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Éste era un comic que le había encargado a mi librero no hacía mucho y, de repente, me encuentro con que Aleta Ediciones saca una segunda edición. No me lo pienso y me lo compro en cuanto lo veo. Y es que en él se juntan dos de mis pasiones dentro de la lectura: Alan Moore y H. P. Lovecraft. Me encanta cómo escribe Alan Moore, su derroche de originalidad y su saber hacer, cómo estructura las historias... (en fin, no voy yo ahora a descubrir al bueno de Alan), y me fascina el fantástico -y monstruoso- mundo creado por Lovecraft y compañía, lleno de tenebrosos monstruos cósmicos. Por supuesto, tenía muchas ganas de ver cómo jugaba Alan Moore con estos conceptos.
Un agente federal está investigando una serie de asesinatos de características similares, pero perpetrados por diferentes personas, sin relación aparente, aunque tienen un punto de unión, tal vez relacionado con una droga... y mejor paro ya. La historia en sí es sencilla y, de hecho, es muy similar a los relatos de Lovecraft (actualizando los conceptos y enmarcando la historia en la actualidad), con un protagonista que poco a poco va descubriendo el horror que rodea a los asesinatos que investiga, un horror intuido durante todo el comic pero que será al final cuando acabe teniendo proporciones cósmicas, con un final apoteósico y sorprendente. No sólo el protagonista se va sumergiendo poco a poco en el horror, sino que engancha también al lector, llenándole de curiosidad e interés. La historia, creada por Alan Moore, aunque asistido por Antony Johnston, está plagada de detalles y hay continuas referencias a las creaciones lovecraftianas.
El dibujo corre a cargo de Jacen Burrows, en blanco y negro, aunque con una amplísima gama de grises, y es más que bueno. Un dibujo muy cuidado y con multitud de detalles, con una gran narrativa, muy cinematográfica, con la utilización de diversos ángulos y dividiendo verticalmente las páginas quedando dos únicas viñetas (una a la derecha y otra a la izaquierda), o bien con splash page, lo que da mayor sensación de estar avanzando escena a escena, fotograma a fotograma. Además, en la parte final cumple sobremanera a la hora de describir los horrores lovecraftianos, algo sin duda nada fácil de conseguir.
En definitiva, no es una de las grandes obras del maestro Alan Moore -no lo pretende ser- pero sí un magnífico comic, muy entretenido, con una historia curiosa e interesante, muy recomendable para quienes disfrutan del terror lovecraftiano, y además con un dibujo de gran calidad.
Y como curiosidad personal, no sé si fue coincidencia cósmica o manipulación de los seres primordiales, pero me compré a la vez este comic y el Batman: La maldición que cayó sobre Gotham, que también juega con el terror de Lovecraft...
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