Lupe se acostó intranquila, una vez más. Su marido había salido, como la noche anterior, y la otra y la otra... así hasta seis noches antes, cuando apareció con aquella marca en el cuello. Le costaba creerlo, pero las pruebas eran rotundas: una marca
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-Despierte, por favor, ya hemos llegado. -¿Quién coño eres? -gritó el muchacho. -Soy una auxiliar de vuelo. Por favor, no grite, ya hemos llegado. Debe bajar del avión. &nb
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La niebla había desaparecido totalmente y ahora se encontraba en una especie de habitación de unos 30 metros cuadrados, en forma de cubo. Las paredes, así como el techo y el suelo, tenían una superficie suave y plateada, y muy consistente, como pudo
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Cuando el muchacho volvió a abrir los ojos, el paisaje había vuelto a cambiar. Cada vez le sorprendían menos estos cambios de escenario. Ahora ya no había viento, todo estaba en calma, pero cubierto de una espesa niebla, que apenas ofrecía visibilida
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Poco a poco sus ojos se fueron acostumbrando a tanta claridad. Estaba en un inmenso espacio abierto, en una infinita explanada, cubierta de barro. Intentó localizar el sol, o la fuente de tanta luz, pero parecía ser todo el cielo, de un azul muy páli
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Finalmente se detuvo. No quería hacerlo, pero ya no podía más. Había caminado durante horas y no había encontrado nada. Se tumbó en el barro y cerró los ojos. Un rato después los abrió y un par de lágrimas gemelas bajaron por sus mejillas. Iba a mori
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Hola... Hola. ¡Hola! ¿Hay alguien ahí? Por favor, que alguien me conteste. ... Estoy solo. Solo... El muchacho avanzó tanteando en la oscuridad. No veía absolutamente nada, pues todo era negro, y no sabía dónde se encontraba. Su último recuerdo er
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Kady era un hombre feliz en verano. El calor del sol le animaba y reconfortaba, y se pasaba el día haciendo multitud de cosas, siempre con una amplia sonrisa en los labios. En cambio, el invierno le entristecía. Y no sólo se le borraba la sonrisa, sino que, además, Kady se volvía
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Una bonita mañana de primavera. El sol me saluda con ánimo, mientras la suave brisa marina me evoca paraísos desconocidos. Me encanta pasear por la playa cuando aún no han llegado esos días de aglomeraciones de bañistas. Me relaja, me calma. &n
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