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Sky Line, la linea del cielo. El perfil quebrado de Nueva York.
El Capitán América lo observaba desde lo alto del Empire State Building. ¡Había cambiado tanto desde la primera vez que se subiera a ese rascacielos a mirar el horizonte! Ya no podía ver su viejo barrio desde el Empire Building, otras torres de cristal y acero impedían su vista. No importaba, tampoco su barrio era el mismo. Todo había cambiado en esos años, largos y fríos, en los que el mundo creía que estaba muerto cuando sólo dormía en un lecho de hielo. Todo había cambiado y todo era diferente, salvo lo más importante. El espíritu vital de los neoyokinos. En el fondo era eso lo que importaba, la gente, su gente, sus vecinos, no que cambiase el perfil urbano de la ciudad, sino que los habitantes de la Gran Manzana continuasen siendo fundamentalmente iguales a sus padres y a sus abuelos, joviales, alegres, pero también obstinados y emprendedores. Amaba cada céntimetro de su pais, y bien sabía Dios que daría su vida por él. Pero Nueva York, su gente, era su verdadera patria, su corazón y su razón de vida.
Había subido al State Bulding en 1940 por primera vez. Había pasado mucho tiempo, el sky line, la linea del cielo, había mutado de forma en ese tiempo,haciéndose irreconocible, pero los neoyorkinos continuaban fieles a si mismos. Inquebrantables en su fe incluso en los peores días de su historia cercana. Como él.
Asintió con la cabeza en un acto de afirmación interna; sonrió y respiró profundamente. Nueva York era un estado de ánimo.
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