Rara es la vez que, hablando con autores de tebeos españoles, no se menciona la censura que sufrieron sus creaciones durante la Dictadura de Franco, y sus conversaciones de política con el juez que se ocupaba de sus procesos. El poder siempre ha temido que el creador o la creadora diga lo qué quiera o sienta. Los hechos más recientes como el secuestro de la revista El Jueves, sucedido el año pasado, o las matanzas ocasionadas por la caricatura de Mahoma en un medio de Dinamarca, me llevan a la reflexión sobre este tema, y lo peligroso de la intolerancia y el totalitarismo. En China, Tintín está censurado, pues el título de su aventura en el Tibet tiene añadido al título la palabra chino en el país anfitrión de las Olimpiadas de 2008 o Stock de Coque, que tuvo problemas en el mundo árabe hace ya 50 años. El poder teme que la ciudadanía piense por sí misma, y quiere que los creadores y creadoras sean cortesanos, pelotas y propagandísticos, molestándoles aquello que no les hace la corte. En esta ocasión, publico la caricatura de Mahoma como reivindicación de la libertad de expresión, y lanzando un grito contra la intolerancia, tan fomentada por los poderosos, económicos o políticos.