Cuando comencé el coleccionismo de cómics, mis tebeos eran de grapas, a un precio bastante asequible, que podía permitir llevar varias colecciones al mes. Sin embargo, de vez en cuando solía salir alguna que otra aventura extra, en un formato de tapa semidura o dura, con un papel de más alto gramaje, a veces satinado y a precios más altos. Eran los formatos prestige, todo un regalo a los sentidos, que suponían el mayor de los tesoros. Recuerdo que mi primera obra de este formato fue Green Arrow: El Cazador Acecha, una obra de Mike Grell que supo convertirla en un clásico, reeditado por Planeta, y que deberé adquirir. Aquellos prestige eran libros, y las historiaa relatadas no se merecían un formato inferior: Hoy por hoy el tebeo grapado no tiene nada que envidiar al tebeo encuadernado y cosido, ni siquiera en el precio. A mí me encantaba esperar las ediciones de lujo y recrearme en sus historias. Eran los tiempos en los que los tebeos no habían perdido la inocencia.