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Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana… perdón, me dejé llevar, reinicio: hace no tanto tiempo, en casa de mis padres, mis comics se encontraban perfectamente alineados en una única estantería. Ahora ocupan toda una pared. Enterita. Por suerte mi mujer es comprensiva con mis aficiones y no hay queja alguna. De hecho me considero afortunado pues la habitación en que está ubicada la mencionada pared está dedicada en exclusiva a “mis cosas”. Entiéndase por ello dos guitarras eléctricas Fender y Washburn con el correspondiente amplificador Marshall de 80w, una preciosa acústica Washburn, trastos de la guitarra, más de 500 cd’s, dvd’s, algunos pocos videos, mogollón de libros, revistas, partituras y… comics, muchos comics.
Comics de Astérix, Mortadelo, Superlópez y, llegamos al quid, infinidad de comics Marvel. Ya veremos cómo acaba esto, pues mi afición por los comics y artículos diversos arriba mencionados sigue, no decae, y como todo buen friky sabe: toda estantería o similar tiene un límite de capacidad inapelable.
En efecto, por mucho que te las ingenies, hay un momento a partir del cual la cuestión es simple: no cabe nada más, ni un simple comic book de 24 páginas. Ayer me encontraba yo agachado, a cuatro patas, rodeado de comics y vaciando el mueble de ikea de doce habitáculos para almacenar artículos diversos, en mi caso exclusivamente dedicado a comics, con la única y no por ello menos difícil intención de ganar espacio.
Llegó un momento en que las rodillas las tenía más cargadas que después de un torneo de 12 horas de futbol 7 (por cierto, otra de mis aficiones: jugar a fútbol, y también comporta necesidad de espacio para botas, camisetas, espinilleras, etc). Pero ahí estaba yo, revolviendo colecciones, cabreándome cuando se desparramaba el mogollón apilado a mi izquierda y se mezclaba la Shulkie de Byrne con los Vengadores de Busiek, o cuando para mi desesperación no encontraba el tabloide de Superman vs. Spiderman (¿Lo habré dejado en casa de mis padres? ¿Se lo dejé a algún desaprensivo mal llamado amigo que se ha hecho el listo y no me lo ha devuelto?). Por cierto, a saber en qué estaría yo pensando para comprar la serie regular en-te-ri-ta de Witchblade, con lo mala que es y la de espacio que ocupa, en fin, sigamos.
Finalmente, a ritmo de las seis cuerdas de Satriani, conseguí recolocar todo de forma no sólo más o menos coherente sino también consecuente con los deseos de Lourdes, mi mujer, la cual prefiere que se vean lomos de tomos con sus colorines que no números y números de comic books sueltos. Aprovecho para solicitar a quien corresponda la edición en tomos y olvidarnos del formato grapa, por favor, es una cuestión más importante de lo que parece para aquellos de nosotros que vivimos en pareja.
Tras tamaño esfuerzo resulta que he logrado apilar de forma increíble lo inapilable y he conseguido ganar algo de espacio. Más o menos unos veinte centímetros de estantería. Ahora están los comics situados en diferentes filas, como antes, pero tan a presión que para sacar o buscar uno me las veo y me las deseo. Todo sea por esos veinte centímetros.
Una vez solventado ni que sea temporalmente el tema comics miro hacia la derecha y veo los cd’s y dvd’s… ¿Alguna sugerencia?
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