Un
canto de sirena
Ni
el sol más cegador podría confundir el paisaje marino.
La magia de la luz, asombra. El tacto de tu piel de arena, enamora.
La benévola marea de las olas, vivifica. El espacio que
te circunda, estremece. Lujo inclasificable, delicado en su sostén.
Zahara, eres, regalo para los sentidos: Cinco y Mil más.
Zahara, la agraciada, una caracola entre los frutos de mar.
Es
el perfil delicado de la naturaleza, expuesta para solaz, mostrada
para ser, el depositado bajo los pies descalzos.
Sobre tan lúcido cuerpo arenoso, los pasos son lentos,
silenciados por el Poniente o el Levante. Así, las huellas
permanecen impresas, entre ola y ola, el tiempo justo de nacer.
Nunca antes. Jamás después.
Tu luz, azul de sal, se desliza tenue en el horizonte y en su
caída, un suspiro de flamenco canta sobre la playa.
¿Cuántos besos en la línea de la orilla?
¿Cuántas lágrimas entre conchas quebradas?
08-Agosto-2005