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Orden Estelar 24

Advance Dreamers


Ediciones Robel nos ofrece el primer capítulo de la novela “El Asteroide de Kassandra” que aparecerá en el volumen 24 de la “Saga del Orden Estelar”, a la venta en junio de 2005

imagen de Orden Estelar 24
Poster del "Orden Estelar" 24 dibujado por Luis Royo

ORDEN ESTELAR 24. FECHA DE PUBLICACIÓN: JUNIO, 2005
TÍTULOS: EL ASTEROIDE DE KASSANDRA Y LA VENGANZA DE CARONTE
AUTOR: A. THORKENT (ÁNGEL TORRES QUESADA)
ILUSTRACIÓN DE LA CUBIERTA: LUIS ROYO
ENCUADERNACIÓN: RÚSTICA
MEDIDAS: 120 X 220 MM
NÚMERO DE PÁGINAS: 192
ISBN: 84-96232-42-5
PVP: 5,95 EUROS

EL ASTEROIDE DE KASSANDRA.

MURDAR, UN ASTEROIDE CUYA LOCALIZACIÓN EN LA GALAXIA ERA UN SECRETO CELOSAMENTE GUARDADO, RECIBÍA A LOS CONVICTOS DE LA TIERRA DESDE HACÍA UN SIGLO. CUANDO KARL STEIN FUE DESEMBARCADO EN ÉL, JUNTO CON UN GRUPO DE PENADOS, INTENTÓ CONOCER A LA MUJER QUE LO GOBERNABA. SU NOMBRE ERA KASSANDRA Y SE HABÍA ALZADO CON EL PODER TRAS VENCER EN DUELO MORTAL AL ANTERIOR JERARCA. PERO MURDAR ERA ALGO MÁS QUE UN EXTRAÑO PENAL; EN LA OTRA CARA DEL ASTEROIDE SE OCULTABA UNA GRAN AMENAZA PARA LA HUMANIDAD.Añadir Anotación

LA VENGANZA DE CARONTE

     SU NOMBRE ERA EL DE UN MÍTICO BARQUERO CUYO TRABAJO ERA CONDUCIR A LOS MUERTOS AL INFIERNO, Y TENÍA UN PODER QUE LE PERMITIÓ ESCAPAR DE TINGANI. EL DUQUE DE KARR LE PROPUSO LA LIBERTAD A CAMBIO DE QUE UTILIZASE SUS DONES PARA MANIPULAR LA POLÍTICA DE MERSAL Y WALUN, DOS PLANETAS DE LA REALEZA ENVUELTOS EN UNA EXTRAÑA INTRIGA POLÍTICA Y MANIPULADOS POR LA SUPERIORIDAD TERRESTRE. CARONTE SUPO QUE ÉL ERA EL RESULTADO DE UN PROYECTO FRACASADO DE LOS CIENTÍFICOS DE LA TIERRA, CUANDO SE VIO OBLIGADO A REPRESENTAR EL PAPEL QUE LE INICIARÍA EN LA CARRERA DE ASESINO Y MANIPULADOR QUE LE HARÍA FAMOSO.Añadir Anotación

