Tributo a H.P. Lovecraft en el CXV Aniversario de su Nacimiento

20 de Agosto (1890) - 15 de Marzo (1937)

Departamento Bibliográfico de Estudios Lovecraftianos
de la Universidad Miskatónica

RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS MISKATÓNICAS

© DOGON [*]

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Página autorizada por

Bibliotheca Universitat Miskatonica
Arkham – Massachusetts

Bajo la supervisión del Dr. Henry Armitage

Teodoro (Teo) Gómez, Lovecraft. La antología. Incluye El Necronomicón ilustrado por Lluïsot; colección "Antologías Océano-Ámbar". Editorial Océano S.L.: Barcelona, 2003. 213 pp., num. ill. ISBN 84-7556-115-2

La reciente aparición en lengua española de un nuevo título dedicado a la vida y obra de Howard Phillips Lovecraft es, a todas luces, calurosamente bienvenida. Especialmente, si, como lo promete el subtítulo y tal como es presentada, suena a “la antología por antonomasia” de la producción y las vivencias personales del maestro de Providence.

Ya que esta nueva versión es la primera editada en el siglo XXI, y ya que las pocas biografías y visiones de conjunto de su obra en español son pocas - nos sobran los dedos de una mano para contabilizarlas –, hubiéramos esperado más de ella, quizá excesivamente alentados a causa de su encabezamiento y a ser de novísima redacción (el copyright de Teo Gómez data de 2002).

La parte dedicada a la biografía del autor y su familia no prové ninguna información que no sea ya conocida por la “biografía oficial” publicada por L. Sprague de Camp (Lovecraft. Una biografía; colección Avatares, n° 3. Valdemar [Enokia S.L.]: Madrid, 1992 – 414 pp.), a la que constantemente refiere, si bien está redactada en un estilo ameno y agradable, que siempre permite al conocedor volver a disfrutar de distintos pantallazos de la vida de uno de sus autores favoritos, y al neófito conocer mejor la personalidad excéntrica del creador de los Mitos de Cthulhu. En cierto modo, la forma sintética en que se trata la vida de Lovecraft en esta obra, nos recuerda bastante a la manera en que lo hace J. J. Bajarlía  (H. P. Lovecraft, el terror sobrenatural; colección Perfiles, n° 28. Editorial Almagesto: Buenos Aires, 1996 – 118 pp.), no por plagiarle sino por la capacidad de síntesis a la que debe recurrir el escritor para englobar aquello que considera lo más significativo – para él – de la experiencia vital del escritor norteamericano. En tal sentido, es interesante notar cómo las anécdotas elegidas para dar un atisbo de la personalidad de Lovecraft, tienen también mucho que ver – y mostrar – de las predilecciones del selector y comentarista de las mismas.  Y no lo decimos sólo por este caso en particular, sino que lo hacemos extensivo a todo el resto de sus cronógrafos.

La segunda parte, dedicada a las “Influencias y estilo” de Lovecraft, es más interesante para el estudioso de su literatura en particular y de la literatura fantástica en general. Repasando las influencias en su lectura, iniciadas por su abuelo materno, se pasa a los autores pre-lovecraftianos que ejercieron un influjo sobre el estilo y los temas de sus relatos. Sobre su estilo de escritura se agregan una serie de comentarios recordatorios de sus principales rasgos, muchos de los cuales han sido destacados oportunamente, aunque constituye un buen resumen de la cuestión. También se incluyen unos sucintos comentarios acerca de los miembros del llamado “Círculo de Lovecraft”. Es una sección sobriamente escrita y útil en todo sentido.

A continuación, el autor dedica su atención a la descripción desgranada de la “Obra” del escritor de Providence, a la que divide en tres períodos de producción literaria. Comienza con los cuentos que sobrevivieron a la destrucción que hiciera el propio Lovecraft de cuanto hubiera escrito antes de 1918: La bestia de la cueva (1905), El alquimista (1908), La tumba (1917) y Dagón (1917). De cada uno de ellos, como hace luego con todos los relatos, Teo Gómez ofrece una síntesis del argumento, muy acertada por cuanto despierta el interés del neófito sin revelarle los puntos álgidos de la narración, con lo cual compele al lector que no conoce su contenido a leerlos. Para el conocedor, por otro lado, no dejarán de ser buenos recordatorios para rememorar el hilo de la cuestión de cada cuento. Al final de cada párrafo dedicado a cada narración, se cita una sucinta bibliografía en la que puede encontrarse el relato en cuestión. Esta bibliografía se encuentra limitada, por lo general, a las ediciones españolas de Alianza Editorial, Júcar Editores y Caralt Editor, y a la argentina de Editorial Altamira, y deja de mencionar – incluso en la bibliografía general – a muchas otras versiones publicadas en Argentina, Méjico, Venezuela y otros países iberoamericanos, lo que, dada la actualidad de la obra, es de lamentar, pues siendo tan reciente bien podría haber sido más abarcativa en este sentido. Tampoco se cita la bibliografía “lovecraftiana” editada en países como Alemania, Francia, Italia, y ni qué decir de Japón o Finlandia, por citar algunos. Una mención a las extendidas ediciones de Lovecraft por todo el mundo hubiera resultado un complemento maravilloso para la labor recopilatoria que se propuso el redactor. Por supuesto, se nos podría acusar de “perfeccionistas”, “detallistas” o “puristas”, pero pensamos que siendo tan estupenda ocasión para hacer algo del estilo, es una pena haberla dejado escapar.

