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Personaje:
La línea de sangre que se hace llamar Heraldos de las Calaveras, una reciente adición al Sabbat, asegura haber sufrido una historia de traición por la que quiere cobrarse venganza infernal. Todos sus miembros son muy poderosos, y aseguran haber regresado de su expulsión a las tierras de los muertos. Hace mucho, dicen, una sociedad renegada de hechiceros les cazó en busca de su sangre, robándoles la inmortalidad para perseguir sus ansias de poder místico.
Pocos Sabbat creen este cuento de hadas de antiguas injusticias en las noches modernas, pero a pesar de todo se tolera mucho a los Heraldos, dada la enorme potencia de sus magias y sus inquietantes excentricidades. Los Heraldos de las Calaveras son nigromantes capaces de codearse o de superar a los temibles Giovanni, rodeándose con las miasmas de la muerte, el asesinato y la mortificación, siempre con la esperanza de buscar reparación por su legendaria injusticia. Sin embargo, parece que, a pesar de toda su polémica, hay algo podrido bajo esta fachada. Como los cadáveres a los que recuerdan, algo los carcome desde el interior.
Los Heraldos de las Calaveras han sido miembros del Sabbat durante solo unos años, y los más jóvenes no han oído hablar de ellos. Al parecer, uno se presentó con una propuesta ante los cardenales, los prisci y el regente. Éstos deliberaron y terminaron dándoles la bienvenida a la Espada de Caín. Desde entonces, los Heraldos han amasado un enorme poder en la secta (sobre todo teniendo en cuenta que solo son unos cientos). La Mano Negra, la Inquisición e incluso los prisci disponen ya de Heraldos en sus filas. El Sabbat parece obtener grandes beneficios de su magia de la muerte, manteniendo contacto con aliados caídos o atormentando a los enemigos desde más allá del muro de la Muerte Definitiva. Los Heraldos parecen más que dispuestos a ofrecer su auxilio a sus camaradas de la secta... a cambio de favores que se determinarán más adelante.
Malditos por la sangre de Caín con el aspecto de cadáveres, suelen arrancarse la piel muerta y desgarrada de la cabeza, dejando el rictus sonriente de su apodo. Las máscaras y ceremonias tienen un importante papel en la cultura de esta línea de sangre, y los antiguos tienen grandes colecciones de máscaras rituales y otros implementos que emplean en sus ritos nigrománticos. Se ha rumoreado que la vitae en sus venas es antigua y muy potente, y quizá sus pretensiones de tener una historia grandiosa no estén lejos de la verdad. Sea como fuere, los Heraldos de las Calaveras se limitan a ignorar determinadas preguntas inconvenientes, prefiriendo pasar el tiempo entre tumbas, o en la profunda contemplación de los poderes de los muertos.
Apodo:
Lazarenos (por Lazarus, que observó el regreso de Cristo de entre los muertos).
Apariencia:
Los Heraldos de las Calaveras tienen un aspecto cadavérico y escuálido, acentuado por la carne que se seca para adaptarse a la forma del cráneo. Normalmente no se les ve fuera de sus refugios y de los salones donde los poderosos Sabbat se reúnen para trazar sus intrigas. Los Heraldos prefieren las capas amplias y los sudarios para representar mejor su magia de la muerte y para impresionar a los demás.
Refugio:
Los Heraldos nunca pertenecen a manadas, y por tanto no comparten refugio con éstas (salvo que sea necesario de forma temporal; en la secta circulan numerosos rumores sobre un Heraldo llamado el Capuchino que acepta por un breve tiempo la hospitalidad de ciertas manadas, sacerdotes o ducti). Los Lazarenos prefieren sus propios refugios privados, que a menudo disponen de laboratorios anejos en los que llevar a cabo sus terribles estudios. Estas moradas suelen estar alejadas de los mortales curiosos, bajo lugares como cementerios, mausoleos, morgues o mataderos.
Trasfondo:
Se desconoce el pasado de aquellos que se convierten en Heraldos de las Calaveras, y se cree que la línea no ha Abrazado desde su llegada al Sabbat. Si esto es cierto, murmuran los más jóvenes, debe tratarse de seres antiguos, poderosos y críticos, pues no parecen considerar a los hijos de las noches modernas dignos de la maldición de Caín.
Creación:
Los Heraldos suelen tener conceptos morbosos, muchos de ellos arcaicos o ajenos a la actualidad. La línea de sangre valora los Atributos Mentales y los Conocimientos, y sus miembros cultivan numerosos Trasfondos. Pocos Heraldos se dignan a seguir los principios de la Humanidad; suelen practicar la Senda de la Muerte y el Alma, o alguna extraña variación de la Senda de los Huesos de los Giovanni.
Disciplinas:
Fortaleza, Auspex y Nigromancia Sabbat (con la Senda Mortuus como principal).
Debilidad:
Independientemente de la cantidad de sangre que consuman, la piel de los Heraldos conserva su palidez mortal. Además, el pellejo se retira para dar un aspecto esquelético, con miembros huesudos y rostros congelados en una sonrisa eterna. Debido a este aspecto claramente desagradable, los Heraldos tiene una puntuación de Apariencia de cero; todas las tiradas Sociales en las que intervenga este Rasgo fallan automáticamente.
Organización:
Los Heraldos de las Calaveras no tienen una gran organización y la mayoría rechaza la compañía, prefiriendo estar solos para estudiar o tramar planes. Se reúnen de vez en cuando, pero los temas tratados son desconocidos. Los demás vampiros sospechan de todo, desde planes para acabar con el Sabbat desde dentro hasta simposios sobre los más recientes hallazgos respecto a las tierras de los muertos. Los Heraldos mantienen una jerarquía visible, como evidencian sus máscaras y rituales. Los más estimados o capacitados llevan los adornos más elaborados, y son reconocidos ritualmente por los demás, aunque los sistemas precisos no han podido ser determinados con claridad.
Cita:
"Nada, absolutamente nada quema tanto como la herida dejada por el cuchillo de la traición, especialmente cuando la herida lleva siglos infectándose"