EL ASTEROIDE DE KASSANDRA

CAPÍTULO I

Aquella noche Kassandra no estaba de buen humor. Esto pudo comprobarlo Wempler, cuando la mujer le pidió con voz destemplada que se marchase.
Saltó del lecho, resignado; procurando no hacer ruido al caminar, se dirigió al rincón del dormitorio donde un rato antes había arrojado sus ropas. Desde allí, dando la espalda a Kassandra, preguntó:
—¿Puedes explicarme qué te pasa esta noche? Llevas varios ciclos que no hay quien te soporte. ¿Qué te he hecho? No creo haberte defraudado, no esta noche al menos; me has dejado señales de tus uñas en todo el cuerpo, creía que hasta ahí todo iba bien, pero de pronto dejaste de gemir, de pedirme más, y te sentí ausente, insensible en mis brazos. Joder, y ahora me dices que me largue.Añadir Anotación
La mujer se puso de pie en el centro de la gran cama circular. Su espléndida figura desnuda se reflejó en el juego de espejos y Wempler se vio rodeado por su imagen. Una vez más se estremeció ante la belleza salvaje de Kassandra. En su mirada percibió un conato de burla. Esperó en silencio a que recuperase la sonrisa perdida, pero ésta no llegó a florecer en los entreabiertos labios de ella.Añadir Anotación
—Lo siento, cariño. De pronto me asaltaron los recuerdos que creía haber olvidado para siempre —respondió ella, saltando de la cama—. No debí llamarte esta noche.
—Olvídalo —dijo él, dudando si terminar de vestirse—. Abriré una botella y nos emborracharemos.
—¡No! —contestó ella con firmeza. Se acercó a la ventana, puso los brazos en jarras y contempló lo que había al otro lado de la ventana, que hizo aparecer al pasar la mano por la esfera de control—. Quiero estar sola.
Se acercó a ella con actitud conciliadora.
—Vamos, dime qué te preocupa.
—No puedes ayudarme.
—Eres injusta conmigo, Kassandra —dijo Wempler, deteniéndose. Se encogió de hombros y empezó a ponerse los pantalones. Con la camisa en la mano dio otro paso hacia la ventana—. Sabes que puedes confiar en mí, soy tu más fiel servidor.
No se atrevió a seguir. Debía ser prudente. Por el momento era el favorito de Kassandra. Después de la primera noche que ella se fijó en él y le invitó a su alcoba, hubo otros muchos encuentros. No todos los hombres podían ufanarse de ello. Wempler había superado el récord establecido. Además, ningún otro había tenido acceso a las dependencias privadas de la máxima autoridad de Centro Gamma. Todo el mundo daba por seguro que Kassandra no le sustituiría, y la prueba era que Wempler se había convertido en el segundo en el mando de Murdar.Añadir Anotación
Terminó de vestirse, ajustando los encajes laterales. Estaba cerrando el cinturón del que pendía la pistola láser cuando Kassandra se volvió hacia él. Su mirada oscura se posó en la fornida figura del amante. Con serena entonación le dijo:
—Nos veremos mañana. Te llamaré.
Él la observó con preocupación.
—No estaré tranquilo hasta que me expliques tu mal humor —dijo.
Comprendió que había cometido un error. Con Kassandra no valían las palabras amables. Ella podía gemir de placer entre sus brazos, pero una vez terminado el acto volvía a ser la mujer fría y calculadora de siempre, la misma que había alcanzado el poder del asteroide. Por las tabernas corría el rumor de que recibió una ayuda tan extraña como inesperada, pero sólo eran rumores.Añadir Anotación
Wempler era un veterano residente cuando Kassandra llegó en el transporte con las provisiones de todas las semanas. Su mirada perdida atrajo enseguida su atención. La apoyó de forma incondicional cuando ella retó al líder del asteroide y lo derrotó en duelo mortal. Wempler ganó la apuesta que hizo a favor de la novata, se embolsó una buena cantidad de dinero y la invitó a beber. Pero tuvieron que pasar algunos meses hasta que Kassandra le pidió que la acompañara a sus aposentos. Desde entonces no hubo otro hombre que compartiera su cama.Añadir Anotación
—Puedes hacer algo por mí, Wempler —dijo Kassandra, después de borrar de su bello rostro la efímera expresión de ira—. Ocúpate de que mañana la patrulla salga a la hora prevista. Últimamente noto cierto relajamiento en la disciplina de Centro Gamma. El trabajo no adelanta.
Wempler no esperaba oír aquello. Ocultó su nerviosismo e intentó componer una sonrisa.
—Claro —. Fue a decir algo, pero se lo pensó mejor y añadió—: Nos veremos mañana.
—Buenas noches —contestó ella, devolviendo su atención a la ventana.
Escuchó el portazo sin inmutarse, siguió observando sus dominios. Al otro lado del grueso cristal se exten¬dían los domos que formaban el complejo de Centro Gamma. Más allá estaban los barrios viejos, las viviendas en las que alojaron a los residentes originales. Se decía que fueron levantadas por el Orden Estelar en las postrimerías de su poder, cuando la anarquía ya se había apoderado de la Tierra y el gobierno de la Superioridad luchaba por imponerse a las otras tendencias políticas.Añadir Anotación