El segundo período productivo de Lovecraft, siempre según Gómez, comienza realmente en 1919, con La nave blanca, La declaración de Randolph Carter, Más allá del muro del sueño, La maldición que cayó sobre Sarnath y La transición de Juan Romero; para continuarse hasta 1922 con Herbert West, reanimador (1921-22), que incluye títulos tan importantes como Memoria (1919), La calle (1919-20) y La poesía y los dioses (1920; en co-autoría con Anna Helen Crofts), y relatos como El anciano terrible, Arthur Jermyn, Los gatos de Ulthar, El árbol, Celephais, Del Más Allá, El templo y El cuadro (o, el grabado) en la casa (1920), o Los otros dioses, La ciudad sin nombre, El pantano de la Luna, La búsqueda de Iranon, El extraño, La música de Erich Zann y la misma Herbert West, reanimador (1921-22).

La tercera etapa de nuestro escritor estaría dada por un ingreso casi absoluto a los Mitos, y, en este sentido, nada mejor que dejar este asunto en los propios sueños y pesadillas individuales. Aquí también se inserta una de las partes más suculentas y sabrosas de este libro: “El Necronomicón” ilustrado por Lluisot, que no adolece de ninguna falla respecto de lo dicho. Se trata de una verdadera pesadilla gráfica, tanto o más que los seres sobrenaturales que nos ilustra y nos describe, aderezada con minuciosos comentarios del dibujante sobre ese mundillo de locura demente, quien debe ser felicitado por su frondosa imaginación y exquisito arte delirante. Sin lugar a dudas, se trata de la mejor y más deliciosa contribución de esta obra, sin desmerecer el resto de la misma.

En este período se incluyen desde El sabueso, Hipnos, El horror oculto, Azathoth, Lo que la Luna trae (1922); Las ratas de las paredes, Lo innombrable, El ceremonial (1923); La casa maldita (1924); El horror de Red Hook, Él, En la cripta (1925): Aire frío, La llamada de Cthulhu, El modelo de Pickman, La llave de plata, La extraña casa de la niebla (1926); En busca del sol poniente, El caso de Charles Dexter Ward, El color que cayó del cielo (1927); El horror de Dunwich (1928); El susurrador en la oscuridad (1930); En las montañas de la locura, La sombra sobre Innsmouth (1931);  Los sueños en la casa de la bruja (1932); El ser en el umbral (1933); En la noche de los tiempos (1934); hasta El morador de las tinieblas (1935). Como puede apreciarse, no todos corresponden al ciclo de los Mitos propiamente dichos, sino a toda su tardía – y quizá mejor lograda – producción literaria. En definitiva, una buena y lograda “guía” de sus escritos, tanto para el neófito como para el especialista en el tema.

En dos cortas y sucesivas secciones, Teo Gómez nos recomienda un tour por la provincia de Providence, región de indudable fascinación e interés para cualquier fanático de Lovecraft, y señala alguno de los sitios de importancia en su vida y obra. A continuación, el autor nos señala algunos – pero no todos, carencia que es de lamentar – de los filmes que se han producido basados o inspirados por la literatura lovecraftiana, notándose la ausencia de, i.a., From Beyond de Brian Yuzna – una de las primeras muestras de este director y de Jeffrey Combs, su actor favorito -, o Dagon, cuya ausencia es mucho más comprensible pues fue estrenado luego de haber redactado el autor su obra.

Por último, Gómez dedica un sucinto párrafo a la influencia lovecraftiana en los cómics – con notorias ausencias, como el fanzine Revelaciones Insanas de la primera época de la Logia del Tentáculo, o Lovecraft Magazine, el ya algo avanzado emprendimiento de Oscar Mariscal -; y la música - con significativas faltas, como el (ya disuelto y bien antiguo) grupo americano Blue Oyster Cult -; y los “juegos de rol”. Finalmente, el libro cierra con una “cronología” del autor americano y su obra, que es un buen resúmen de todo lo anteriormente citado y dicho sobre el mismo.

En definitiva, un libro que no puede estar ausente en las estanterías de cualquiera que se precie de ser un verdadero “lovecraftiano”, a pesar de las críticas antedichas, que de ninguna manera desmerecen este loable emprendimiento.

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(*) 2004, Jorge R. Ogdon (a) Dogon. Queda hecho el depósito que marca la Ley N 11.723 de Registro de la Propiedad Intelectual de la República Argentina. Es propiedad. Derechos reservados. Especial para Nueva Logia del Tentáculo.


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