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| La portada del quinto centenario | |
J. Michael Straczynski es, probablemente, el mejor guionista que ha pasado por las páginas de Spiderman. El más completo. El que mejor escribe. Es una opinión muy particular, y extraordinariamente discutible. Pero es la mía.
Lo que ha hecho durante los últimos años con el personaje ha sido devolverle el estatus de persona a Peter Parker y de héroe a Spiderman.
Casi nada.
Peter tiene un trabajo sencillo, con pocas obligaciones, como es el de profesor de ciencias en un colegio de primaria/primeros cursos de secundaria. Le permite disfrutar de su verdadera vocación, la física y su faceta más amable, la docencia (recordad la etapa en la que era profesor ayudante en la Universidad, época en la que por cierto comenzó a dibujar al trepamuros John Romita Jr.). Nuevas situaciones en las que se acerca a la sensibilidad de la calle, de la de verdad.
Ha conseguido arreglar el desaguisado que hicieron con la desaparición de Mary Jane y su –por el que esto firma al menos– nunca suficientemente justificada separación, de una manera elegante, de forma tal que ahora cada parte del matrimonio tiene su vida y ambos comparten y comprenden las peculiaridades del otro. Una relación adulta y serena, apasionada cuando hace falta. Feliz, al fin, que ya iba haciendo falta.
La tía May sigue dando vueltas por ahí, pero ahora mucho menos preocupada que antaño, ya que conoce el secreto de su sobrino y las razones que tiene para hacer lo que hace. Ya no es una excusa, ni un títere, sino una entrañable tía. Buena gente.
Por las páginas que escribe JMS pasan pocos secundarios más de los reconocibles, de los "clasicos". Se enfrenta a personaje y a las situaciones con una mirada nueva que exige otros contrincantes, otros secundarios, otros planteamientos que vayan más allá de lo tópico.
La historia que aquí fanaliza, y que comenzó dos números atrás, cuenta una espectacular batalla entre TODOS los superhéroes de New York y los sin-cara de la dimensión desconocida, que creó Steve Ditko para los tebeos que dibujó del Doctor Extraño en los años 60. Enemigos lógicos si el personaje más importante de esta saga, además del trepamuros, es Stephen Strange.
Y esta historia, que tiene tintes muy dramáticos al final del segundo episodio, culmina en una historieta más larga de lo normal (34 páginas dibujadas por JRjr y las cuatro finales, por su padre, el grandioso John Romita) en la que se busca, desesperadamente, no una respuesta, sino una pregunta.
Un viaje en el tiempo en el que Spiderman se enfrentará a los momentos cruciales de su pasado; sus primeros enemigos; esa maravillosa escena, también de Ditko, en la que Spidey está enterrado bajo una base del Doctor Octopus con el suero ISO-36, el único que salvaría a su tía, y cómo en un esfuerzo descomunal consigue levantarla (creo que es la primera ocasión en la que lloré leyendo un tebeo); por supuesto, la inevitable muerte de Gwen. Hasta el "presente" e, incluso, el futuro, donde nos enteramos que Peter y MJ tendrán un hijo, y que evidentemente se llamará Ben.
Y un final digno de un buen cuento de Navidad.
Por cierto, la historia se titula "Hapy birthday". Ya sabes de quién, ¿verdad?
Tan del gusto de la fantasía más dulce de hadas y milagros al que es tan aficionado MJS.
Lleva unos años por aquí, este señor escritor.
Por suerte, se quedará unos cuantos más, según confirma, porque le tiene gusto al personaje.
Y ha conseguido que, algunos, volvamos a emocionarnos con nuestro amistoso vecino como hacía muchos años que no lo conseguíamos.
Celestino J. López
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