La colonia fue originalmente un penal. Con el tiempo la Superioridad lo convirtió en un centro penitenciario de mínima seguridad.
El asteroide Murdar disponía desde hacía un siglo de una atmósfera suficiente para mantener a la población. Más tarde se diseñaron cauces para los ríos y se planificaron parte de sus extensas llanuras para el cultivo. Alrededor de Centro Gamma se extendían los bosques que los residentes fueron plantando. Más allá el terreno era desértico, apenas crecían arbustos y matorrales. Antes de que el penal fuera transformado en una extraña colonia, un mercader importó varias especies de mamíferos. Algunas lograron adaptarse al medio ambiente tras ser sometidas a procesos de mutación.Añadir Anotación
La ciudad no había cambiado mucho últimamente. Algunos de sus barrios se mantenían como en los tiempos del Orden Estelar. Cualquier visitante que hubiera estado en el complejo un par de décadas antes no notaría las modificaciones.
Kassandra se apartó de la ventana; tenía motivos para sentirse satisfecha. Centro Gamma había adquirido un ambiente más civilizado desde que ella se hizo con el poder. A los pocos días de su mandato envió informes a la Superioridad para recordarle sus obligaciones con el asteroide, como entidad protectora. Su solicitud fue bien acogida y obtuvo materias primas para construir edificios y adecentar las comunicaciones, así como para modernizar el astropuerto. La administración de la Tierra no prestó atención a las inversiones, ni siquiera envió inspectores para controlar los gastos. Nadie descubrió que cada tonelada de acero y cada unidad de energía enviada se habían multiplicado por veinte. Hasta el año pasado no visitó el asteroide un aburrido funcionario. Desde el primer día de su estancia dio muestras de sentirse incómodo, realizó su trabajo lo más deprisa que pudo y se largó antes de lo previsto. En Omega se murmuró que aquella noche Kassandra envió a su amante fuera de la ciudad y el enviado de la Superioridad fue su invitado hasta el amanecer.Añadir Anotación
Aquel tipo no descubrió que en el complejo moderno y en el viejo sector, donde se levantó el penal, había más edificios nuevos que los que podían construirse con los materiales proporcionados por la Superioridad.
En Murdar no existían hierro ni otros minerales, y la producción de energía era prácticamente nula. La única riqueza del asteroide, de un cuarto del volumen del satélite de la Tierra, era su gran reserva de agua subterránea. Aparte de esto no había más que arena, rocas y cadenas de volcanes apagados.Añadir Anotación
La energía que se consumía era otro de los milagros de Murdar. Los suministros mensuales que recibían no bastaban para mantener en funcionamiento las instalaciones, apenas alcanzaban para cubrir la mitad de la demanda. Pero la ciudad derrochaba energía cuando los cargueros de la Superioridad se alejaban del asteroide.Añadir Anotación
Resultaba fácil engañar a los supervisores de la Tierra. Eran estúpidos, no sabían sumar dos y dos. Sólo había que sonreírles cuando hacían su trabajo, llevarlos a divertirse, emborracharlos y, por último, que las chicas más seductoras les hicieran olvidar el largo viaje que habían tenido que hacer hasta Murdar, y el que les esperaba para regresar a su añorada Tierra. Para ellos parecía que no había pasado el tiempo en el asteroide, al que consideraban una molestia y un gasto más para el Gobierno de la Superioridad, como si aún existiera el penal según la vieja norma, una colonia a la que por obligación debía tutelar.Añadir Anotación
Kassandra cogió una jarra de la mesa y escanció una cantidad de licor en una copa de plata. Tomó un sorbo.
El efecto del líquido le hizo entrecerrar los ojos. Dio la espalda a la ventana, tomó asiento en un sillón y cruzó sus largas y bien formadas piernas con displicencia. Miró la puerta por la que había salido Wempler. Sonrió al acordarse de la manera en que él la miró cuando le pidió que se marchara. Era un buen amante, debía admitirlo, tal vez el mejor que había tenido desde que tomó el poder de Murdar. A veces resultaba un poco agotador, pero le divertía y la dejaba complacida. No era el más hermoso de los varones que había conocido, pero sí el más excitante. Nunca la había defraudado. Tenía bastantes defectos, y el peor era su insaciable curiosidad. Varias veces había pensado librarse de él, pero dejaba para otro día el momento de decirle adiós.Añadir Anotación
