambó, y Las Tentaciones de San Antonio -de donde por cierto, también tomó numerosos monstruos como motivo para sus esculturas e ilustraciones-.


Las tentaciones de San Antonio © Clark Ashton Smith

Aunque creemos que L. Sprague De Camp cae en el diletantismo cuando describe la poesía de Smith como: vívida, conmovedora, evocadora, colorida, con un exuberante estilo victoriano, imaginativa y técnicamente pulida, sí es justo reconocer que en su época, tuvo cierta repercusión en el revuelto y variopinto ambiente de la bohemia de la ciudad de San Francisco: una de esas excepciones que, aun rechazando el abuso de un lenguaje ampuloso y arcaizante, pueden y deben hacerse -según Lovecraft en su ensayo La Rima Admisible- en el caso de quiénes están inmersos de algún modo en esa atmósfera de antaño, y quiénes guardan en sus corazones el sonido majestuoso de las viejas cadencias clásicas. Y tampoco nos extrañan -es por eso que admiramos a Smith-, que ciertas plumas puritanas tacharan su poesía de sádica y siniestra.

El propio C. A. Smith parece más orgulloso de su obra poética, que de su vasta producción de relatos fantásticos; en un pequeño artículo autobiográfico, publicado en 1936 en el especial veraniego de The Science Fiction Fan, dice: A los 17 años ya había vendido numerosos relatos a la revista The Black Cat, una publicación especializada en cuentos inverosímiles y fantásticos. Entonces, por alguna razón, perdí todo mi interés por los escritos de ficción durante más de una década. Un volumen de versos The Star-Treader and Other Poems apareció cuando tenía 19 años. Poco tiempo después mi salud se quebró, y durante cuatro años mi producción literaria fue más o menos limitada e intermitente. Mi mejor obra poética, fue quizás la producida durante este periodo. Un pequeño volumen -Odes and Sonnets- fue publicado por el Book Club de California en 1918. En 1922 publiqué Ebony and Crystal; y ya en 1925, Sandalwood.


Basilisco © Clark Ashton Smith

Dos Mitos y una Fábula

¿Dónde vais, guerreros orgullosos,
con cotas fulgentes como la luna?
-Salimos a matar al Basilisco, [1]
en simas que sólo sus ojos alumbran.
¿A dónde vais, valientes marineros,
en un bajel tintado con los colores del otoño? -Navegamos en busca de la verdina ribera,
postrer asilo de los Unicornios. [2]
¿A dónde vais, innominados brujos,
con mantos más bermejos que el ocaso?
-Vamos a hallar de Salomón las Clavículas, [3]
y a liberar a los genios encerrados.

Memoria Roja

Este recuerdo vuelve todavía
al jardín de amarantos más retinto:
los lagos del ocaso, coloreando
mi desvarío como un vino tinto;
y los rubíes, hundidos talismanes
en tus profundos ojos de jacinto.
Un esplendor de bermellón bañaba
las hiedras y las flores fúnebres,
y de tus labios yo bebí la sangre
que de un dios, derramaba el ciprés; [4]
y de mi corazón llovía la vida,
la esencia de árboles sanguinos...
Pero la noche vino a apagar
los mágicos rubíes y el fuego rojo
con el licor del dios... En vano busco
aquel fulgor en cielo y ojos...
hallando ya en signos y palabras
la orilla del Leteo perezoso. [5]

El Lago del Silencio Encantado

Descansa en una tierra sólo entrevista por el Sol y la Luna, y por las estrellas cuando alcanzan su máxima altura sobre el horizonte. Las montañas que arañan el cielo, como centinelas de la Eternidad, rodean con sus inmemoriales vertientes nevadas, sombrías y azules, la serenidad del sueño del lago insondable. Ellas aplacan el estruendo de los eones que barre las orillas de la Eternidad, y los vientos que repiquetean con el rumor de años de hierro, y aquietan todo salvo el azul infinito, y los fuegos y nubes y sombras del cielo.

