El Sueño Americano debía ser la luz que guiase el mundo; al menos, el mundo que hay en cada uno de nosotros. Oportunidades para todos, el éxito al alcance de la mano y gloria infinita para aquel que se empeñe en buscarla. Pero en la realidad del día a día, el Sueño Americano se convierte muchas veces en ese horizonte hacia el cual caminamos pero que siempre tenemos a la misma distancia: demasiado lejos. Es tan curioso el Sueño Americano que despertamos de él, no cuando entran los primeros rayos de luz por la ventana, sino cuando sobre nosotros se cierne la más profunda de las oscuridades.