Muchas noches, mientras él dormía a su lado, agotado, ella se preguntaba si era merecedor de su confianza. Wempler le había dado pruebas suficientes de serle fiel. Antes de convertirlo en su amante le hizo vigilar, investigó su vida privada, de dónde venía y qué pecados había cometido para ser condenado por la Superioridad. No es que pensara que hubiese cometido algún delito en la Tierra, pero la mayoría de los hombres que arribaban a Murdar tenían cuentas pendientes con la justicia terrestre. El asteroide seguía recibiendo condenados bajo la etiqueta de colonos. Era el precio que tenía que pagar para subsistir. Toda la población odiaba a la Tierra. Y tenía motivos. ¿Acaso no estaban aislados? Los cargueros que aterrizaban cada dos o tres semanas descargaban personas, no admitían pasajeros. Si un siglo antes el nombre del asteroide era suficiente para aterrorizar a los delincuentes, tras la desaparición del penal su recuerdo aún era temido por los delincuentes acérrimos.Añadir Anotación
Kassandra bebió otro sorbo, entornó los ojos y se dijo que debía esperar un poco más antes de confiar en Wempler. Tal vez más adelante...
Escuchó un leve rumor procedente del fondo del dormitorio. Sintió que sus músculos se tensaban. Sostenía la copa cerca de la boca y la fue bajando despacio, mirando de reojo hacia el rincón del que había surgido el chasquido. Volvió la cabeza. Su mirada se fijó en la mesa. Calculó el tiempo que emplearía para empuñar el arma. La distancia que la separaba de ella era menos de dos metros. Demasiado. Ahogó un suspiro. No podía coger la pistola en menos de un segundo.Añadir Anotación
De nuevo sus sensibles oídos captaron el sonido que partió de la oscuridad. Eran de pies desnudos caminando sobre el piso de mármol. Unos pies pequeños. Pies de mujer. Los pasos provenían de la entrada secreta que sólo ella conocía, situada tras el dosel de la cama circular. Se preguntó cómo era posible que alguien conociera el pasadizo.Añadir Anotación
—¿Cómo has encontrado ese paso? —preguntó. Su voz sonó tranquila.
—Kassandra, no me has defraudado —escuchó a sus espaldas.
Dejó la copa en la mesa. Quien le había hablado era una mujer. No se había equivocado.
—¿Puedo levantarme? —preguntó—. Quiero ver tu cara. La cara de una mujer valiente o estúpida. Vamos, no tengas miedo.
—No lo tengo —dijo la voz, divertida—. Estoy segura de que no llevas ninguna arma oculta, y la que está en la mesa no podrás empuñarla.
Kassandra se incorporó del sillón. La liviana bata que la envolvía se deslizó por su cuerpo y cayó a sus pies. Dio dos pasos, y mientras lo hacía los dedos de su mano derecha acariciaron el borde de la copa de plata, arrancando del metal un suave tañido.
Terminó de volverse. Contempló el rostro de la visita inesperada.
Era una mujer más joven que ella, de su misma estatura, que tenía el mismo color de su pelo. Vestía una túnica, ceñida a la cintura por un cinturón de piel. La contempló. Tuvo que reconocer que tenía una figura estilizada, proporcionada. Como la suya. Era hermosa, aunque su mirada le pareció un tanto infantil, como inocente.Añadir Anotación
Tal vez los labios eran más gruesos y sensuales que los suyos. Los de ella eran finos, a veces duros. La forma del rostro, ovalado, era un calco del que ella veía cuando se contemplaba en un espejo. En cambio, la nariz era más delgada, encajaba en el conjunto facial. Los ojos verdes de la intrusa la miraban por encima de la pistola láser que empuñaba con una mano que no temblaba.Añadir Anotación
Kassandra parpadeó. Sus negras pupilas no podían apartarse de la mujer que la observaba desde el fulgor de su mirada azul.
—Creo que te conozco —dijo.
—Es posible.
—Llegaste la semana pasada, con el último cargamento de colonos.
—Sí, es cierto. Tu memoria es excelente. ¿Por qué los llamas colonos? Vamos, somos convictos. Como tú, como todos los habitantes de Murdar. Unos extraños convictos, diría que privilegiados.
—Sólo llegaron tres mujeres, el resto del pasaje eran hombres. Me fijé en ti porque me pareciste la más hermosa.
—Te agradezco el cumplido —rió la mujer.
—Incluso recuerdo tu nombre. Ese día leí la lista de recién llegados. Te llamas Pamela Leary.
—Pam para los amigos.
—Entonces te llamaré Pamela.
—Tienes razón. No podemos ser amigas.
—Creo que ha llegado el momento de preguntarte qué haces aquí y cómo conoces el camino que nadie excepto yo sabe que existe. Siento curiosidad por saber por qué arriesgas la vida. ¿Eres estúpida?
—Sé lo que arriesgo. Respecto a tu primera pregunta, deberías comprender que no podía esperar llegar ante ti de otra manera. Tus guardias no me habrían dejado entrar.
—No me has respondido. ¿Cómo conoces la entrada secreta?
—Sería largo de contar, Kassandra, y no dispongo de mucho tiempo.
—Para apretar el gatillo sólo necesitas un segundo.
