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| Balder
-- Jueves, 22 de Julio de 2004 a las 22:42.
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Ridícula, pretenciosa y mal construida, sin imaginación para llevarnos a un mundo inquietante y onírico como pretende.
Empezando por un guión de personajes planos, donde el típico follarín de los bosques, milagrosamente, Dios sabe por qué, SE ENAMORA . Que alguien me lo exoplique, por favor, porque la peli no lo hace en ningún momento. ¿Cómo un tío que se supone liga a tías buenas todos los días tipo Namja Nimri (sobre gustos no hay nada escrito, pero convengamos en que tiene un polvo) se enamora de otra simplemente porque está buena? Puede parece un argumento muy tiquismiquis, pero si lo pensáis no lo es, porque más tarde, cuando la peli hace esa oposición entre el chico deforme y el guapo, también lo hace entre el supuesto amor verdadero que siente hacia la Cruz y pasión superficial de la Nimri... Y digo, ¿cual es el amor más profundo el de una tía con la que sólo se ha acostado o la de otra que es capaz de morir por él? Genial ambigüedad?, más bien me parece que el tío no tine ni idea de lo que está haciendo o contando.
Por otro lado, esa idea copiada de Carretera perdida (luego se queja si le dicen que copia de El sexto sentido para Los otros...) de Lynch, de que el tío vive en un mundo en el que puede inventarse su realidad a placer, pero en la que sus miedos y obsesiones terminan por destrozar también su idílico paraíso. En este caso su obsesión, su miedo, es quedar feo, ser horrible y que nadie se fije en él ni le quiera(excepto su amor verdaero, ya se sabe, la relación entre ambos es muy profunda...)...¡¡¡¡dos horas repitiendo una y otra vez esto, sin dar más matices ni profundizar, dos horas!!!!!
Ese final dónde se unen las personas que más quiere en el mundo para despedirse de ellas, su padre/psiquiatra, su amigo de alma y... su gran amor(aaaaaaarrrrggggghhhhh!!!!!)
Y el tópico de la vida es sueño, claro, como ya he dicho en mi crítica de Doce monos, repetido una y mil veces en la década de los noventa, pero desde luego con más gracia en la mayoria de sus predecesoras que aquí, donde una y otra vez, la única situación que se le ocurre a Amenábar es torturar a su protagonista haciéndolo pasar de la belleza a la monstruosidad.
PAra más inri las imágenes resultan huecas, de todo menos perturbadoras, ni por asomo originales. No sacan el lado extraño de la realidad sino que se dedican a utilizar todo aquello que ya de por si quiere resultan siniestro (claro ejemplo es esa del tío con las dos caras en la discoteca que camina hacia la lucecita psicodélica: ¡noooooo, jamás ninguno de nosotros ha pensado en algo así al entrar en una discoteca con esa iluminación!)
Mención aparte merecen la música y la interpretaciones. Eduardo noriega... simplemente horrible, inexpresivo, sin capacidad para matizar la voz (joder, el tío declama todo el rato como si estuviera representando en el teatro). LA música, ya no es que sea horrible (que alguien le diga a Amenábar que contrate un compositor profesional!!!!!), es que suena todo el rato, tanto si la escena lo necesita como si no.
En fin podría seguir mucho más, pero lo dejo aquí. Un bodrio.
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