Relatos Dreamers

La noche era un caos de luces y ruidos. La calle se desplegaba a su alrededor llena de vida, demasiado llena de vida, pero era una vida frenética, agobiante, descontrolada…que ponía en alerta todos sus sentidos y aun así le amilanaba terriblemente después de las horas pasadas en la tranquilidad de sus dominios. Salir en noches como esa era como traspasar un portal del limbo al mismo infierno.

Con un suspiro resignado y tratando de mantener los ojos abiertos a cualquier movimiento, a pesar de que su cabeza se negaba responder a marchas forzadas, cruzó los brazos delante del pecho y apretó el paso, no tanto porque necesitara darse prisa como para tratar de paliar el frío que se colaba en sus ropas para morder su piel con dientes de escarcha.

La figura negra pasó ente casas, árboles y personas como una sombra, agitando tras ella un velo ondulante de negrura que desaparecía en cuestión de segundos tras sus pasos. Los transeúntes lo miraban, pero él tenía la mente fija en el destino que debía alcanzar minutos después y no miró atrás.

Le requería un asunto urgente al que atendía con desgana, pero no podía faltar a la cita con sus compañeros. El trabajo a hacer en aquella ocasión era algo fuera de lo común y podía resultar en desastre si alguno de ellos no estaba lo suficientemente preparado.
De modo que no tenía más remedio. Aunque de buena gana se hubiera quedado en su morada dedicado a asuntos más importantes y satisfactorios, ahora tenía que enfrentarse a la noche, al caos y al frío, el cual por cierto y gracias a los dioses comenzó a dejar de sentirse y la figura se permitió aminorar el paso.

Por fin contempló el lugar al que le dirigían sus pasos. Justo a tiempo. Sería grato refugiarse entre sus paredes durante un rato, y, aunque más tarde volvería a su refugio, sabía que el entorno que ahora le agobiaba y le aplastaba contra el suelo, después sería un lugar mucho más tranquilo y solitario, pero también mucho más amenazador y peligroso, en el cual tendría que avanzar durante el regreso como una sombra entre las sombras.

Darja Vindemar