Pamela sonrió. Hizo un gestó con la pistola para indicar a Kassandra que no debía seguir acercándose a la mesa donde estaba su arma.
—Podría matarte diez veces antes de que consiguieras tocarla.
—Si me matas, estás perdida.
—¿De veras? Siempre puedo escapar por el mismo camino que me ha traído aquí.
—El láser no hace ruido, pero el sistema de alarma de esta habitación alertará a mis guardias, entrarían en dos segundos y te matarían antes de que escaparas.
Pam extrajo un grueso tubo de su túnica. El metal relució a la luz de las lámparas. Kassandra palideció al reconocer la clase de arma que era.
—Sí, lo has adivinado. Este objeto es un lanzador de dardos, un arma inofensiva y totalmente silenciosa. Está cargada con una droga que te hará dormir durante horas. Despertarás con un ligero dolor de cabeza. Sin embargo, un segundo disparo paralizaría tu corazón al instante, y tres segundos después lo dejaría convertido en una masa pútrida. Dudo que en Murdar pudieran reemplazártelo antes de que tu cerebro dejara de funcionar. Ni siquiera el doctor Osborn te salvaría. Él no puede hacer milagros.Añadir Anotación
—¿Quién te envía? —el temor empezó a causarle dolor a Kassandra—. ¿La Superioridad?
—¿Desde cuándo la Superioridad se ocupa de un asteroide perdido en sus dominios, con unos miles de convictos?
—Dime qué pretendes. ¿Dinero? ¿Mi palabra de que te dejaré marchar en la próxima nave que parta rumbo a la Tierra?
—¿Crees que me admitirían a bordo? Lo siento, Kassandra, pero no dispongo de tiempo para explicarte la razón de mi presencia.
El lanzador vibró un segundo, produjo un destello y Kassandra sintió en su seno derecho un dolor agudo. Dobló las rodillas, pero antes de caer al suelo su mente dispuso de dos segundos de reflexión para preguntarse por qué estaba ocurriendo aquello. El diminuto proyectil de hielo impregnado se diluyó en su sangre y perdió el sentido.Añadir Anotación
Pamela corrió a sujetarla para evitar que se golpease la cabeza, la tomó entre sus brazos y esperó para asegurarse de que la guardia no había escuchado nada.
Arrastró a Kassandra hasta la cama y la puso encima de las sábanas que aún olían a sudor de Wempler. Se apartó y estudió a la mujer. Sonreía levemente cuando se dirigió a la entrada secreta. Regresó llevando una pequeña caja, que puso en la mesa y la abrió.
Con rapidez, como si se hubiera entrenado a conciencia, fue sacando diversos objetos de la caja. Situó el espejo tridimensional del manipulador en el centro de la mesa, ajustó los reflejos de su rostro en él y modificó la paralaje del programa. Por último insertó el diseño facial con el que iba a trabajar. Sus manos se movieron deprisa, sin la menor vacilación. Cubrió su rostro con el compuesto ablandador, una crema incolora cuya función era insensibilizar su piel durante unos minutos.Añadir Anotación
Esperó. Cuando la crema adquirió el color de la piel humana, activó el mecanismo del cilindro que controlaba el holo que había brotado del espejo. Se relajó entonces, y sentada ante la cama esperó.
Las ágiles membranas creadas por el manipulador recorrieron la superficie de la sustancia adherida a su rostro. Como un escultor en plena fiebre creadora, los filamentos aceleraron el proceso del cambio facial. Cuando Pamela sintió que el contacto de las fibras desa¬parecía alrededor de sus ojos, se atrevió a abrirlos. Echó una mirada a Kassandra. Un simple parpadeo fue suficiente para enviar la orden al programa, lo detuvo un instante, hizo la rectificación oportuna y del cilindro brotaron alambres dorados que trazaron un camino en el aire para alcanzar el rostro de la mujer inconsciente. En el espejo central quedaron reflejados los gráficos, los niveles se elevaron hasta el punto óptimo. La operación estaba a punto de concluir.Añadir Anotación
Cuando retiró las manos, el espejo reflejaba el rostro de Kassandra. Pamela sonrió con los labios finos y crueles de la jerarca del asteroide. El tono de su piel era natural, tenía la ligera palidez deseada. Del cilindro surgieron dos pinzas que colocaron en sus pupilas azules unas lentillas de tono oscuro. Pamela estudió la negra profundidad de sus nuevos ojos y asintió satisfecha.Añadir Anotación
Esperó un minuto para que la mascarilla quedara fijada. Entonces abrió la boca y gesticuló. Las reacciones de la nueva piel respondieron a sus deseos. Recogió los objetos y los guardó en la caja.
Miró el cuerpo inanimado. Apoyó el mentón en la palma de su mano derecha y reflexionó. Al cabo de unos minutos cogió la pistola de dardos y acarició el gatillo.
Un nuevo disparo mataría a Kassandra.Añadir Anotación

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DCFan, 31 de Mayo de 2005
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