El lago se alimenta de la nieve de las montañas y del silencio que brota del contorno del espacio, y rebosa del esplendor azul del cielo. Aquí en su interior, se hallan estos aumentados hasta el infinito.

En las orillas del lago los amarantos azules y blancos de un verano perenne crecen, y no hay más vida que la de las mariposas y los pájaros más hermosos. Quien penetre en esta tierra puede beber el silencio del lago, y observarlo hasta que la imagen imperturbable se instale en las profundidades de su mente, que al punto se vuelve suave y tranquila, como la superficie de sus aguas. [6]


Notas:

[1] El Basilisco -Besalís o Regulus- es el rey de los reptiles: Con una sola mirada mata al hombre. Mata con su aliento a las aves del cielo, y está tan lleno de veneno, que reluce. Si el hombre lo ve primero, no puede hacerle daño, y el Basilisco queda como único rey en la arena vacía (De Bestiis).

El fuego, soy yo; y por todas partes lo aspiro: de las nubes, de los guijarros, de los árboles muertos, del pelo de los animales, de la superficie de los pantanos. Mis temperatura mantiene a los volcanes (Gustave Flaubert: Las Tentaciones de San Antonio).

[2] El Unicornio o Monoceros es un monstruo de horrible bramido: con el cuerpo semejante al de un caballo, pies como los de un elefante y cola como la de un ciervo. Del centro de su frente brota un cuerno de asombroso esplendor, hasta de cuatro pies de largo, tan afilado que perfora fácilmente todo aquello contra lo que carga. Ni uno sólo ha ido a parar vivo a las manos del hombre, y aunque es posible matarlos, no se les puede capturar (Bestiario de Cambridge).

Yo tengo pezuñas de marfil, dientes de acero, la cabeza de color púrpura, el cuerpo color de nieve y el cuerno de mi frente lleva el abigarramiento del arco iris (Gustave Flaubert: Las Tentaciones de San Antonio).

[3] El célebre cabalista Eliphas Levi en su Histoire de la Magie, dice a propósito de La Clavícula de Salomón: Las tradiciones populares decían que el poseedor de Las Clavículas de Salomón puede conversar con los espíritus de todos los órdenes. Pues estas Clavículas, varias veces perdidas y otras tantas recobradas, no son otra cosa que los talismanes de los setenta y dos nombres y los misterios de las treinta y dos vías que el tarot reproduce jeroglíficamente. Con el auxilio de estos signos y por medio de sus combinaciones infinitas, se puede efectivamente llegar a la revelación natural y matemática de todos los secretos de la naturaleza y, en consecuencia, entrar en comunicación con la jerarquía completa de las inteligencias y de los genios. H. P. Lovecraft también citó a Eliphas Levi, en su novela El Caso de Charles Dexter Ward.

[4] La imagen del dios en el árbol es una referencia a Dionisios o Baco, divinización del desenfreno y el vino -el rojo licor del poema-. Aunque la vid y los racimos son los símbolos más utilizados para representar a esta deidad, los antiguos griegos ofrecían sacrificios al "Dionisios del Árbol", pues éste era también un espíritu arbóreo. Con frecuencia se le exhibía como un tronco de árbol cubierto por un manto, con una careta barbuda por rostro y ramas que asemejaban extremidades. Otra iconografía le muestra con la cara roja y el cuerpo dorado, sosteniendo una varita con una piña en su extremo.

[5] Río de la geografía infernal; en sus orillas las sombras de los condenados beben agua para olvidar su pasado. El poderoso olvido habita en tu boca / y el Leteo fluye en tus besos (Baudelaire), y de tus labios yo bebí la sangre... (Smith): es razonable pensar que el poema 34 de Las Flores del Mal -El Leteo-, fue uno de los desencadenantes de Memoria Roja.

[6] El motivo de este poema en prosa es, nuevamente, el Leteo o "Río -en este caso Lago- del Olvido".

 

Introducción, traducción y notas de Óscar Mariscal. Publicado parcialmente en el nº 7 del fanzine oficial del Club Los Diletantes de Lovecraft, y en el nº 27 de Weird Tales de Lhork.

2003 © Óscar Mariscal