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La Guerra Civil Española es uno de esos acontecimientos históricos que ha generado una ingente bibliografía. No sólo en el ámbito de la historiografía, también en el de la novela, poesía, teatro, el reportaje periodístico y el ensayo. Es tal la avalancha de títulos que al año salen relacionados con este tema que es prácticamente imposible mantener un seguimiento completo de ellos. Algunos son ya clásicos, otros aportan novedades o proporcionan nuevos enfoques. Podría hablarse incluso de todo un género, o incluso de un fenómeno editorial y comercial.
Con estos antecedentes puede parecer sorprendente, pero es una realidad, que el tema no haya tenido una repercusión notable en el ámbito del cómic, tan solo ocasional, casi anecdótica. Algunos autores se han ocupado del conflicto bélico de forma parcial, periférica la más de las veces, en algunas de sus obras, es el caso de Bilal, Giardino, Pratt, Carlos Jiménez o Alfonso Font, por citar algunos. También podríamos incluir a algún humorista: Forges.
Del conflicto en sí mismo sólo me vienen a la memoria las obras de Hernández Palacios, (Eloy), y Gallardo, (Un Largo Silencio), sin olvidar uno que sobre el asedio al Alcazar de Toledo publicó un partido afín al antiguo régimen durante la Transición.
Bien, este álbum de editorial Ariadna, Nuestra Guerra Civil, viene a llenar un poco ese vacío.
Es cierto que no todas las historietas que aparecen en él se ocupan exclusivamente del conflicto, pues alguna de ellas se desarrolla en la actualidad y otras en la inmediata posguerra, pero en general todas giran en torno al mismo.
Cada autor aporta una visión distinta, un enfoque personal, fruto de la reflexión privada o de los recuerdos de algunos de sus anónimos protagonistas, y en ocasiones no tan anónimos. Esa variedad se aprecia también en el grafismo de cada uno de los artistas y en su particular manera de componer las páginas y desarrollar el relato, unos más clásicos otros más vanguardistas.
Alguna de las historietas en conjunto, (guión y dibujo), son francamente extraordinarias, de una sensibilidad antológica, consagran al artista. Por sí solas justifican la adquisición del tomo. Naturalmente no pienso decir cuales son, el descubrimiento de las mismas es labor del lector.
Pero este libro en cuestión no lo es sólo de historietas. También aporta testimonios, noticias, opiniones de cuantos en el han participado, sean o no dibujantes. Es novedoso en ese sentido. Rompe la concepción tradicional de un álbum de varios autores y evoluciona hacia algo más complejo que esboza, y posiblemente marque un continuará en el modo de diseñar futuros trabajos de tales características. Es una obra ambiciosa. Se aprecia el deseo de hacer algo “serio”, recuperar ese ámbito adulto e intelectual del que alardearon algunos autores y editores de los años 80, y que ahora aparece difuminado e impreciso. Un acervo en fin digno de tener en cuenta. Lo que hace falta es que iniciativas de este calibre no se queden en mera anécdota.
En otra ocasión, cuando venga al caso, daré mi opinión sobre esa guerra, aunque, ya os aviso, prefiero mirar hacia adelante.
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