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Me han utilizado. Eso ya lo sabía desde el principio, pero lo que no sabía era que la experiencia fuera a terminar así, produciéndome tanto dolor. Lo que no sabía es que aquél ingenio que debía probar me iba a proporcionar la auténtica libertad, verdadera libertad de movimiento. Imaginaba que si un ingenio así, una máquina del tiempo, funcionaba, la experiencia se asemejaría a un viaje en ascensor: entrar, esperar, y salir en el piso de destino; pero estaba muy equivocado, no tenía ni idea de cómo iba a funcionar en realidad aquello que habían creado.
El primer contacto fue desconcertante, me movía adelante y atrás en el tiempo desorientado por mi nueva situación y sin saber lo que estaba pasando. Intentaba alcanzar las cosas como lo hacía antes, andando hacia ellas o extendiendo mi mano, pero eso la mayoría de las veces no era suficiente, y las cosas desaparecían o cambiaban. Finalmente, quizá por desesperación o quizá por comenzar a acostumbrarme a la nueva dimensión, realicé mi primer “movimiento” voluntario, un movimiento pequeño y sin objetivo. Después me acerqué a una manzana que había estado allí una vez, la cogí y la mordí, manteniéndome allí y en ese momento. A continuación jugué, observé cómo desplazándome un poco adelante o un poco atrás las manzanas se pudrían o se ponían verdes, incluyendo la de mi mano, que no estaba conectada como yo a aquella nueva maravilla tecnológica. Aquél pequeño juego sirvió para empujarme más allá, y comencé a controlar la nueva dimensión. No sólo viajaba a través del espacio, ni sólo a través del tiempo. Era todo un uno: una libertad jamás soñada antes, el poder de sobreponerse al impasible tiempo; un objetivo negado por la naturaleza al ser humano, condenado a la pasividad sobre el lento rotar de esta extraña dimensión.
Si existen criaturas que sean capaces de desplazarse a través del tiempo por naturaleza no lo sé con certeza, pero sí es verdad que cuando me intentaba desplazar más allá de ciertos confines, extraños susurros me acompañaban en mi glorificante desplazamiento obligándome mediante alguna fuerza misteriosa a volver sobre mis pasos a partir de ciertos lugares o momentos. Esto era una traba mínima, ya que la añadidura de una nueva dimensión oscurecía cualquier lejano límite que se pusiera a cualquiera de las que ya conocía. Además teniendo en cuenta el nuevo mundo, el nuevo universo que tenía por explorar, la importancia que le di a aquello fue mínima. Mi alegría era inconmensurable, sentí la libertad como nunca, sin darme cuenta de que la libertad no era realmente mía, sino que estaba sometida a una máquina que permanecía ligada a la línea temporal de mi anterior mundo, y que al igual que yo, seguía percibiendo un antes y un después en sus movimientos y en sus actos. Así, cuando aquél aparato llegó a algún límite impuesto por los que me lo habían proporcionado, fui arrastrado de golpe hacia el punto del espacio/tiempo del que había partido. La sensación fue horrible y nauseabunda, y aún completamente desconcertado, sin tener ni idea en ese momento de lo que estaba sucediendo a mi alrededor, fui separado para siempre de aquella máquina maravillosa y devuelto al mundo que conocía, a aquel mundo en el que el tiempo avanza sin permitir al hombre detenerlo o modificarlo, como haría con cualquier otra cosa en este mundo.
Pero ahora no es lo mismo que antes, ya que después de besar la libertad el mundo de tres dimensiones se me antoja como el más doloroso aprisionamiento que hubiera podido imaginar, aprisionamiento para mis sensaciones y para mi mente, acostumbradas ya a la capacidad de desplazarse a placer a través de la línea temporal. La inmovilidad a la que me veo sometido me destruye por dentro, obligándome a permanecer en este horrible limbo al que vosotros llamáis vida, obligándome a someterme a la cruel condición humana que nos obliga a sentir los momentos uno a uno y en fila, dirigiéndonos irremisiblemente hasta el último momento de nuestra muerte.
He intentado volver allí, pero me ha sido imposibilitado cualquier posterior contacto con la increíble máquina que me permitió acercarme a aquel paraíso, y aquellos que me la proporcionaron son demasiado poderosos como para poder enfrentarlos de ningún modo. Además, aunque he intentado contarlo a otros siempre me toman por loco.
Ya no aguanto más esta situación, este continuo esperar fatal en el que momentos vacíos y sin sustancia asaltan mi existencia continuamente y en el que me resulta imposible manipular aquello que se me ha mostrado como manipulable. Así pues, he decidido terminar de una vez con mi sufrimiento y despedirme de la vida que me produce tanto dolor, dejando este testimonio escrito porque creo que quizá sea de utilidad en algún momento del futuro que he logrado experimentar de forma tan especial en mis viajes, y porque quizá exista alguien que lo crea cuando lo lea.
Y aquí me despido, quizá para desaparecer en el olvido, o quizá para conocer algún lugar de aquellos en los que se me impedía el paso y en cuyos alrededores percibía misteriosas voces. Me gustaría poder decir, que el tiempo lo dirá.
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