Comedia coral femenina-cristiana (ya sólo por este calificativo es rompedora), con dos grandes virtudes: su desparpajo y su capacidad para descolocar al más pintado. No importa tanto su argumento, de unas chicas en un campamento de monjas, como su metáfora y cómo lo cuenta. El trabajo de las actrices es irresistiblemente simpático así que verla se convierte en un subidón al que además ayudan sus números musicales y sus referencias religiosas que uno no sabe muy bien cómo encajar, pero que te mantienen con los ojos como platos de principio a fin y con una sonrisa permanente. Además, a pesar de la temática, no resulta ni irreverente ni sermonea, con lo que el mensaje es efectivo, las creencias no tienen por qué estar reñidas con los tiempos que corren necesariamente.
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